Destinados

Capítulo 2

Después de dos semanas me di cuenta de los problemas que tenía Ángel y quise ayudar, al que se había convertido en un padre para mí.

-Ángel, ¿cuándo me vas a contar que pasa?- él me miró perplejo- me he dado cuenta de que tienes problemas.

-No es importante, ya lo voy a solucionar-dijo desviando la mirada y mostrando un tic en la ceja izquierda.

-Quiero echarte una mano- insistí probando mi suerte.

-Lo tengo controlado, no te preocupes- volvía a tener el tic, me estaba mintiendo.

 

Después de esa conversación supe que era peor de lo que imaginé. Cuando terminamos de cenar recogí y me fui a mi habitación. Está en el piso más alto, es muy amplia, con las paredes en un tono morado claro, el techo está inclinado mostrando la forma del tejado, con una ventana en el techo y otra con un banco en ella. La cama es grande y tiene muchos cojines.

Cuando me desperté Ángel no estaba, así que fui al taller por primera vez. Me costó llegar, está en un barrio muy distinto del que vive. Me quedé alucinada, había un Ferrari, un Maserati y una Harley-Davidson.

-¿Hola?- no se veía a nadie- Ángel, ¿dónde estás?- no conseguí respuesta, así que me dirigí hacia lo que supuse que era su despacho.

Llamé a la puerta y me abrió un chico alto, moreno de piel y pelo, con los ojos verdes, sus rasgos estaban marcados, su labio inferior era un poco más grueso que el superior.

-¿Tú quién eres?- me preguntó el chico que parecía tener los mismos años que yo, unos 18.

-¿Dónde está Ángel?- pregunté sin contestarle, cosa que pareció molestarle.

-No está aquí, si no quieres problemas vete- era un poco desagradable, pero llamó mi atención

-Si no está aquí prefiero esperar a que llegue- esto le descolocó al chaval- ¿cómo te llamas?- pregunté

-Eso no te importa niñita- me soltó el chico de ojos verdes. Se acercó poco a poco hasta llegar a la silla donde estaba sentada.- Todavía puedes irte sin tener problemas.

-Ya te he dicho que voy a esperar- me quedé sentada, no quería mostrar que me intimidaba su altura y cercanía.- ¿Conoces a Ángel?- pregunté

-No vas a parar hasta que conteste, ¿verdad?- le sonreí asintiendo a su pregunta- Soy Tyler, su sobrino, tengo un asunto pendiente y necesito su ayuda. Ahora te toca a ti, ¿de qué conoces a mi tío?

-Soy Artemisa y trabajo en la casa de Ángel-me mira raro sin entender- ah y también vivo con él- le aclaro

-Es una broma, ¿verdad?- se ríe el descarado- Seguro que te le estás tirando para que te mantenga- añade al ver que no contesto.

-No me importa lo que pienses de mí, pero de Ángel no pienses así eh

-¿Me estás amenazando?-me sonríe de manera arrogante- mejor cuídate las espaldas “niñita”, no sabes con quién te metes- elimina el espacio que hay entre nosotros y se agacha para quedar a mi altura.

-No me llames así, tengo un nombre y…-Tyler me tapó la boca para que no continuara.

-Calla-dijo susurrando. Retiró la mano que me mantenía callada.

-¿Qué pasa?-pregunté al ver su gesto tornarse serio.

-¿Has escuchado eso?- seguía susurrando.

-Sí, es un tío muy pesado que no se calla…- me detuve al escuchar un ruido fortísimo proveniente de la parte del taller.

 

Tyler y yo nos incorporamos a la vez. Me agarró, tiró de mí y me metió en el hueco de la silla del escritorio. Se llevó el dedo índice a los labios, indicando que me mantuviera en silencio. Él se fue hacia la puerta, manteniéndose a un lado de esta y se colocó en posición de ataque, esperando a quien creía el autor de los ruidos y la amenaza.




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