La ciudad había Sido nombrada así por sus inmensas y gruesas paredes de cristal. Por dentro la gente creía que aquellos muros eran necesarios para evitar una enfermedad mortal que habita en el aire del exterior.
Catalina quería evitar a toda costa llegar a este lugar, el recuerdo de haber sido emboscados afuera de esa ciudad, le causaba un malestar que le daba dolor de cabeza.
-Esto no hubiera pasado si hubieras ido en dirección recta
-Lo siento Catalina, es difícil controlarlo.
-Hay que irnos rápido
Apenas dijo ello, el suelo bajo sus pies se abrío de golpe y ellos calleron hacia un suelo subterráneo. Catalina reconoció ese lugar. Era la salida donde su grupo de Destinatarios salieron a la superficie. Está vez quienes salian de esta puerta eran soldados motorizados, Catalina recordaba muy bien esas vestimentas rasgadas, que parecían más a los de bandidos que a soldados serios.
Catalina temia que Destinatarios hubiera enviado más personas y estos "bandidos" fueron enviados para emboscarlos.
Los jóvenes se quedaron adentro, la puerta se había cerrado. Ya no tenían opción, Catalina debía enviar el mensaje de ayuda desde dentro del Domo. Siendo algo más cautelosa Catalina guío a Eme hacia la puerta a la ciudad.
-Ahora escúchame - susurra ella- las personas aquí, pueden ser crueles y quizás nos quieran lastimar, así que debes de ser muy cuidadoso de que nadie te vea.
Eme asiente con una mirada algo asustada por el repentino cambio de actitud de la tranquila Catalina.
-Nada de juegos, nada de distracciones, solo fija tu mirada en mi y todo estará bien.
Catalina guío a todos hacia unas escaleras, la entrada hacia la ciudad, las puertas eran como varias capas una detrás de otras. El miedo de la ciudad hacia el aire venenoso había perdurado tanto que requerían este tipo de medidas para sentirse tranquilos.
La luz de la ciudad era intensa, algo que preocupo a Catalina, Eme estaba muy incómodo y aunque lo trataba de ocultar, se notaba la picazón que le causaba estar bajo el sol. Catalina tomando en cuenta su condición, lo tomo de la mano y lo guío por las zonas de sombra. Si querían llegar a la base de mensajería, dónde pedirían la ayuda, necesitaba ocultar a Eme de la luz del sol.
Catalina tuvo que cambiar unas piedras preciosas para conseguir algo de dinero. En el kit de supervivencia de los Destinatarios, siempre se contaban con joyas en caso de emergencia financiera.
-Eres del exterior, verdad?- dijo el viejo hombre que examinaba las joyas con unos lentes pesados y especializados - te daré la mitad de lo que cuesta... Mira que estoy siendo generoso. Nadie aceptaría atenderte.
Catalina no se negó a ese engaño. Sabía perfectamente el repudio que tienen los ciudadanos del Domo hacia los extranjeros, el miedo al aire venenoso, fue transmitido hacia las personas que venian desde fuera de la ciudad.
Si así eran con personas normales, sería peor con Eme, que parece totalmente enfermo y su apariencia se asocia a todo lo que teme está ciudad, debía de ocultarlo lo más rápido posible. Así que Catalina fue a comprar varias prendas al mercado para cubrir las vendas y cara de Eme, quien parecía disfrutar más de el montón de ropas sobre el chico era Raj, se acurrucaba bastante.
Sin embargo eso no fue suficiente para que el chico no fuera descubierto por unos niños que jugaban y llegaron a ver el rostro cadaverico de Eme. Los gritos de los niños alertaron a la gente y a los guardias de la ciudad.
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Editado: 05.11.2024