Destinada [entre Impulsos y Lágrimas]

Capítulo 32

Domingo, 18 de noviembre de 2018
Día de la Gran Batalla

El primer rayo de sol acarició mis párpados cerrados, haciendo que éstos se fruncieran antes de abrirse por completo.

Aquel rayo de sol era muy significativo, tal vez no para la mayoría de las personas, las cuales iniciarían su día pasada gran parte de la mañana. Pero... para mí, que no había pegado ojo en toda la noche y que me encontraba sentada en el borde de la azotea hacía más de tres horas... ese primer rayo de luz lo significaba todo.

Significaba el comienzo de un nuevo día, sí, eso estaba más que claro, pero hoy era "El Día".

Hoy era el día en que firmaría la sentencia de muerte de muchos que no merecían existir.

O ellos firmarían la nuestra.

Encabezaría una batalla junto a dos poderosos arcángeles, uno al cual estaba más que segura que no le agradaba y otro al que mi novio le tenía celos. ¿Celos de qué? Sólo él podría saberlo. Y no sólo era eso, sino que ángeles (caídos también), licántropos, vampiros y humanos estarían detrás mío, según Derek, asegurándose de que nada me pasara porque (otra vez, según Derek) yo era la única capaz de destruir a mi hermano.

¡Destruir a mi hermano!

Aquellas palabras sonaban horribles. Sí, él era malvado y ni siquiera lo conocía, pero eso no quitaba el hecho de que era mi hermano. ¿Y si él estaba decepcionado por el hecho de que los arcángeles no lo salvaran a tiempo? ¿Y si su niñez junto a demonios fue demasiado traumática? Nadie nace siendo malo, por más parte demoníaca que se pueda tener en el cuerpo... nadie lo es a menos que se elija serlo. Él lo eligió, pero probablemente fue porque estuvo influenciado por todos esos... demonios.

Y también es probable que Selina y yo hayamos elegido el bien por estar influenciadas por los ángeles, no voy a negarlo, sé que ellos hicieron todo para que los eligiera pero creía tener la muy buena educación de mis padres como para saber qué está bien y qué no.

El bien no es exactamente el bien y el mal no es exactamente el mal.

Siempre lo repiten y comenzaba a entender porqué.

Matthew no era malo, al menos no completamente, él también tenía una parte angelical, yo vi como sus ojos se volvían azules al quitarme dolor aquella vez que lo conocí, estaba haciendo una acción buena en beneficio a mí. Las razones que lo llevaron a hacerlo no importan, pero lo que sí importa es que sus ojos estaban azules, ¡azules! Matthew también es bueno, una mínima parte de él lo debe ser.

Además... ¿Matar a mi hermano en su cumpleaños? ¿En el de Selina? En... ¿el mío? ¿Qué tan deshonroso es eso?

Dudo que tú tengas honor. ¿Desde cuándo te importa el honor?

Solté un suspiro, meditando qué haría con Brooke, definitivamente no la dejaría sola, no a tan pocas horas para... la batalla. Temía que la secuestraran o le hicieran algo, nuevamente. Anoche, después de volver de la casa de los Donovan, ella misma me esperó con películas y comida chatarra, algo que sin dudas me sorprendió pero que no rechacé, hacía tanto tiempo que esperaba que ella se abriera a mí como solía hacerlo que verla así me alegró en sobremanera. Me sorprendí cuando estuvo a punto de confesarme lo que le había ocurrido pero los hipeos y lágrimas no la dejaron. Ella tenía miedo, y yo haría todo por proteger a mi amiga.

La dejaría con Kate y Thomas, toda su familia se reunía con la pastoral los domingos a pasar el día y daba la buena casualidad de que aquel domingo los hermanos habían decidido asistir. Si ellos estaban en el jardín de una iglesia sería imposible que les hicieran algo, a todos. Solo me faltaría cerciorar que Chloë definitivamente había partido a su viaje de estudios gracias a sus buenas notas y todo saldría casi perfecto.

No sería tan difícil convencer a los Williams de que acompañaran a su hija a la iglesia, ellos también se merecían seguridad.

Mi pecho se expandió al saber que ya tendría algo menos en lo que pensar, parecía que los rayos de sol estaban de mi lado también, casi hasta podía jurar que me sonreían.

Te estás volviendo loca.

Pero, como siempre, una vocecita maligna en mi cabeza me susurró que no serviría de nada que ellos estuvieran a salvo si se perdía la batalla.

Y tenía razón.

Un ligero tacto en la punta de mis dedos me hizo salir de mis pensamientos para mirar al vampiro a mi lado. Estaba tan perdida en mi cabeza que hasta había olvidado su presencia. Sonreí con suavidad y él imitó mi acción, haciendo que su perfil, levemente iluminado por los rayos de sol, se volviera aún más hermoso. Pagaría millones a cualquier artista que fuera capaz de captar la mirada de amor que el chico frente a mí lograba brindarme.




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