Artemisa
Me encontraba más cómoda que otros días. Empecé a moverme hasta que un gruñido hizo que parara de golpe.
Oh mierda.
Ahora recuerdo que sigo en el sofá y que me encuentro prácticamente sobre Tyler.
Tyler está tumbado hacia arriba, con un brazo se tapa la cara y con el otro me tiene abrazada a su lado. Yo estoy abrazada a Tyler, con la cabeza apoyada en su pecho y las piernas entre las suyas.
Intento levantarme pero aumenta su agarre impidiéndomelo.
-Tyler- digo en un susurro del que no obtengo respuesta – Suéltame, me quiero levantar.
-Hmmh – es lo único que escucho.
Intento apartar su brazo pero no lo consigo.
Levanto la cabeza y apoyo las manos en su estómago, que por cierto está duro. Ya no se tapa la cara pero sigue con los ojos cerrados.
-Vamos despierta- lo intento otra vez, pero nada.
Parece que está tranquilo, e incluso parece bueno así.
Alargo el brazo y con el dedo índice le toco la sien, voy bajando por su mejilla hasta terminar en su mandíbula.
-Estoy despierto- dijo abriendo los ojos- ya puedes quitar la mano.-suspiró Tyler.
-Entonces aparta tu brazo- le contesté.
Cuando le apartó me quedé sentada en la mitad del sofá.
Qué vergüenza… Cómo acabé encima de él.
-Será mejor que vaya a preparar el desayuno…
-¿Necesitas ayuda, Arte?- me dijo Tyler.
-¿Arte?- le pregunté.
Nunca me habían llamado así. Los amigos que tuve siempre me llamaron Misa, y no me gustaba nada.
-Es una tontería, no sé por qué te he llamado así- dijo mirando hacia otro lado.
-No, no lo es, es más me gusta que me llames así.
-Entonces así será a partir de ahora. Vamos, que te echo una mano.
Son las siete de la tarde, estoy nerviosa. Hace mucho que no voy a las carreras.
Me vestí con unos vaqueros negros, una camiseta blanca con cordones en el pecho, unas playeras blancas y la cazadora de cuero.
Cuando estuve vestida salí a buscar a Tyler. Me le encontré parado en medio de la sala mirando por la ventana. Estaba vestido con unos vaqueros una camiseta blanca y una cazadora de cuero…
Parece que nos hemos puesto de acuerdo pero no.
Tyler
Cuando me hube vestido recibí un mensaje.
De: Jack
Para: Tyler
Aquí ya está todo preparado… sólo faltáis tú y tu amiguita
Decidí no contestarle, y a los 5 minutos me llegó otro mensaje.
De: Jack
Para: Tyler
Está bien… ignórame, pero despídete bien no sea que haya un accidente.
De: Tyler
Para: Jack
Ya cállate IMBÉCIL
De: Jack
Para: Tyler
Parece que alguien se levantó con el pie izquierdo. Ya no te molesto más (por el momento).
Por qué tenía que escribirme el bastardo este. Es el primer día desde hace mucho tiempo que duermo de un tirón, que me despierto feliz. Y viene el otro y me jode el día.
Después de esa conversación los recuerdos me vinieron a la mente.
Era la Navidad de mi décimo cumpleaños. Todos los años nos reuníamos toda la familia en mi casa. El día de nochebuena fuimos mis padres y yo a comprar los preparativos para la comida del día siguiente. Fuimos al supermercado y me puse a llorar porque no me habían comprado los dulces que quería, iba en el coche gritando.
-Hijo, para de llorar.- dijo mi padre.
-Pequeño, ¿quieres que Roonie se ponga triste cuando lleguemos a casa?- preguntó mi madre con voz dulce.
-No… yo quiero mucho a Roonie- le contesté sorbiendo por la nariz.
-¿Vas a dejar de llorar para que no se ponga triste?-volvió a preguntar mamá.
-Sí, lo voy a intentar…
Algo me interrumpió a mitad de la frase.
Yo no entendía qué era, sonó un chirrido muy fuerte y después hubo un golpe.
-Mamá- la llamé con mucho miedo.
-Papá- él tampoco me respondió.
Se habían quedado dormidos, salía mucho humo del capó y olía a quemado.
Se empezaron a oír sirenas. Unos hombres vestidos igual me sacaron del coche.
-¡Aquí hay un niño, de unos diez años!- dijo uno de ellos cuando me vio.
Usaron una palanca para abrir la puerta de donde estaba sentado y me sacaron de allí.
-Tienen que ir a por mis padres- dije al ver que no les sacaban como habían hecho conmigo.
-Ahora les sacan mis compañeros, tranquilízate- me dijo uno de ellos que era más bajito.- Te vamos a llevar al hospital.
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Editado: 28.11.2018