Destinada a amarte

Reina, corazón de hielo.

Un espejo, poca iluminación, una mirada oscura y vacía, Alex se encuentra observándose en el espejo, alcanza a distinguir facciones muy parecidas a las de su nana, nunca se había imaginado los secretos que guardaba aquella mujer que ahora se encontraba en una ataúd, sale del baño y se dirige con paso firme hacia su hermano, al llegar le extiende la carta para que lo lea.


Cristian lo lee y mira a Alex con ojos de sorpresa.


-¿Tú sabías todo? Pregunta Alex con la voz apagada.

 

-Yo... no... no se... Titubea Cristian.

 

-El silencio otorga. Responde Alex rápidamente. -¡Tú lo sabías todo! ¡Sin embargo lo callaste! Dice Alex gritando. 


De inmediato todas las miradas se posan sobre ellos dos.

-¡Vámonos! Hablamos en la casa. Responde Cristian levantándose de la silla.

 

-¿Por qué quieres hablar en casa? ¡Dilo, ahora, diles a todos aquí presentes que soy el hijo de la señora que está muerta! Grita Alex dejándose escuchar de todos.
Empiezan a escucharse cuchicheos de los presentes.

 

-¡No he dicho nada, ya vámonos a casa! Responde Cristian enojado.

 

-¿Te da vergüenza decir que el príncipe de Órcega y futuro rey de Ovidia fue hijo de una empleada del palacio? Pregunta Alex llamando la atención de todos. -Y lo peor de todo es que me acabo de enterar, en el funeral de la que pensaba que era mi nana, pero resultó siendo mi madre. Grita lanzando reproches.

 

-¡Yo no sabía nada de esto, ya vámonos! Responde Cristian enojado.

 

Al llegar al palacio Alex se dirige al salón del trono, entra gritando y haciendo alboroto, el rey Fernando y la reina Daniela se sobresaltan de inmediato.

 

-¿¡Por qué entras de esa forma!? Pregunta Fernando.

Alex se dirige con paso firme hacia su padre adoptivo.

-¿Qué es esto? Pregunta Alex dándole la carta.

 

Fernando la lee y en sus ojos se refleja el terror de un secreto revelado, le da la carta a Daniela, ella también la lee al terminar se lleva una mano a la boca.

 

-Ha llegado la hora. Dice Daniela a Fernando en el oído.

 

-¡Díganme! ¿Qué es esto? Grita Alex ofuscado.

 

-Te diremos la verdad, pero después. Dice Fernando con voz firme y mandona.

 

-¡Cariño! Es hora de decirle la verdad. Dice Daniela tratando de convencer a su esposo.

 

-Después de que contraiga matrimonio con la heredera de Ovidia. Responde Fernando con el mismo tono de voz de hace unos momentos.

 

-No seguiré con el matrimonio si no me dices la verdad. Contesta Alex.

 

-¿Quieres escuchar la verdad? Dice Fernando con voz sarcástica. -La única verdad que existe es que eres mi hijo, creciste como tal... no hay más que decir. Dice Fernando.

 

-Está bien... usted reina Daniela ¿No tiene nada que decir? Pregunta Alex para ver la reacción de Daniela.


De inmediato la reina lo ve a los ojos, sin darse cuenta sus ojos estaban humedecidos.

 

-¿Reina Daniela? ¿Por qué me llamas así? Soy.. soy tu madre. Contesta Daniela entre sollozos.

 

-¿Mi madre? Nunca demostraste cariño hacia mi, y ahora comprendo por qué... lo único que quiero que sepan es que si no sé la verdad no seguiré con la farsa del matrimonio, tienen plazo hasta mañana, de lo contrario volveré a Ovidia por mis cosas y a cancelar el matrimonio. Dice Alex en son de amenaza y retirándose del salón del trono.

 

-Digámosle la verdad, ya sabe parte de todo, solo quiere escucharlo de nuestra boca... te conviene que le digamos, si no le decimos no pagará tu deuda. Dice Daniela dirigiéndose a su esposo.

 

-Si le decimos estaremos cumpliendo un capricho. Contesta Fernando.

 

-Un capricho más un capricho menos que más da, siempre le hemos cumplido sus caprichos. Responde Daniela.

 

-Yo no le diré nada, si tu quieres ve y dilo, pero nada de esto tiene que salir a la luz. Dice Fernando.

 

-Vuelvo en un minuto entonces, voy a conversar con Alex. Contesta Daniela.


Daniela sale del salón del trono y va hacia el cuarto de Alex, golpea.

 

-¿Puedo pasar? Pregunta Daniela.

 

-No. Contesta Alex desde su cuarto.

 

-Te diré la verdad. Contesta Daniela.

 

De inmediato Alex abre la puerta y deja pasar a Daniela a su cuarto.

 

-Dígame la verdad reina Daniela. Dice Alex.

 

-No tienes porque llamarme así, no tendrás mi sangre pero si mi apellido, eso ya te hace mi hijo. Contesta Daniela con su voz suave pero firme.

 

-Si cuando creía ser tu hijo no me demostraste cariño, ahora que ya lo sé deja de fingir. Contesta Alex con reproches.

 

-Si tanto quieres saber la verdad, deja de herirme, de lo contrario no te la diré. Contesta Daniela, sentándose en la cama de Alex.




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