Destierro

7 - La Pálida Luz de la Tierra

Tiana regresó a casa a las tres de la tarde y con sorpresa, comprobó que la señora Bridgitte ya estaba en la sala, sentada frente a la pantalla holográfica en donde veía las telenovelas que se transmitían luego del noticiero. Esta telenovela en particular se trataba de una mujer cuyo esposo era Guardián y jamás estaba en casa, dando lugar a que la esposa comenzara a “llenar ese espacio”, liándose con otros hombres. A Tiana no le gustaba esa novela, personificar a un Guardián les había quedado grande.

—¡Hola, ma! —dejó sus cosas en uno de los sillones individuales y se sentó a su lado—. ¿Hoy saliste temprano?

—Sí, hija, tuve un contratiempo en el trabajo, me dejaron salir más temprano para que fuera al seguro médico —explicó la mujer con una leve sonrisa. Ahí, Tiana notó que le costaba hablar sin jadear.

—¿Contratiempo? —La chica se incorporó en el sillón rápidamente y la miró con atención—. ¿Tu corazón?

—Sí, pero no te preocupes, ya tenemos fecha para viajar —atajó la señora Bridgitte con optimismo—. Será en dos semanas, el doce de noviembre.

—Excelente, al fin —refunfuñó la muchacha, aliviando su preocupación poco a poco—. Yo ya hablé con mis docentes en la universidad para rendir los exámenes una semana antes de irnos.

Se quedaron en silencio por un momento, luego su mamá empezó a hablar.

—¿Cómo te fue con Danielle? —le preguntó, curiosa. Tiana se giró rápidamente hacia ella y sonrió apenada.

—¿A qué te refieres? —dudó, algo nerviosa.

—Salieron esta mañana a correr, ¿no? —rió su madre al ver su reacción.

—Ahh, esoo —la muchacha no pudo evitar sentir sus mejillas un poco más calientes—. ¡Me fue bien! Aunque me cansé mucho, ella no tuvo piedad.

—Eso está bien, niñita —replicó la señora Russell—. Está bien que estés comenzando a hacer algo por tu salud. Además, así puedes pasar más tiempo con Danielle, ¿no?

—¡No lo hago por eso! —se avergonzó Tiana.

—¿Qué? Yo nunca dije eso —inquirió su madre con una sonrisa de complicidad y burlándose de las exageradas reacciones de su hija cuando se avergonzaba por algo.

Sin embargo, la música del noticiero interrumpió su charla: el volumen de las transmisiones de emergencia subía automáticamente cuando había noticias de último momento, la presentadora tenía el rostro algo tieso y empalidecido, parecía asustada.

“Interrumpimos nuestra programación para informar acerca de un desastre que afectó una zona residencial en Ohio. Lo que se veía en pueblos y localidades pequeñas, ahora llegó a una ciudad.”

Tiana frunció el ceño e intercambió miradas con su madre que se notaba igual de confundida.

“Esta vez, nuestros reporteros señalan que, aunque la zona ya está cerrada y cubierta por el Ejército de Tierra, testigos supervivientes afirman que los civiles no desaparecieron, sino que fueron asesinados y abducidos.”

Tiana sintió un suave retorcijón en el estómago y su corazón se hundió con suavidad, lo suficiente como para que su respiración antes tranquila, se agitara por el susto. Hacía unos días, la gente también había desaparecido de una localidad pequeña en Japón llamada Shingo, y ahora, una desaparición masiva se dio en una ciudad grande como lo era Ohio en Estados Unidos.

Otra inquietud llegó a su mente y aunque la operación de su madre era lo que más deseaba en el mundo, ya no le convencía del todo el viajar a Estados Unidos. Se perdió en sus pensamientos, hasta que sintió la mano de Bridgitte rascándole la cabeza con suavidad; solía hacer eso cuando la notaba intranquila.

—Tranquila, pequeña, nosotras iremos a Nueva York, no a Ohio —le dijo. La chica levantó la vista y se encontró con la sonrisa de su madre. Asintió y le devolvió el gesto, poco a poco, comenzó a calmar ese nerviosismo que había invadido su ser.

Esa noche no pudo dormir al recordar la noticia, maltratando su mente con vanos intentos de imaginar el contenido de las imágenes censuradas que habían mostrado en el noticiero. Le escribió a Danielle, pero ya era la una de la mañana y ella solía descansar desde temprano para tener energías y rendir en sus entrenamientos de cada mañana. Tiana salió de su cuarto y fue a cobijarse a la cama de la señora Russell quien la recibió con cariño, como siempre hacía.

Los siguientes días pasaron más tranquilos. Mientras corría con Danielle en las mañanas, Tiana se preparaba por las tardes para rendir sus exámenes antes de viajar a Estados Unidos. Junto a la señora Russell, compraron los pasajes de avión, ese día la muchacha sintió tal plenitud que su pecho se hinchó de felicidad, era como un sueño hecho realidad, su mamá por fin estaría bien. Ese mismo día, también compraron ropa nueva para ambas, no podía evitar recordar a Berenice en cada tienda a la que entraban.

Al respecto, Tiana y Danielle lamentaban que su amiga de la infancia tuviera que irse, pero a toda costa, trataban de animarla para que se sintiera bien con ello. Irse al Domo Delta no solo sería bueno para su familia, sino también para su carrera pues ahí se estudiaba la tecnología más avanzada de la humanidad. Pero no había forma de consolar a Berenice, ella afirmaba que si de tecnología se trataba, Tiana estaría mejor en su lugar.




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