-Me siento libre, sin ninguna atadura, sin ninguna preocupación, otras mujeres en mi situación estarían devastadas, pero creo que mi relación con Sebastián ya no podía seguir. Dice Clara mientras su madre la escucha.
-Se les veía bien a los dos juntos. Responde su madre.
-Las apariencias engañan mamá, así como ellos dos me engañaron. Responde Clara. -Cambiando de tema... tu me habías dicho que yo era adoptada, pero no me dijiste como llegué a tus manos.
-Fue una noche de abril, te dejaron en una canastita fina, en la puerta de la casa, lo único que traías era una ropita caliente y una pulsera roja... como no podía tener hijos de inmediato te acepté como mi hija primogénita y tiempo después nació tu hermana... esa historia ya la conoces.
-Lo único que no comprendo es que... por que después de tanto tiempo mis padres biológicos no me han buscado. Responde Clara con un poco de melancolía.
-Quizás te están buscando, deben estar arrepentidos por haber abandonado a una niña tan linda como tu. Responde su madre con ternura mientras le acaricia sus mejillas.
-Gracias mamá. Contesta Clara. -Voy a ir a dar una vuelta para despejar mi mente. Dice Clara.
Sale de la casa y empieza a caminar, llega al parque que quedaba cerca de su casa y se sienta en una de las banquetas y cierra los ojos tratando de relajarse, empieza a sentir el aroma a flores característico de la habitación que tenía en Ovidia, mientras tanto Alex se sienta en la banqueta que estaba junto a la de Clara, después de un rato los dos se levantan y empiezan a caminar, ambos pasan rosándose delicadamente las manos, pero sin darse cuenta que ambos estaban destinados.
Había pasado mucho tiempo desde que Clara salió de casa, había oscurecido y para llegar a su casa tenía que pasar por un callejón
.
En la salida del callejón estaban dos hombres muy ebrios, Clara camina rápido pero los dos hombres se le cruzan, Clara se queda pasmada sin poder caminar.
-¡Déjenme pasar! Dice Clara espantada.
-Claro que no guapa, esta noche vamos a disfrutar contigo. Responde uno de ellos, mientras que el otro la tiene de los brazos fuertemente.
-Por favor no me hagan daño. Dice Clara entre sollozos. -Me estás lastimando. Dice Clara tratando de zafarse del hombre que la inmovilizaba pero cada vez que se movía la tomaba con más fuerza.
-¡Deja de moverte y coopera! Grita el que la sostenía, mientras el otro empieza a manosearla y besarle en el cuello.
-¡Me están haciendo daño estúpidos! Grita Clara enfurecida mientras le planta una patada en las partes bajas del que la estaba manoseando, él grita del dolor y enfurecido levanta la mano para golpear a Clara, ella cierra los ojos esperando el golpe, pero lo que Clara no ve es que alguien la acaba de salvar, aquella persona alcanza a tomarle la mano del hombre que iba a golpear a Clara.
-¿No escuchaste que la señorita dijo que le
dejaran en paz? Dice el salvador de Clara.
-¡¿Quién eres tu para decirme que hacer?! Grita enfurecido. -¡Ve a encargarte de tus asuntos! ¡Niñito rico!
-¡Ahora este es mi asunto y me estoy encargando! Contesta propinándoles algunos golpes a los malos sin darse cuenta que venían algunos amigos de esos dos maleantes que pensaban que Clara y su salvador los estaban asaltando todos empiezan a correr hacia ellos, el salvador de Clara lo toma de la mano y empieza a correr, como ella no sabía que hacer lo único en lo que pensó es en correr, ambos corren y corren hasta que ya no ven a nadie siguiéndolos.
-¿Quién eres? Pregunta Clara jadeando. -¿Por qué me ayudaste?
-Mi nombre es Alex y soy príncipe de Órcega. Contesta su salvador que también jadeaba. -Te salvé porque estabas desesperada pidiendo ayuda.
-¡¿Príncipe?! Si claro, y yo soy la reina de Ovidia. Contesta Clara en son de broma. -Gracias por ayudarme... mi nombre es Clara. Dice Clara extendiendo su mano.
Alex se queda perplejo, recordaba a Clara, estaba cambiada un poco, pero en sí seguía siendo la misma chica despistada y adorable de siempre, ella no recordaba nada de Alex, pero él tenía latente el recuerdo de Clara, ahora la tenía enfrente suyo, Alex siente ganas de abrazarla, de besarla, pero si hacía alguna de las dos cosas, Clara creería que Alex es como los demás hombres, que nada más quiere aprovecharse de ella.
-Do... ¿Donde vives? Pregunta Alex titubeando.
-Muy cerca de ese callejón en el que me salvaste de esos idiotas. Responde Clara rápidamente.
-Te acompaño a tu casa, puede ser que otros o los mismos idiotas quieran abusar de ti. Contesta Alex.
-Está bien. Contesta Clara.
Mientras iban caminando, Alex trataba de hacerle recordar algunas cosas sobre él y lo que había sucedido entre ambos, pero era en vano, ella no recordaba absolutamente nada.