Destinada [entre Impulsos y Lágrimas]

Capítulo 20

Manipulación

Mi respiración estaba completamente sobresaltada y mi corazón bombeaba con más fuerza que nunca. Tenía la cabeza levemente gacha, mirando hacía mis piernas cruzadas y mis dedos incrustándose con fuerza en mis muslos, logrando rasgar la tela de mi pantalón.

¿Todo fue un sueño?

Tragué saliva y levanté mi mirada a la vez que fruncía el ceño a causa de la luz penetrando en mis ojos, sorbí mi nariz al tiempo que clavaba mi mirada en el espejo frente a mí.

Aquello no fue un sueño.

La sangre seca en mis sienes, las heridas en mis brazos y los moretones sin sanar en mi cuello eran la prueba de que claramente nada había sido un sueño. Había otros detalles que lo confirmaban, como el hecho de mi desastrosa apariencia, el dolor presente en todo mi cuerpo o la paz mental que sentía conmigo misma.

Logré perdonarme.

Me levanté con cuidado, acercándome al espejo más cercano y deshaciéndome del desastroso moño para luego volver a atarlo con más detalle, inspiré profundamente mirando hacia el espejo que hacía de piso y una sonrisa de incredulidad se plantó en mi rostro mientras negaba: había ganado una batalla conmigo misma y no todos los días se podía decir eso.

Volví a elevar mi vista para centrarla en los hematomas y heridas que por alguna extraña razón no se curaban por sí solos como solían hacer los demás, toqué con las yemas de mis dedos allí donde se presentaba y pude ver como mis ojos se volvían azules al tiempo que pequeños destellos invadían mis heridas, sentí leves cosquilleos, cerré mis ojos y sonreí al abrirlos y ver que mis heridas ya no estaban.

Me quedé parada frente al espejo sin saber qué hacer, ya no sentía el olor a azufre y, por lo que se notaba, no había ninguna puerta, ventana, ni salida.

—¿Por dónde llega el oxígeno? —susurré para mí misma.

Una risa ahogada junto con un delicioso aroma a menta me hicieron girar repentinamente, casi a la defensiva. Casi.

Un sonriente Mike se encontraba apoyado en uno de los espejos, resultaba raro no verlo reflejado en ninguno de los seis que daban forma a la habitación, su aroma no dejaba de invadirme, era tan mentolado que hasta podría haberle pasado la lengua por la mejilla de no ser que era... Mike.

El vampiro volvió a reír, esta vez dejando escapar su gran carcajada, sus ojos se achinaron a la vez que reía y no pude evitar morder mi mejilla para no contagiarme de su gesto.

—¿De qué te ríes? —pregunté brusca mientras me cruzaba de brazos.

—Aquí no hay oxígeno, niña —fruncí mi ceño sin entender y él se enderezó levantando su dedo índice—. Es una habitación hecha de espejos. ¿Acaso vez algún orificio por el que pueda entrar aire?

—¿Y cómo se supone que yo estoy respirando? —contraataqué elevando una ceja de lo más astuta.

—Oh... no estás respirando, pequeña —Mike sonrió burlón—. Sólo estás ejerciendo la acción de respirar como estás acostumbrada, pero presta atención, ¿acaso sientes el aire llenar tus pulmones?

Me removí en mi lugar, pasando mi peso de una pierna a la otra, me concentré en inhalar y... era cierto, no había oxígeno llenando mis pulmones.

—¿Dónde está Zack? —traté de ignorar lo ahogada que había salido mi voz.

Mike se llevó una mano a su barbilla, pensativo, y luego elevó sus hombros—. Un trato es un trato —dijo, restándole importancia.

Lo miré impactada, ¿Zack realmente cumpliría su trato? No, imposible. Si hizo que luchara contra mí misma es porque algo esperaba, no iba a tener tanta suerte de estar en paz, nadie la tiene y menos en tiempos como éstos.

Le pregunté a Mike cómo salir de aquel cuarto, el vampiro se limitó a sonreír para luego girar en sus talones y golpear el vidrio. Me miró sobre su hombro al tiempo que elevaba una ceja y sonreía a medias, pronto pude ver como la extraña pared espejada comenzaba a elevarse, dejando un lúgubre pasillo iluminado por unas pocas antorchas. Arrugué mi nariz al sentir la humedad impregnada en el ambiente, di unos pocos pasos hasta quedar junto a Mike y lo miré interrogativa.

—Sigue derecho y te encontrarás con dos pasillos, toma el de la izquierda y pronto encontrarás una escalera que te llevará al exterior —indicó con tono monótono.




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