Jongin se miraba a través de los cristales oscuros del salón cómo se ponía el sol. Después de que Kyungsook lo rompiera, tardaron unas horas en mandar a alguien a que lo arreglará. Sobre todo porque el sistema de las ventanas era especial y las traían bajo pedido. Menos mal que era un vanirio quién las diseñaba. Con las manos en los bolsillos y su ancha espalda cubriendo casi todo el ventanal, pensaba en Kyungsook. Vestido con unos Dockers negros, zapatos de punta cuadrada de piel desgastada blanca y camisa blanca abierta hasta el pecho y remangada sobre los duros antebrazos, estaba dispuesto a matar a más de una de un infarto.
Pero él sólo pensaba en una persona. Su piel, sus manos, sus dedos olían a Kyungsook y ansiaba verlo.
Hoy volvería a buscarlo. Nunca antes había maldecido su imposibilidad de salir al sol hasta que vio cómo él salía corriendo a través de la ventana que daba al jardín. Kyungsook.¿Estaría bien? ¿Con quién estaba? Y lo más importante ¿qué le estaba pasando? Cuando la noche anterior se comunicó con él, parecía sufrir, sufrir de verdad, pero su mente estaba descontrolándose y Jongin sólo veía destellos de energía. Necesitaba verlo otra vez.
Desde que le había hecho el amor... No. Meneó la cabeza. Eso no era hacer el amor. No con un chico inocente en su primera vez. Pero todo fue confuso con él desde el principio. ¿Quién se iba a imaginar que él no tenía nada que ver con las actividades de Seo Joon?
¿Y quién se podía imaginar que él era virgen? Madre mía, si verlo caminar, era casi pecado.
¿Por qué nadie lo había tocado antes?
Tenía que hacerle tantas preguntas...
Dejó de pensar en el mismo momento en que notó la energía de Kyungsoook cerca de donde él estaba.
Leo, Chanyeol y Sehun lo llamaron a gritos.
—Jongin... —aparecieron gritando por la puerta que se comunicaba con los subterráneos. Chanyeol respiraba agitado. —Perros.
—Los noto —dijo Jongin mientras salía por la puerta que daba al jardín. Ya había oscurecido, vía libre. Olía a los berserkers entrar en su territorio y no le gustaba nada.
Pero también sentía a Kyungsook. Sus olores se mezclaban, pero el suyo, el de Kyungsoook, era inconfundible y todavía más potente que antes. Lo iba a volver loco. ¿Y si lo habían cogido porque él olía a vanirio? ¿Y si lo habían torturado o dañado de algún modo?
—Coge el coche, Jongin. A veces los ciudadanos nos ven sobrevolar la zona y es difícil desmentirlo diciendo que sólo son cuervos —sugirió Sehun. —Vuela cuando sea necesario, no ahora.
Jongin agradeció el consejo de su hermanito, nervioso como estaba podría haber volado en plena exhibición de globos y le hubiera dado igual si le hubieran visto. Así que cogió su Cayenne negro y los invitó a que montaran. Apretó el embrague, puso primera y salió de allí derrapando.
—¿A qué han venido? —preguntó Leo crujiéndose los huesos de los nudillos.
—No lo sé —contestó Jongin. —Percibo a Kyungsook cerca, pero no puedo entrar en contacto con él.`` Kyungsook, déjame ayudarte ahora. ¿Dónde estás?´´
Se sentía tan impotente respecto a él. Nadie había escapado de su control, de su poder mental. ¿Por qué diablos él no respondía?
Kyungsoo estaba apoyado en el inmenso maletero del Hummer de su abuelo. Todos los berserkers lo rodeaban protegiéndolo. Tenía a MinJoon a un lado y a SeungHyun en el otro.
Observó que todos vestían con ropas holgadas, casi dos tallas más grandes de lo que les tocaba a cada uno. Le recordaba bastante a la ropa que se hace servir en capoeira. Pantalones anchos y camisetas con tirantes elásticas. Y, además, iban descalzos.
SeungHyun miró cómo él los observaba y sonrió.
—Es para nuestra transformación, bonito. Crecemos un poco.
Kyungsoo levantó la cabeza para mirarlo, era un poco más bajo que Jongin, pero igual de grande y esbelto. Guapo y muy seductor.
—¿Cómo cuánto crecéis?
—Casi veinte centímetros más en alto y en ancho. Las ropas se nos rompían y las desgarrábamos en nuestra conversión. No dábamos para prendas de vestir. Así que pensamos que sería conveniente utilizar ropa más funcional y elástica en nuestras peleas.
—Entiendo —sonrió mirándole a los ojos. —Pero aquí no os vais a pelear —titubeó en su afirmación, —¿verdad?
—Nunca se sabe... —se encogió de hombros.
—Ni hablar, SeungHyun . No podéis —salió su vena dominadora. —No quiero que nadie se haga daño.
SeungHyun sintió que se le hacía un nudo en el estómago. Kyungsoo desprendía una energía consumidora en un radio demasiado grande.
—Kyungsoo, deberías tener cuidado con tus nuevas facultades. Desprendes mucha energía.
—¿Tengo que ofenderme? —no era un comentario demasiado bonito.
—Ni mucho menos. Pero no sé si te das cuenta de que eres el blanco de todas las miradas allá donde vas. En la autopista casi provocas un accidente cuando el conductor de uno de los coches que iba a nuestro lado, se ha quedado prendado mirándote y tú le has mirado a él con esos ojos violeta... Por Odín, casi se sale de la carretera.
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Editado: 12.05.2023