destinados

capítulo 2

Mi madre prácticamente corrió hacia él y le extendió la mano con mucha amabilidad, mis pies se movieron por si solos y me presenté sin ningún ánimo, Jeremy agarró mi mano y respondió con amabilidad, pero también con un poco de indiferencia, la soltó rápidamente y miró a mi madre quien tenía una sonrisa de oreja a oreja.

—Bueno, las llevaré a sus habitaciones para que descansen un poco —dijo Xander con amabilidad.

Evitando el cuerpo del hermoso joven caminé detrás de él con mi madre a mi lado susurrándome al oído cosas que en ese momento no entendía, caminamos varios pasillos hasta que nos detuvimos frente a una puerta.

—Alice, esta es tu habitación —Brooke me miró con una sonrisa—, esta es tu llave —se separó de Xander para entregarme una llave plateada.

Agarré la llave y abrí la puerta, inmediatamente ingresé lo primero que noté es lo amplía que era, la cama era de dos cuerpos y había un enorme tocador junto a un armario de roble y una pequeña biblioteca con varios libros.

—Te dejaremos sola para que descanses —dijo Xander.

—Gracias —le respondí sin mirar a nadie.

Cerré la puerta instantáneamente, corrí hacia el espejo y noté que un rubor se me había pintado en las mejillas, ¿Por qué había supuesto que ese hermoso hombre me prestaría atención? Solté el aire que tenía guardado en mis pulmones y caminé hacia el baño, necesitaba una ducha urgentemente, me desnudé y me metí en la ducha, el agua tibia me mojó y mi cuerpo se relajó solo un poco, agarré el jabón líquido con olor a flores y lo esparcí por todo mi cuerpo, cuando el jabón se había retirado de mi cuerpo salí de la ducha y agarré la toalla que estaba colgada a un lado, la amarré alrededor de mi cuerpo y salí del baño.

Me acerqué al enorme armario y al abrirlo me tranquilicé al ver toda mi ropa colgada, agarré una camisa color crema de botones y un pantalón de mezclilla, me acerqué al espejo y quité todo el lápiz negro que se había corrido por el agua, solo me coloqué un poco de delineador y un labial suave, peiné mi cabello y decidí dejarlo suelto, me levanté de la silla y me asomé a la ventana, el cielo se estaba oscureciendo y hacía un poco de frío, era tranquilizador tanta paz, pero el ruido de alguien golpeando la puerta llamó mi atención, me acerqué a la entrada y giré la perilla, cuando la abrí Brooke estaba parada con una enorme sonrisa.

—¡Alice! Vengo a que me cuentes todo.

—Me lo supuse, eres una chismosa —la acusé señalándola.

—Cállate —empujó mi dedo hacia un lado—. Te recuerdo quien estuvo contigo una semana viéndote comer helados y chocolate.

—Lo sé, lo sé —dije entre risas—. Adelante, entra.

Me hice a un lado y ella rápidamente entró, se arrojó a la cama y yo caminé rápidamente a su lado.

—Ahora sí, cuéntame que ha pasado.

—Dice que quiere volver conmigo, llega a la casa y comienza a tirar piedras a mi ventana a media noche, cuando estoy en la cafetería del club se me acercan personas con postres y comida diciéndome que él lo manda, a veces llegan flores a la casa y ni hablar los mensajes que me envía al correo electrónico.

Brooke soltó una carcajada.

—¿Si está tan desesperado por estar contigo por qué te engañó? —preguntó sin dejar de reír—. ¿Y tú qué haces a todo eso?

—Siempre lo rechazo, no me interesa estar con un hombre que no me valoró y mucho menos cuando me engañó con la que yo creía que era mi mejor amiga, además quiero ir de compras, no tengo vestido para tu boda, tú prometiste que me lo comprarías —dije tratando de cambiar el tema.

—Lo sé, lo sé, saldremos mañana temprano, hoy saldré con mi prometido, ¿Viste a su primo? Es demasiado sexy ¿Cierto? —me dio suaves palmadas en el brazo.

—Demasiado sexy para mí —dije de mala gana.

—¡No te atrevas a decir eso! Tú te mereces a alguien como él —dijo con un poco de rabia, ella siempre odiaba que yo me bajara la autoestima—, aparte estoy segura de que tú le gustas —me guiñó el ojo.

—¿Estás loca? Por supuesto que no —la cuestioné un poco incrédula.

—Claro que sí, cuando caminaste a su lado noté que no te quitaba la mirada de encima —se le pintó en la cara una sonrisa triunfante.

—Por favor no me ilusiones —le pedí aún incrédula.

—Ya lo verás, por eso —se acercó más a mí—. Vamos a comprarte un hermoso vestido y te maquillarán para que quedes como una reina el día de la boda.

—Está bien —ese comentario me hizo reír—. Ahora, cuéntame todo sobre tu futuro esposo.

Sus ojos se iluminaron.

—Es perfecto, es dueño de un gran viñedo, tiene mucho dinero y demasiado sensual —se regodeó.

—¿Y por qué tanto misterio? —pregunté algo confundida.

—Porque quería que fuera sorpresa —ella hizo un puchero.

—Muy buena sorpresa, pero ahora quiero ver tu vestido de novia —me levanté de la cama de golpe.

—¡Por supuesto! —se levantó de un brindo y me jaló del brazo con una increíble fuerza, antes de salir agarré la llave que estaba sobre el tocador y corrí detrás de ella. 

Cuando llegamos a su habitación se aseguró de que su prometido no estuviera dentro y me hizo una seña de que podía entrar, entré silenciosamente y mis ojos se abrieron de golpe al ver la enorme habitación, las paredes eran de un color gris y la cama color blanca con sábanas grises, los muebles combinaban con la cama y había un armario de tal vez el doble de grande que el mío.

—¿Qué te parece? —preguntó dándome otro manotazo, lo estaba tomando como costumbre.

—Es demasiado hermosa —le respondí aún hipnotizada.

Entró a una pequeña puerta que estaba al lado del armario y sacó un maniquí que traía puesto un vestido de novia, el corsé tenia encaje hasta el cuello, la falda era amplia y romántica como de princesa y tenía mangas de encaje.

—¡Me encanta! —dije sin pensarlo.

—No sabes cuánto deseo colocármelo —me confesó ella acariciando el encaje.




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