Destined By the Light

Cap 3

Camila corría a toda velocidad por un sendero pedregoso, sus lágrimas surcando su rostro enrojecido por la desesperación. A cada paso, su respiración entrecortada mezclaba el dolor con el agotamiento, pero no podía detenerse. El aire nocturno era pesado, cargado de cenizas y el olor metálico de la sangre. A lo lejos, una tenue luz titilaba como un faro en medio de la oscuridad. Una casa solitaria se erguía en el horizonte, su silueta recortada contra el cielo teñido de rojo por un incendio distante.

Con el corazón latiendo como un tambor de guerra, Camila golpeó la puerta con todas sus fuerzas. Sus nudillos enrojecidos temblaban por el miedo y la desesperación. Unos segundos de silencio se sintieron eternos, hasta que la puerta crujió al abrirse. Ruwi apareció en el umbral, sus ojos reflejando la sorpresa y la preocupación. Sin dudarlo, la envolvió en un abrazo firme, tratando de calmar el temblor que sacudía su cuerpo.

—Camila, ¿qué te pasa? —preguntó con dulzura, su voz llena de calidez.

Ella sollozó contra su pecho, su voz apenas un susurro entrecortado.

—Un demonio… mató a mis abuelos y a varios de mis amigos… ellos intentaron protegerme —su garganta se cerró en un nudo de angustia.

Dentro de la casa, la noticia cayó como un rayo. Daniel y Rosenda se quedaron paralizados, sus rostros pálidos como el mármol. Rosenda se cubrió la boca, ahogando un grito de horror. Daniel, con los ojos llenos de lágrimas, apretó los puños con impotencia.

De repente, un estallido de luz rasgó el cielo nublado. Las nubes oscuras se disiparon como si una fuerza invisible las apartara, dejando que el sol bañara la tierra con una intensidad cegadora. En el centro de aquella luminiscencia, una figura se materializó. Su cabello marrón ondeaba con la brisa, enmarcando su rostro de piel trigueña, con una barba bien cuidada. Sus túnicas rojas y marrones flotaban como si la gravedad no tuviera poder sobre él.

—¿Quién eres tú? —preguntó Rosenda, con un hilo de voz, su incredulidad evidente.

El hombre sonrió con dulzura, sus ojos irradiando paz.

—Soy Yeshúa, conocido también como Jesús —su voz resonó en el aire, envolviéndolos con una calidez indescriptible.

El asombro paralizó a los cuatro amigos. Sus mentes luchaban por procesar lo imposible: Jesús, el mismo Jesús de la Biblia, estaba ante ellos.

—No tengan miedo, mis queridos hijos —dijo con ternura.

Camila cayó de rodillas, inclinando la cabeza en señal de respeto.

—¿Qué haces aquí, Maestro? —Susurró Camila

Jesús apoyó una mano en su cabeza con un gesto paternal.

—Simplemente llámenme Jesús —su voz era suave, pero llena de autoridad.

Ruwi, aún conmocionado, se adelantó con los ojos brillando de emoción.

—No puedo creerlo, ¡eres Jesús! Soy tu mayor fan, pero… ¿por qué estás aquí?

Jesús dejó escapar una leve risa.

—Permítanme explicarles. — Dijo Jesús con jna sonrisa

Con un chasquido de dedos, el aire vibró a su alrededor. De la nada, cuatro espadas aparecieron flotando frente a ellos. Cada una brillaba con un resplandor único, sus mangos adornados con alas angelicales. Ruwi estiró la mano con cautela y tomó la suya. Su hoja relucía en blanco y negro, irradiando una energía serena y poderosa. Camila tomó la suya, una espada resplandeciente en rosado y rojo, pulsando con una calidez reconfortante. Daniel recibió la suya, envuelta en destellos dorados y amarillos, mientras que la de Rosenda emitía un brillo místico en tonos morado y naranja.

—Estas espadas representan la lucha que enfrentarán contra los demonios —explicó Jesús, su mirada reflejando confianza.

El peso de su destino cayó sobre ellos como un manto ineludible.

—Colóquense las espadas en el pecho y recibirán armaduras angelicales.—continuó Jesús

El primero en dar el paso fue Ruwi. Apenas la hoja tocó su pecho, un resplandor cegador lo envolvió. Cuando la luz se disipó, una armadura negra con líneas blancas cubría su cuerpo. En su lado izquierdo resplandecía el símbolo de un pez dorado.

Daniel repitió el proceso, y su armadura emergió en un deslumbrante rojo y dorado, con una cruz grabada en el pecho. Rosenda siguió, transformándose en una figura imponente con su armadura rosada y morada, adornada con el símbolo de un ave. Finalmente, Camila sintió cómo la energía divina la abrazaba al colocar su espada sobre el pecho. Su armadura se reveló en tonos dorados, rojos y blancos, con un cordero grabado en el centro.

Jesús los observó con orgullo.

—Estas armaduras les ayudarán a enfrentarse a los demonios de Lucifer, el ángel caído.— Comentó Jesús con calma

En ese preciso instante, en un plano más allá de la realidad, Lucifer rugía de furia.

La línea espiritual temblaban con su ira. Tomó a Ishnofel del cuello, sus ojos ardiendo como brasas infernales.

—¡Has fallado esta vez, maldita sea!. SI vuelves a fallar, no te dejaré vivir.—su voz resonó como un trueno oscuro

El demonio cayó de rodillas, jadeando, mientras el peso de la mirada de su amo lo aplastaba.

—Sí, mi maestro… Esta vez no fallaré —susurró con miedo, inclinando la cabeza en señal de sumisión.

El destino había sido sellado. La batalla apenas comenzaba.



#3255 en Otros
#610 en Acción
#341 en Aventura

En el texto hay: redención, amor, religion

Editado: 11.05.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.