Destino

Parte 2

— ¿Qué hago? ¿Qué hago? — Ann ahora estaba segura que sus antepasados morirían, sus abuelos, sus padres... en eso una luz iluminó el lugar, y un ser artificial, humanoide, apareció frente a ella.

— ¿Qué pasa ahora? — no creyó que los nazis en tan poco tiempo hubieran avanzado tanto, para lograr trasladar materia por el espacio.

De la frente del ser, apareció una luz que formó un holograma de un hombre que quedó frente a ella.

— Ann, tendrás que ser más fuerte de lo que piensas para poder arreglar este problema.

— ¿Quién eres?

— Soy un ser del futuro, que me contacto por medio de este robot, vine a ayudarte, en el tiempo desde el que vengo ya aprendimos que no se puede ir al futuro, solo al pasado porque esta parte de la historia ya está escrita, lo que han vivido pasó ante de que nacieras.

— Jamás podré volver a mi tiempo... no importa, ahora lo que me preocupa es que lo que hizo Steven haya cambiado la historia.

— Nada ha cambiado, como te dije esto tenía que pasar, y ahora vine a salvarte, como lo he hecho siempre.

— ¿Siempre?

— Tu vida está unida a un bucle de tiempo.

— Entonces... — por fin ella entendió lo que pasaba — él fue quien le dio la tecnología a los alemanes para que sus cohetes B 16 pudieran llegar a Londres, y para hacer estos vehículos voladores tan extraños que les descubrieron cuando terminó la segunda guerra mundial.

— ¿El robot vino a matar a Steven?

— Este ser no puede dañar a ningún humano, pero te ayudará a llevarlo a donde no podrá hacer daño ¿Estas dispuesta a hacer este sacrificio?

— Debo haber dicho que sí antes ¿O me equivoco?

— Para nada.

Silenciosamente lograron salir, Ann buscó por el bunker cercano hasta que encontró la máquina del tiempo.

— ¿A dónde debo ir? ¿A qué tiempo?

— 1000 años atrás, por lo menos.

Ella tragó saliva, sería terrible ir a vivir para siempre a esa época, pero no le quedaba otra para poder salvar a su nación.

— Apenas tenga el año colocado debemos traer a Steven y...

— No es necesario traerme — el traidor estaba atrás del ser artificial y la mujer.

El hombre tenía una pistola, con la que apunto a ambos seres.

— Ahora tendré más tecnología para que los estudien, con esto seguro me darán mi propio país.

— No te importa que bajo el dominio de ellos millones morirán.

— ¿Y eso qué? Yo estaré entre los que dominen el mundo, eso es lo único que me importa.

Le disparó al robot, que quedó botado dentro de la cabina.

— Ahora sale de allí — ordenó a Ann.

Ella se tocó la cabeza, y cayó sobre el ser artificial.

— ¿Qué demonios? Se desmayó, es una mujer muy débil — dijo con fastidio Steven.

Cuando la fue a tomar, la fémina tenía una llave inglesa que recogió del piso, con la que trato de golpear al hombre.

— Perra, te mataré — dijo el traidor, que logró esquivarla a tiempo, y comenzaron a luchar en el piso.

En la pelea, Ann, estaba tan desesperada que decidió arriesgarse, desde el suelo tomó el brazo del robot, y desde donde estaba tocó varios botones para tratar de prender la máquina, pero no se dio cuenta que había cambiado fecha, hora y lugar de destino, cuando vio que el hombre iba a golpearle la cabeza con la pistola, por fin logro hacer funcionar la máquina del tiempo.

De nuevo Ann sintió como que todo se fue a oscuro, cuando volvió a ver, se dio cuenta con horror que solo estaba la parte de arriba del cuerpo de Steven con ella, al momento del salto en el tiempo, la parte de abajo del hombre quedó fuera del artefacto, en la Alemania de la segunda Guerra Mundial.

— Yo no quería esto — dijo con tristeza Ann.

A pesar de todo no quería que Steven muriera, haberlo dejado vivo donde no podría haber causado daño a la continuidad tiempo espacio era lo que deseaba.

— Lo sé, pero debía ser así — le respondió el ser del futuro.

La imagen holográfica volvió a proyectarse desde la cabeza rota del robot.

— ¿Dónde estoy? — la mujer miró para todos lados, se veía solo vegetación, árboles, nada de casas, ni aviones, ni carreteras — ¿En la prehistoria? ¿En el oscurantismo? — tuvo miedo que por su forma de vestir, y hablar pudieran tratara como a una bruja.

— Estas en 1825, en Francia.

— Por suerte habló un poco de francés, podré incorporarme en la población sin problemas — se levantó para empezar a buscar una aldea.

— Pero antes debes enterrar el cuerpo, luego desmantela la máquina y esparce sus pares, que nada quede que pueda usarse.

Demoró medio día, pero todo quedó como quería el ser del futuro.

— ¿Qué haré ahora? En esa época hay pocos trabajos para las mujeres.

— Abre la cabeza del robot —  dijo el holograma, en un compartimiento habían monedas de oro — con eso puedes empezar una nueva vida, ya no nos comunicaremos más, debes también desmantelar lo que queda del robot y enterrarlo.

— Eso haré, gracias por todo — respondió de corazón la mujer.

— De nada, cuídate Ann.

Así la mujer del futuro al terminar su trabajo, comenzó a caminar, tuvo suerte, en donde llegó se presentó como una huérfana de Inglaterra que había sido asaltada, por suerte pudo esconder su fortuna de los delincuentes. La gente sencilla del lugar la acogió amistosamente. Un par de años más tarde conoció a un buen hombre llamado Pierre, un abogado que le ayudó a arreglar los asunto de una casa que compró, unos años después se casó con él, de ese matrimonio tuvo cinco hijos.

Una noche el padre llegó a su casa tarde, subió a ver a sus hijos, pero se quedó atrás de la puerta del cuarto de los pequeños, Ann le contaba una historia para dormir que hizo reír al padre.

— ¿Habrá máquinas que vuelen? — preguntó el mayor, Jules Gabriel.

— Surcarán los cielos, Incluso algunas llegarán a la luna, saldrán de una parte de Florida, en Estados Unidos, ya que es más fácil llegar al espacio por ese lugar.



#1389 en Ciencia ficción

En el texto hay: viajes, traicion

Editado: 15.03.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.