Destinada a amarte

Misteriosa mujer

Un beso bajo una tormenta, con su primer amor, que más se podría pedir, quizás ser libre de escoger cualquier cosa, pero ese no sería el caso de las vidas de Clara y Alex, estaban destinados amarse, pero después de pasar por muchos obstáculos.

Victoria pensaba en como tener en sus manos a Clara, si encontraba un sólo secreto podría manipularla.

 

-Acaba de llegar Israel, su majestad. Dijo una de las empleadas que siempre le ayudaban.

 

-Hazlo  pasar. Respondió Victoria.

 

-Señora, acabo de llegar siguiendo a la señorita Clara.

 

-Cuéntamelo todo Israel, quiero saber que hizo esa niña.

 

-Se encontró con un hombre, casi de su edad.

 

- ¿Qué más hicieron?.

 

-Solo duraron unos minutos conversando por la tormenta que cayó de la nada.

 

- ¿Quién es ese hombre con el que se encontró?

 

-Él es... Alcanzó a decir Israel antes de que una de las empleadas lo interrumpiera.

 

-Su majestad en el teléfono se encuentra el príncipe de Órcega y quiere hablar con usted. Dijo la empleada.

 

-Está bien contestaré el teléfono, Israel retírate por favor. Dijo Victoria al mismo tiempo en que contestaba el teléfono.

 

-Es un gusto hablar con usted nuevamente señor, que es lo que se le ofrece. Dijo Victoria.

 

-Su majestad, yo sé que le dije que ya no me quería casar con su hijastra, pero ha sucedido algo de imprevisto, así que el plan de la boda sigue en proceso, me casaré con su hijastra. Respondió Alex.

 

-Me sorprende mucho lo de su cambio de actitud señor, pero sigo interesada en que mi hijastra y usted se casen, así que los preparativos de la boda continuarán. Dijo Victoria.

 

-Gracias por su comprensión su majestad, le marco después para confirmar la cita para conocer a su hijastra.

 

-Esta bien, hasta luego.

 

Ambos colgaron, Victoria estaba nuevamente feliz, mandó a llamar a Israel para conversar un poco más.

 

-Y, dime Israel, quien es la persona con la que se encontró Clara.

 

-El es... El príncipe de Órcega.

 

-¡¿Qué?! ¿Cómo es que ella conoce al príncipe?

 

-De hecho ella no lo conoce, mejor dicho ella no sabe que él es el príncipe, ella cree que es un chico común y corriente... Y creo que él tampoco sabe que ella es la heredera al trono.

 

-¿Cómo sucedió eso? 

 

-No tengo los detalles su majestad, solo sé que se encontró con él esta tarde.

 

-Averígualo todo cuanto antes y también dile a Clara que quiero hablar con ella

 

-Si, su majestad. Respondió Israel retirándose a indagar, encontró a Clara en el jardín tomando el sol y un poco pensativa.

 

-¿Qué le sucede ahora su majestad? Preguntó Israel.

-Nada Israel, solo que no sé si hice lo correcto.

 

- ¿Qué es lo que hizo ahora su majestad?

 

-Alejé de mi a mi primer y único amor.

 

- ¿Único? No estoy de acuerdo con eso, pronto llegará el indicado.

 

- ¿El indicado? Estás olvidando que me tengo que casar con alguien que ni siquiera conozco, no tendré tiempo para que llegue el “indicado"

 

- ¿Quién era la persona con la que se encontró esta tarde? Preguntó Israel sin rodeos.

 

- ¿De qué hablas Israel, acaso me seguiste? Respondió Clara sorprendida.

 

-Sé que no debía haberlo hecho su majestad, pero... no puedo dejarla sin guardaespaldas.

 

-Gracias por tratar de protegerme Israel... esa persona es mi primer y único amor, con el que no me volveré a ver jamás en mi vida.

 

- ¿Está segura su majestad? Podría ser que él y usted en realidad están destinados, recuerde que la vida da muchas vueltas.

 

-Si, Israel... estoy segura que nunca en mi vida lo volveré a ver.

 

-Yo creo en el destino, así que yo que usted no estaría muy confiada de que no lo va a volver a ver, por cierto su madrastra la está esperando en la biblioteca.

 

-Yo no lo llamaría destino, más bien casualidad, voy a ver que quiere mi madrastra. Dijo Clara tomando muy poco en cuenta las palabras de Israel.

                                            ***

 

Alex tenía el corazón destrozado, la única chica a la que había querido se le iba, ahora había vuelto a su triste realidad, el matrimonio forzado y pagar por una deuda que ni siquiera era suya.

 

-¿En que piensas? Preguntó Fernanda mientras tomaba asiento en uno de los sofás de la habitación en la  que se encontraba Alex.




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