El alcohol no es bueno para el despecho
—¿Dónde dijiste que estaba Brooke? Hace días que no la veo —Chloë dio un sorbo a su café y añadió—: ¿Por qué no me ha devuelto las llamadas? Ni siquiera me deja en visto, tiene el mismo número de siempre ¿no?
La verdad era que no sabía dónde se encontraba Brooke ni lo que podría estar haciendo, había salido mucho antes de que yo despertara y yo no me gasté en llamarla puesto que había dejado su celular sobre la almohada con una nota que decía «NO MOLESTES».
Y yo muy bien sabía que no se podía ayudar a quien no quería ser ayudado.
Pero sí se podía incentivarlo a buscar resguardo en alguien más.
En los últimos días había intentado acercarme un poco más a ella, algo que, hasta ese entonces, resultaba en vano puesto que la rubia me repelía como a las cucarachas.
Apenas volví de mi trabajo, el timbre sonó anunciando la llegada de Chloë, quien había decidido caer por sorpresa con la libre decisión de pasar el fin de semana junto a nosotras.
Para su desgracia, tuvo que conformarse sólo conmigo ya que Brooke parecía no tener intenciones de aparecer por nuestro hogar.
—Brooke ha estado un poco enferma, como ya te dije. Supongo que no tiene ganas de responder tus llamadas, ya sabes cómo es de quisquillosa con eso de verse bien a todo momento —mentí, sabiendo que sería una gran actriz—. No tengo ni idea de donde puede estar ahora.
Bien, al menos dijiste algo cierto.
Ella no se creyó del todo mis palabras pero decidió dejarlo pasar y comenzó a hablarme sobre la fiesta que la facultad de veterinaria daría en la noche, alegando que toda la ciudad estaría allí e invitándome a asistir junto a Kate, Thomas y Elisa.
Al oír su petición de que por favor la acompañara, no supe qué debía responder. Ya no me sentía digna de asistir o de hacer cualquier cosa normal para un universitario, como si toda mi vida fuera una farsa y mi único deber fuera entrenarme para luchar.
Pensé en los Donovan y en que mañana tendría entrenamiento con Shopie en vez de Derek ya que luego de aquella desastrosa cita, la ojiazul me había llamado para decirme que nadie sabía del estúpido plan de su hermano y que estaba tan enojada que a partir de ahora ella sería la que me entrenase.
No me negué.
No había vuelto a cruzar palabra con Derek y una parte de mí lo extrañaba a más no poder, pero otra parte no dejaba de reprocharme lo estúpida e ingenua que había sido, diciéndome que todos aquellos momentos no habían sido más que numeritos suyos para conquistarme. ¿Qué era lo peor de todo? Qué lo había logrado.
De repente me vi en la necesidad de ir a aquella fiesta y olvidar todo, al menos por una noche, bajo los efectos del alcohol. Podía sonar absurdo y estúpido que pensara en eso pero a nadie le dañaba una pequeña cantidad de alcohol para olvidar y despreocuparse por una noche.
Y yo muy bien lo sabía.
Miré sonriente a la persona que tenía frente a mí y acepté sin vacilar, tapándome los oídos en cuanto la ojimarrón soltó un grito de júbilo al que le siguieron varios parloteos en los que supe entender que iríamos a su hogar para producirnos.
Pensé en que quería sentirme humana a pesar de no serlo, quería volver el tiempo atrás y jamás haber conocido a los Donovan ni a sus estúpidas noticias de lucha entre el bien y el mal, y no pude evitar sentirme un poco arrepentida por pensar aquello, los Donovan no tenían la culpa de que su hijo haya sido un completo imbécil.
Aparté cualquier tipo de pensamiento que tuviera que ver con cosas sobrenaturales y me centré en los vagos cotilleos de Chloë, asintiendo o riendo cuando se daba la ocasión. No me había dado cuenta de lo mucho que había extrañado nuestras tardes de risas y café acompañadas de cotilleos de media ciudad.
Inconscientemente me había alejado de las personas que me importaban y resultaba contradictorio puesto que lo que yo quería era protegerlas.
Las horas pasaban al igual que nuestros distintos temas de conversación, Brooke no volvía y comenzaban a impacientarme sus extrañas ausencias, no quería imaginar que era lo que Zack le había mostrado para que de un momento al otro cambiara totalmente su actitud.
Me encontraba frente a mi armario metiendo distintas prendas con las que podría vestirme en la noche aunque la mitad ni siquiera las considerara como opciones. Al terminar, me giré hacia Chloë con una sonrisa de oreja a oreja, dispuesta a marcharme inmediatamente de aquel enervante departamento.