CAPÍTULO 08
LO QUE depararía la noche no lo sabía. Pero lo que sentiría cuando volviera a ver a esos animales... A lo mejor no estaba preparado. Una larga hilera de Hummers negros se dirigían a Dadorī. Él iba en el primero con su abuelo MinJoon, SeungHyun y Hakyeon. Kyungsoo miró hacia atrás y SeungHyun le guiñó uno de sus ojos leonados.
—No estés nervioso. No se acercarán a ti —le aseguró él.
Ojalá pudiera estar tan seguro. Jongin era intimidante y fuerte. No hacía falta tener facultades sobrenaturales para adivinar lo poderoso que él era. Aunque Kyungsoo no lo temía. No era eso. Él lo había hecho sentir sucio y muy vulnerable. Y no quería volver a sentirse así nunca más. Le había hecho daño físicamente, pero el dolor más profundo corría por dentro.
Su primera vez... Cerdo. Lo había obligado con sus caricias a disfrutar con él. Y eso era confuso y enloquecedor para Kyungsoo.
—Kyungsoo, arrancarás el mango de la puerta si sigues apretándolo así —observó MinJoon con su ya tranquilidad habitual.
—Oh, perdón —apartó la mano de allí y la puso sobre sus piernas. Había tirado la ropa que le dieron los vanirios. A cambio su abuelo MinJoon ordenó a sus asistentes personales que hicieran una visita relámpago a las tiendas más selectas de Japón y compraran un vestidor entero para todo el año para Kyungsoo.
MinJoon le había explicado que su familia había tenido un nombre importante dentro de la aristocracia. Supieron hacer grandes inversiones y acabaron enriqueciéndose más de lo debido, cuando se revalorizaron los terrenos de Japón. Él en particular había heredado propiedades y terrenos de sus predecesores, así que vendió y literalmente se forró.
Podía vivir plácidamente de los intereses que le daban al mes los bancos, sólo con lo que tenía a plazo fijo, pero él, que era inquieto, compró una flota de barcos para estudiar el fondo marino y rescatar tesoros perdidos. Había encontrado ya miles de piezas preciosas, vendiéndolas algunas en el mercado negro, otras guardándolas en el sótano de su casa, y las demás donándolas o vendiéndolas al estado.
—¿Qué talla usas, precioso? —le había preguntado su abuelo mientras hacía esperar a su asistente al teléfono. —Y no me niegues este capricho, Kyungsoo. Tómatelo como un regalo de cumpleaños.
—No es necesario, abuelo. Podríais ir a Busan y traerme todo lo que tengo allí. Incluido mi perro —cómo lo echaba de menos. —Necesito a mi perro —musitó.
—Ya irás, cariño. En cuanto se aclaren las cosas, pero mientras...
—De acuerdo —dijo a regañadientes. —Un 39 de pie y una M de todo. De arriba y de abajo. 38 de cintura. Mido un metro con setenta.
—Esta bien — hablo MinJoon con una sonrisa.
Más tarde MinJoon lo llevó por aquella mansión de estilo Victoriano, forrada toda de madera por el interior y lo guió hasta un salón comedor decorado con muebles caros y exclusivos. Al fondo del salón y cobijado por una serie de butacas de la regencia había una chimenea. Y sobre la chimenea un retrato de familia. MinJoon, su pareja Dai y su hija Taeyeon.
Cuando Kyungsoo paró enfrente del cuadro no pudo reprimir las lágrimas. Supo de quién se trataba nada más verla. Su madre debería de tener unos siete años. Llevaba dos coletas recogidas con lazos rojos a ambos lados y un vestido rojo y blanco de graciosos volantes bordados en los hombros. Estaba sentada sobre la pierna de MinJoon y le pasaba un bracito pequeño por encima del cuello del hombre. A su lado su otro 1abuelo Dai cogía la mano pequeña de Taeyeon entre las suyas.
Taeyeon tenía los ojos muy grandes y expresivos, de un color verde intenso, labios gruesos, una nariz fina y un hoyuelo en la barbilla.
Kyungsoo se rozó la barbilla con la mano y halló esa marca parecida a la de su madre. Lo sabía, venía de ella. Venía de MinJoon. Y los ojos rasgados y cafes vendrían por parte de su padre JaeWook, porque los tres del retrato los tenían fascinantemente verdes. Las pestañas negras y rizadas y los pómulos altos eran herencia de su abuelo Dai. Pero de la nariz para abajo era de MinJoon.
Sintió ganas de abrazar el cuadro, pero como no podía hacerlo se giró y apoyó la frente en el pecho de su abuelo. MinJoon enseguida lo cubrió con sus brazos y lo consoló.
—Él abuelo era precioso ¿Qué le pasó? —preguntó con la voz entrecortada.
—Murió en una pelea hace casi cuarenta años de los vuestros. Este retrato nos lo hicieron un mes antes de que falleciera.
—¿Cómo murió? —sintió que MinJoon se tensaba. —No importa, abuelo, no hace falta que...
—En una cacería contra los Dona-Madadh. Los vanirios entorpecieron la pelea y lucharon contra nosotros y contra los Dona-Madadh y él... Cayó por error —apretó la mandíbula. —Uno de los lobeznos lo mató.
—¿Habéis tenido muchos enfrentamientos con ellos?
—A menudo. Aparecen mucho en la zona céntrica de Bāmingamu. Allí hay mucha energía joven y eso les llama la atención, igual que a los Nosferátums.
—¿Fue allí donde murió él abuelo?
MinJoon asintió observando el rostro hermoso de lo que fue su hombre.
—Estábamos haciendo guardias por grupos. La noche parecía tranquila, o al menos eso creímos nosotros. Cuando aparecieron los Dona-Madadh en escena, nos quedamos sorprendidos. Se levantó una batalla campal. Otros grupos de vanirios, se unieron a la pelea y se abrieron tres frentes. Los vanirios luchaban contra nosotros y contra los lobeznos. Nosotros, debido a nuestra animadversión, también luchamos contra los vanirios y contra los lobeznos. Y los lobeznos luchaban contra ambos. Fue una de las pocas noches en las que nuestras parejas accedieron a acompañarnos en nuestras guardias nocturnas.
—¿Por qué no iban con vosotros más a menudo? ¿No son guerreros como vosotros?
MinJoon la abrazó más fuerte y le sonrió.
—Ah, pequeño... Nuestras parejas berserker es un imán de tentacion para cuelquiera que los mire. Todavía no sabes cuál es tu poder. Imagínate. ¿Cómo íbamos a proteger a los humanos, teniendo los instintos divididos entre la protección hacia nuestras parejas y la de ellos? Y lo peor: ¿cómo íbamos a querer defender a los hombres, cuando estos mismos tiraban los tejos e intentaban seducir a nuestros amantes? La cuestión es que aparecieron más lobeznos de los esperados y, más tarde, se les añadieron Nosferátums que olieron la sangre a distancia. Dai y tres más cayeron en manos de los vampiros.
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Editado: 12.05.2023