Destinada [entre Impulsos y Lágrimas]

Capítulo 7

Revelaciones fuera de serie

Un estornudo se oyó por toda la silenciosa clase, provocando que los alumnos a mi alrededor giraran a mirarme. Sonreí sin saber qué hacer y seguí tomando los últimos apuntes del día. Los últimos apuntes y sería libre, sí, eso sonaba motivador. Volví a estornudar. Mierda. Estúpida alergia sin sentido.

Es primavera, sólo tú te enfermas en primavera.

Touché.

Mis ojos comenzaron a arder, no podía asistir a mi cita con Derek en estas condiciones. Definitivamente no. Todo el domingo me la había pasado ideando planes para sacarle la verdad de la lengua, logré llenar una bolsa entera de papeles con escrituras sin sentido y, aún así, no había llegado a ningún acuerdo con mi mente. Y yo no era de las que improvisaba, siempre que quería hacerlo me salía mal y sólo yo terminaba pagando las consecuencias. Además, esto era demasiado importante como para dejarlo a manos del estúpido destino.

Destino... no era más que una falsa. Maldito estúpido destino. Culpable de arrancarme a mis padres y dejarme en una desolada miseria. Estúpido destino.

Él no tiene la culpa de que hayas matado a tus padres.

¡Yo no los maté!

Avancé por la multitud que se arremolinaba en los pasillos, despidiéndome de Kate en el proceso y estornudando nuevamente.

—Deberías ir a un médico de una vez por todas —me aconsejó antes de marcharse.

Como si ellos pudieran darme una explicación que no fuera relacionada a un virus del aire o al estrés.

Caminé hasta mi departamento, pensando en las posibles maneras de actuar que podría tener para conseguir lo que quería. Por lo general, los chicos eran bastante predecibles y transparentes pero, con Derek, las cosas se me estaban yendo de las manos.

Me vi obligada a vaciar mi armario en busca de algún buen conjunto que usar puesto que él no había asistido a clases y, por lo tanto, no había podido preguntarle a dónde tenía pensado ir. Me negué a acercarme a su hermana para preguntar por él, aún seguía molesta con ella y, además, no le comentaría sobre mi cita con su hermano. Eso sería raro.

No sabía que esperar de Derek pero, pensando en las veces que lo vi contenerse estando junto a mí, cabía la posibilidad de que fuese alguien violento. Así que me decidí por un conjunto que me permitiese escapar en caso de que se diera que era algún tipo de asesino o miembro de una secta satánica.

Las apariencias verdaderamente engañaban.

Estuve casi una hora completa de reloj bajo la ducha, esperando que con el vapor de la misma pudiera deshacerme de la incómoda alergia con la que había amanecido, un viejo truco de abuelas o, mejor dicho, de mi madre. ¿Qué pensaría ella al verme en esta situación? ¿Qué pensaría ella de haberme visto en la preparatoria? Llevaba buenas notas a casa... pero en lo demás era un desastre. Siempre con esa nube depresiva siguiéndome a todas partes. Siempre pensando en ellos y en lo culpable que era.

De nada vale que te lamentes ahora, ellos ya están muertos y tú no pudiste hacer nada para evitarlo.

Limpié una solitaria lágrima que cayó mientras me vestía y busqué pensar en cualquier otra cosa que me impidiera deshacerme en un mar de lágrimas. Ahora no era momento. Tal vez después de la cita, si es que salía en una sola pieza.

No exageres.

En cuanto estuve vestida y asegurada de que mi alergia casi había desaparecido, salí hacia el comedor, donde me encontré a Brooke metida de lleno en cientos de libros e intentando que sus gafas no se cayeran por el puente de su nariz. Sonreí. Ella siempre negaría su uso de gafas, las odiaba y eso llevaba a que no quisiera gastar dinero en reformarlas.

—Trata de no quedar ciega, cuatro ojos. La semana recién comienza —canturreé.

Brooke sonrió sin dejar de leer y subrayó algo que parecía importante en su libro. Acto seguido, se quitó sus gafas y ajustó su coleta, mirándome con una sonrisa que indiscretamente me indicaba que era una perra.

—Todos tenemos nuestras cosas, querida Annie —me encaminé hacia la mesa, subiendo mis cejas en el proceso—. Yo soy la hermosa criatura inteligente y talentosa... y tú, tú eres la detective que descubrirá porqué maté a mi esposo dentro de treinta años.

Me crucé de brazos con diversión, mordiendo mi mejilla y subiendo los pies a una silla frente a mí.

—¿A dónde quieres llegar con todo esto?




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