Capítulo 3
Rosse.
Después del mal rato en la sala, la psicóloga se levanta del sillón, aprieta sus labios y toma su bolso. La observo y enarco una ceja. Parecía esperar algo de mi parte, cosa que me parecía estúpida, ya que no obtendría nada.
—Sabe dónde queda la salida, señora James —masculle mirándola con hastío, la mujer asintió y camino hacia la puerta, luego abrió esta y salió cerrándola.
Toque mi cien con dos de mis dedos y la acaricie, solté un suspiro. De seguro mis padres estaban en su habitación, aun sentía un leve ardor en mi mejilla por la bofetada que mi madre me había dado hace un momento y mi mirada se perdió en un punto fijo de la sala.
¿Merecía la bofetada? ¿Tan mal estoy? ¿Tanto daño he hecho a mis padres con mi cambio? ¿Soy una mal hija? ¿Qué sentirán mis padres además de decepción? ¿A mis hermanos también abre lastimado? ¿Y mis amigos también se vieron afectados?
Esas preguntas me las hice en poco tiempo, las cuales rondaron en mi cabeza, salí de mi ensimismamiento al caer en cuenta de que la casa estaba en completo silencio. Cada que volvía de la universidad, se escuchaba música a alto volumen, el sonido de videojuegos, risas y voces, pero hoy fue distinto, no se escuchaba aquellos ruidos familiares.
—¿Dónde estarán? —pensé en voz alta.
Y una voz respondió asiéndome sobresaltar, lleve una de mis manos a mi pecho y tome una bocanada de aire al ver a la persona que había respondido. Luca Smith estaba parado apoyándose en el umbral de la entrada de la sala, su mirada se mostraba inexpresiva al igual que su rostro.
—Mark salió con Janeth, Camíl salió con Scarlett y Jones, Carter fue a un torneo de videojuegos con Lander, las gemelas salieron con Alex —había dicho.
Solté un bufido y rodé los ojos.
—Casi me matas, idiota —murmure.
Una risa baja soltó ante mi respuesta.
—Deja de ser dramática, Rosse —dijo con diversión—. Eres una exagerada.
Enarque una ceja y me cruce de brazos, el rubio cambio de expresión y me miro serio, imito mi acción cruzándose de brazos, relamió sus labios y supe que hablaríamos seriamente. Luca Smith es caracterizado por su seria y rígida personalidad. Oh y sus gustos obsesivos por la cultura asiática, el chico puede llegar hacer divertido y amable, pero cuando se trata de situaciones serias y formales, es serio, inexpresivo y rígido. Además, el chico es guapo, cabello rubio y rizado, ojos de color verde claro, 1,75cm, complexión física tipo mesomorfo, es muy inteligente y sensato.
—¿Qué fue lo que paso? —pregunto.
Solté un suspiro, me molestaba la idea de decirles mis problemas a otras personas, me disgustaba el solo pensarlo.
—No te diré nada, no es de tu asunto —respondí colérica—. Preocúpate por tus cosas, Luca.
El rubio resoplo y rodo los ojos, se estaba irritando, al igual que yo.
—Si me preocupo es porque quiero saber en qué puedo ayudarte, me preocupo por ti, por mamá y papá, por nuestros hermanos, me preocupo por nuestra familia, Rosse.
Lo sabía y no me gustaba que se preocuparan por mí, ya se los había dicho hace tiempo y repetidas veces, pero hacían caso omiso a mis palabras.
—Ya te he dicho que dejes de preocuparte por mi —susurre cerrando mis ojos mientras acariciaba mi cien, me empezaba a doler la jodida cabeza, estaba pensando seriamente en retomar la idea de ir al bar.
—Rosse... —musito mi nombre y soltó un suspiro—, No seas distante, deja de ser indiferente y fría con nuestra familia. Nosotros no tenemos la culpa de lo que le sucedió a Axel.
Y cuando pronunció el nombre de él, mi cuerpo se tensó, abrí los ojos y miré de mala manera a Luca.
—Cierra la jodida boca, Luca —gruñí—. No vuelvas a decir su nombre.
Una risa sin gracia salió de entre sus labios, aumentando mi irritación y enojo.
—No —dijo con severidad—. Es molesto, agotador y ofensivo el ver como eres indiferente, fría y apática con nosotros. No tenemos la culpa de lo que te ha pasado, de tus desgracias —al parecer hoy era el día en el que mi familia se desahogaría—, no es justo que seas así con nosotros, Rosse.
—Genial —bufe—. Creo que no fue suficiente con que Francia se desahogara, ahora viene mi hermano menor a hacer lo mismo, menuda mierda. Paren, por favor, ya no más.
—Mamá —corrigió—. No seas irrespetuosa con mamá, Rosse.
Abrí mi boca para responder, pero la voz de mi padre me hizo callar y soltar un suspiro de frustración.
—Hacemos todo lo posible para que estés bien —murmuro mientras se acercaba a nosotros, su voz se oía seria y severa—. Velamos por tu bienestar físico y emocional, pero para ti no es suficiente —paso sus manos por su cara y apretó sus labios—. Lastimas a tu madre —aquello hizo que frunciera mi seño, debía refutar, pero el hombre pelinegro frente a mí se adelantó—. Y no, no la estoy defendiendo y no te estoy culpando. No estuvo bien que ella te golpeara, los golpes no solucionan nada. Pero tú, no solo la has herido a ella, también a nosotros. Tus palabras antes eran dulces, ahora son venenosas —murmuro— ¿Crees que es justo para nosotros recibir ese trato de tu parte? ¿Recibir tu indiferencia, tus palabras venenosas, tus miradas frías? —cuestiono— Dime, Rosse. Necesito una respuesta de tu parte, porque yo ya no se si creerte.
—Papá...
—No, papá, nada —me corto—. No me intentes manipular, deja de hacerlo —demandó— Necesito que respondas con honestidad, no con tus mentiras.
—¿Qué diablos quieres que diga? —pregunte con hastío— ¿Qué esperan de mí? Ya no pueden esperar nada de mí, mamá lo dijo "Tres años para que pasara de ser su orgullo a su decepción" —cité las palabras que mi madre había dicho momentos antes—. ¿Uh? No lo dije yo, lo dijo ella. Y tiene razón...
—Rosse... —murmuraron.
—No —negué y pase la punta de mi lengua por mi labio inferior—. Esta bien, se cansaron de mi jodida actitud y no los culpo, de verdad no lo hago. Las personas se cansa de esperar y soportar.