EEUU, finales del siglo 22.
— Srta. Ann, mañana deberá estar a las 1.500 para prepararse para el viaje.
— Estaré a tiempo, estamos haciendo historia — dijo la joven orgullosa.
— Y nunca mejor dicho.
En la base secreta, a la hora indicada estaba la mujer de 25 años, y un hombre de 30 años, Steven, habían sido seleccionado ya que eran excepcionales en muchos aspectos, tenían títulos de ingenieros, además de haber aprobado cursos de mecánica y afines, todo era en previsión que si pasara algún problema, pudieran arreglar la máquina que usarían para ir al pasado, nada tan lejano, iban a ir al año 1963, para grabar lo que pasó el 22 de noviembre, y por fin dilucidar algunos datos sobre la muerte de John F. Kennedy.
A la hora designada, la pareja entró a una especie de cabina donde pusieron los mandos, ambos estaban nerviosos, si todo iba como se pensaba, serían los primeros en viajar en el tiempo, eso abriría muchas posibilidades. La mujer iba tranquila, esperanzada en ver con sus ojos el pasado. En cambio, el hombre estaba pensando que hacer si está prueba resultaba, tal vez podría hacer algo muy especial con el prototipo. Al hacerlo funcionar sintieron un vacío en el estómago, todo se volvió negro, cuando volvieron a ver, estaban en un galpón, todo iba tal como se planificó.
— ¿Será el año correcto? — pregunto Ann, pensando que, en vez de ir por el tiempo, simplemente se trasladaron a otro lugar.
— Espera — dijo Steven, se puso un traje y fue a comprar un diario, volvió contento, lo habían logrado — estamos en el día indicado, pregunte la hora, estamos a dos horas del suceso. Ahora es tu turno — le pasó un abrigo marrón, un pañuelo de color rosa en la cabeza, además de una máscara de silicona que le daba el aspecto de tener el doble de años al menos — ¿No tienes ninguna duda sobre lo que harás?
— Ninguno – dijo con firmeza — debo ubicarme por Elm Street.
La joven tomó una cámara de video de alta gama para su época, donde estaba escondida una pequeña digital, salió tranquila, llevaba dinero con números de serie, y demás de la época, lo primordial era evitar cualquier problema, sus órdenes eran pasar lo más desapercibidos posible.
120 minutos después, cuando el Lincoln donde iba el Presidente de los Estados Unidos, su esposa y un par de guardaespaldas pasaba frente a ella se sintieron los disparos, Ann no se asustó como el resto, ya sabía que iba a pasar, grabó hasta que el automóvil salió de su vista, y junto a otras personas corrió hacia el promontorio de la Plaza Dealey, apenas pudo, segura ya que nadie la siguió se fue a la bodega.
— ¿Cómo te fue Ann? — preguntó ansioso Steven.
— Perfecto, nadie se dio cuenta de nada — respondió aliviada, sacándose la máscara de silicona.
— ¿Viste quien disparo?
— No, pero los técnicos podrán analizarla, el ángulo de donde estaba mostrarían al francotirador, aunque a ojo descubierto no vi nada, ellos harán sus estudios y veremos que tenemos.
— Entonces debemos volver ¿O quieres ir a conocer otro lugar... a tus antepasados? — propuso Steven.
— No bromees con eso, lo mejor es retornar ahora, la interacción que hemos tenido ha sido mínima, no debemos arriesgarnos a un efecto mariposa.
— Esta bien, no te lo tomes tan serio, empecemos a preparar todo para volver a nuestro tiempo
Pero cuando quisieron hacer funcionar la máquina del tiempo, no ocurrió nada.
— Tal vez tiene algún circuito roto — analizó Steven.
— Hagamos correr un programa de análisis, aunque según veo a primera vista todo está correcto.
El resultado arrojó que el sistema estaba operativo.
— No tiene sentido, todo está correcto ¿Entonces por qué no podemos volver? — en la mente de la mujer las ideas bullían, no había previsto que algo así pudiera pasar ¿Si todo estaba bien por qué no podían volver?
— Tengo una idea — la mirada de Steven por un segundo se puso brillante — veamos si podemos ir al pasado.
— Pero si no pudimos viajar al futuro ¿Qué te hace pensar que podemos regresar el pasado? — a pesar de su serenidad exterior, Ann estaba poco menos que histérica por dentro.
— Solo es una prueba, si no podemos irnos, será la señal que la máquina está mala.
Pusieron una fecha de unos días atrás, llegaron allí sin problemas, pero cuando pusieron la fecha del futuro, no pasó nada de nuevo.
Estuvieron muchas horas revisando los esquemas, y demás, pero no lograron dar con el problema.
— No sé porque si vamos al pasado no podemos ir al futuro — meditó serio el hombre.
— Que haremos — ahora Ann estaba confusa, no le habían dado instrucciones para un caso así, estaban tan seguros que todo iría bien que no lo previnieron.
— Vamos a presentarnos ante el gobierno, es lo más lógico — pensó Steven.
— No nos creerán.
— Tendremos que hacerles una demostración, y así verán qué no mentimos.
— Es que si hacemos eso podemos producir un efecto mariposa.
— ¿Entonces que propones hacer?
— Quedarnos hasta que veamos cómo solucionar esto.
— Hummm mejor vamos a ver a quienes nos puedan ayudar.
— ¿Einstein?
— No, tengo un lugar mejor.
— ¿Cómo cuál?
— Déjamelo a mí — respondió con una sonrisa misteriosa.
— No, debemos seguir buscando el fallo — al estar la mujer mirando un esquema, solo sintió el golpe en su cabeza.
Cuando Ann despertó se dio cuenta que ya no estaban en el galpón.
— ¿Qué hiciste? — respondió asustada, estaba en una pequeña celda.
— Solo nos traje donde podrán ayudarnos.
— ¿Dónde estamos? — volvió a preguntar la mujer.
En eso vio un hombre entrar al recinto donde estaban, con un plato de comida, tenía un uniforme negro, apenas Ann le vio el hombro se espantó.
— NAZIS...
— Así es, mi querida fehlschlagen, mis antepasados tuvieron que vivir muchos problemas por perder la guerra, por eso cuando supe de esto me inscribí, así les daré la posibilidad de ganar la guerra, mientras tú te quedarás aquí, auf wiedersehen.