Destino

Capítulo 20

Nota: En el capítulo se narra una escena de suicidio, no es de manera explícita, pero aún así, les advierto. Además de un intento de autolesión. 

 

 

Julie

Abro mis ojos, me encuentro en aquella cabaña. Mi cuerpo comienza a temblar, la luna estaba en su más alto punto, brillaba con fuerza y viento soplaba firmemente. Observo mi cuerpo y noto que sólo usaba un vestido, bajo mi mirada y veo el cuerpo de Sebastian en el piso. Su piel lucía pálida y sus labios apenas tenían un color rosado. Caigo de rodillas frente a su cuerpo, acerco mi mano a su rostro mientras mi corazón late con fuerza, el miedo que sentía era el mismo que había sentido en aquellas noches donde encontré los cuerpos de todas aquellas personas que amaba.

Un poco de sangre comienza a brotar de sus labios, de su nariz y de sus oídos. Tomo la manga de mi vestido y comienzo a limpiar su cara. Mi cuerpo se estremece cuando siento el frío de su piel y mis ojos comienzan a nublarse mientras me aferro a sus hombros. Comienzo a moverlo con fuerza, mirando sus ojos, esperando que se abrieran. Mi corazón late con fuerza y siento un dolor desgarrador en la marca que se encontraba en mi costado. Las lágrimas brotan de mis ojos, pero eso no detenía el dolor que sentía. Grito, con todas mis fuerzas, mientras mi corazón duele un poco más.

Abro mis ojos y me doy cuenta que estoy en la habitación en el castillo. Mi corazón late con fuerza contra mi pecho y una capa de sudor cubre mi piel por completo. Seco mis mejillas cuando me doy cuenta que están mojadas antes de escuchar la gran puerta de madera abrirse. Respiro con tranquilidad al ver a Sebastian entrar por la puerta, su piel era pálida, pero sus mejillas y sus labios estaban rosados, llenos de vida. Mantengo mi mirada en él, hasta que lo veo sentarse a mi lado en la gran cama. Acaricia mi mejilla con suavidad, como si temiera lastimarme y mantengo mi mirada fija en él.

-Me alegra que hayas despertado- dice.

-¿Dónde está?- cuestiono.

-Está encerrada en el calabozo. No saldrá de allí hasta su juicio, entonces la llevaremos a una cárcel en su territorio- mi mano comienza a temblar ligeramente y la envuelvo con la otra. –No pienses más en ella. Pagará por lo que hizo- asiento y observo sus ojos.

-¿Cuándo será su juicio?- pregunto.

-En dos días llegarán los representantes de las cuatro regiones. Entonces, podremos llevarlo a cabo- a pesar de sus palabras que eran bastante consoladoras, saber sobre ello, no me tranquilizaba en absoluto.

Mi corazón aún latía con fuerza, recordándome la pesadilla que me había despertado, la sonrisa en mi rostro estaba a punto de desaparecer, pero logro mantenerla mientras la mirada de Sebastian se mantiene fija en mí. Escucho pasos cerca la habitación y posteriormente, la puerta es tocada suavemente.

-¿Sebastian?- cuestiona la voz de una mujer y luego la identifico como la de su madre.

Me observa fijamente y a pesar de que no dice una palabra, puedo entender que me pide permiso para que su madre entre, asiento y dice.

-Adelante- las puertas se abren y la majestuosa figura de una reina pasa por ella. Mi cuerpo tiembla ligeramente y aparto la mirada mientras trato de relajar los latidos de mi corazón.

-Estás despierta, Juliet- eso era evidente. –Eso es muy oportuno, mientras más pronto comencemos a enseñarte todo lo que debes saber, más pronto podrás casarte con Sebastian- muerdo mi labio inferior y frunzo mi ceño mientras observo al mencionado.

-Madre, nosotros…

-Te veré en 20 minutos, Juliet. No interfieras, Sebastian- se va y observo fijamente al chico.

-No tienes que hacer esto, Juliet. No tienes por qué hacerlo- acerca su mano a mi mejilla. –Harás lo que desees, ¿está bien?- asiento y Sebastian se pone en pie y deja la habitación.

Suspiro y observo el techo de la habitación tratando de calmarme. Con el paso de los minutos, los latidos de mi corazón logran calmarse, pero mi cuerpo entero sigue temblando. Me pongo en pie y camino hacia el baño, quito la ropa que cubría mi cuerpo y comienzo a regular la temperatura del agua de la ducha. Cuando está lo suficiente caliente, entro y siento como poco a poco mis manos logran dejar de temblar. Tomo lo primero que encuentro en el armario y suspiro aliviada cuando me observo en el espejo y es un conjunto, me coloco unas zapatillas de piso y cepillo mi cabello. Dejo de poner atención a todo, se vuelve como si estuviera en modo automático.

Cuando me doy cuenta, la madre de Sebastian está diciéndome algo que no entiendo y no deseo comprender. Frunzo mi ceño y todo se vuelve lejano de nuevo. Observaba los colores, pero no distinguía a ninguna persona u objeto. Escuchaba los ruidos que me rodeaban, pero ninguna palabra era entendida. Ni siquiera me doy cuenta cuando, nuevamente, mis manos comienzan a temblar.

Pasan las horas y en un momento de claridad, observo el cielo, oscuro y la luna brillando. Siento la comodidad de la cama debajo de mí, pero no logra confortarme. Observo por la ventana y veo los árboles moverse, eso significa que el viento soplaba con fuerza y a pesar que la ropa que vestía era de una tela delgada, no sentía frío.

Los ruidos y las figuras parecen distantes, el tiempo pasa más rápido y cuando menos lo espero, el sol ya está brillando de nuevo. Y los rayos que dan directamente a la ventana, no logran calmar mi corazón. Un sirviente del castillo trae el desayuno y lo deja sobre la mesa al centro de la pequeña sala, pero mi estómago no siente hambre y mi boca no me pide tomar agua. Y nuevamente, mi mente se desenfoca.




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