Destinados

Capítulo 10

Tyler

Cuando me hube acercado más pude escuchar un fragmento de la conversación que estaban teniendo.

-Si te apetece un día podíamos dar una vuelta con las motos.- le dijo él.

-Estaría bien, aunque no te conozco de nada y sería precipitado.- dijo ella sonriendo.

-Bueno, pues si no quieres quedar no te voy a obligar.- dijo él.

-Eeh frena ahí- dijo ella riéndose- todavía no había dicho que no.

Pero qué mierda estaba pasando.

-Tío, ¡vaya carrera!- me dijo Aiden cuando me acerqué.

-¿Quién es ese?- le pregunté ignorándolo.

-Le he visto correr alguna vez, es bueno.- dijo encogiéndose de hombros.- Creo que se llama Edd o algo así.

-Ahora mismo salimos de dudas.- dije caminando hacia ellos.

-Tú, ¿quién eres?- le pregunté al chico, ganándome una mirada reprobatoria de Arte.

-Soy Ethan- dijo este con cara neutral. No me gustaba.

-¿De qué os conocéis?- volví a preguntar.

-Tyler para, qué bicho te ha picado- dijo Artemisa  enfadándose.

-No pasa nada, bonita.- le dijo a Artemisa.

Tranquilízate Tyler, que como siga así va a acabar mal.

-Nos conocimos en el acantilado, ella iba a saltar y no la dejé.- dijo el tal Ethan con una sonrisa.

-No digas tontadas.-dijo Arte dando un golpe al brazo de Ethan.-Yo no iba a saltar.

Les hice una seña a los chicos, que mantenían la distancia, para que se acercaran a nosotros.

-¿Habéis visto a Darren por aquí?-les pregunté a los chicos.

-Hace tiempo que no pisa por aquí- contestó Keanu.

-Vale, en cuanto hable con Jack nos vamos.-les dije a los chicos. Noté la mirada de Artemisa en mí.

-¿Me llamabas?-dijo el mismo Jack detrás de mí.

-Pues sí, por primera vez eres oportuno.-me giré para mirarle.- ¿Qué será lo próximo que tengo que hacer?-pregunté.

-Hay un pequeño cambio de planes. Te has vuelto muy aburrido y he encontrado a alguien más divertido, oh en este caso divertida.- dijo mirando a Arte.

-Ni de coña.- gruñí a Jack agarrándolo del cuello.- esto es entre nosotros.

-Entonces despídete de tu tío.-amenazó Jack.

-¿Qué quieres?- preguntó Artemisa.

-Hay muchas cosas que quiero que hagas.- dijo con una sonrisa torcida y asquerosa.

-Artemisa, nos vamos.-dije agarrándola del brazo.

-No, quiero ayudar y me da igual lo que digas.- dijo ella encarándome.

-Ya la has oído, suéltala, quiere ayudar y yo la puedo ayudar en eso.- dijo Jack.

No le aguanto más por hoy sin perder el control.

-Nos vamos. Y punto.- dije mirándola. La cogí por la cintura y la cargué en mi hombro hasta la moto. Iba pataleando y diciéndome que la soltase.

-Para de golpearme, no te voy a soltar.

-Tyler, déjame en el suelo.

-He dicho que no, que nos vamos. Si sigues así te vas a meter en problemas.

-Ay ya para. Soy mayorcita y sé lo que hago.

-Si sabes lo que haces no deberías meterte en el juego de ese hipócrita.

No dijo nada más, la monté en la moto y salimos hacia la casa. Pasamos todo el camino en silencio.

 

Artemisa

 

Yo quería ser de utilidad y ayudar a rescatar a Ángel, pero Tyler es tan cabezota que no me deja ni hablar con Jack.

No es justo. Él no es el único que puede hacer sacrificios. Me siento inútil así y voy a ayudar ya sea con o sin el consentimiento de Tyler.

Ángel también es importante para mí. En el poco tiempo que he estado con él me ha enseñado lo que es ser un padre. Ha sido y será mi figura paterna. Y no pienso quedarme de brazos cruzados esperando a que lo maten. No, si puedo hacer algo para evitarlo, lo que sea. Ya sea pactar con el diablo o ir al mismísimo infierno.

-¿No piensas decir nada?- me dijo Tyler cuando entramos a casa.

-Anda, háblame.- dijo, esta vez chocando su hombro con el mío.

Me agarró de la mano y me guio hasta dejarme sentada en el sofá.

-Te has vuelto muda o qué-Este chico es incansable.

Me giré a verle y se había sentado justo a mi lado. Estaba mirándome fijamente a los ojos. Pude apreciar que sus ojos verdes tenían destellos marrones hacia la pupila.

-No me gusta que hagas eso- le dije

-¿El qué?- preguntó confundido.

-Que me mires así, fijamente.- contesté apartando la mirada.

-¿Te pongo nerviosa?-dijo acercándose aún más.

-Pues cl-claro que no, imbécil.

-Qué cosas más bonitas me dices. Aunque yo veo lo contrario.-dijo todavía mirándome.

Poco a poco se iba acercando más y ya no podía dejar de mirarlo. Sus ojos ya no estaban posados en los míos, ahora estaban posados más

abajo, en mis labios.

Sólo nos separaban unos pocos centímetros. Y no sé por qué no me molestaba su cercanía. Normalmente me molestaría.




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