El resto de las clases transcurre sin ningún problema. Suena el timbre y es hora de un nuevo reto "la cafetería". Recojo mis cosas, al salir los pasillos están llenos de estudiantes que pululan de aquí allá, encuentro el casillero, trato de abrirlo lo más rápido posible sin tener existo alguno.
¿Será que hay algún dígito incorrecto? Saco el pequeño papel de mi bolsillo verificando que todo esté bien.
— Oye, chica nueva.
Susurran a mis espaldas, trago duró sabiendo que falle en la misión de ser invisible y pasar el almuerzo sin ningún inconveniente, volteo encontrándome con un chico moreno de hombros anchos, una nariz un poco abultada y una sonrisa pícara.
— Hola...— levantó mi mano con torpeza.
Cómo me gustaría ser tan valiente como la voz que escucho en mi cabeza, a veces pienso que no pertenece a mí.
— ¿ Necesitas ayuda ?
El chico no me da tiempo a responder, extiende sus brazos haciendo que quede atrapada con la cara a su pecho, suelto un pequeño grito y al mismo tiempo escucho destrabarse el casillero a mi espalda, se aleja un poco, su mirada me recorre. Me estremezco.
No puedo dejar de preguntarme que mosca les pico a las personas de este lugar, da un paso atrás dejándome libre, suelto el aire que había estado conteniendo.
— Este me pertenecía el año pasado — sonríe de lado — Tienes que golpearlo un poco y ya está.
— Gracias.
Coloco rápidamente un libro en el casillero, cierro y giro con la esperanza de que el chico ya no esté allí, pero para mí mala suerte, aún sigue allí, otros se acercan a nuestro dirección, parecen jugadores de básquet o algo así.
— !Lucian!
El volumen de su voz me aturde, espero que corrija y que hable de forma moderada, si no me veré en la obligación de buscar una forma de escapar.
El tal Luciano saluda a uno de los muchachos que se coloca a su lado enérgicamente, me encojo.
Detesto a los jóvenes llenos de esteroides, nunca me va bien con ellos.
— Woo — suelta otro al dar un paso al frente — ¿Quién es esta chica tan hermosa? — sus ojos brillan.
Ya comienzan los comentarios indeseados. Miro a los lados buscando alguna salida, el pasillo ahora está casi vacío.
— Déjala en paz Yoel — suelta otro fortachon de piel bronceada.
— chicos, la están abrumando y creo que yo la vi primero, joder, es nueva mercancía.
Los observa atónita al comprender que están hablando de mí como un objeto y como si no estuviera parada frente a ellos, siento mi cara arder, una chica se para a mi lado, me sobre salto.
— Oh, aquí estás, te estaba buscando.
Comprendo enseguida lo que quiere hacer y la observo agradecida.
— Se hace tarde para almorzar.
— vamos Olivia... dame un minuto con la chica nueva.
Sus ojos están un poco densos, me acerco más a mi heroína, tomo el valor necesario y le hablo rápidamente.
— Debemos irnos — la chica asiente, volteo rápidamente — Adiós y espero que no vuelvas a hablarme idiota — susurro.
La chica se tensa y los demás me observan con sus bocas ligeramente abiertas, al caer en cuenta lo que he dicho me doy un golpe mental y por supuesto mis mejillas se encienden, ya salió a luz la otra Alina, siempre es igual, cuando estoy nerviosa al abrir la boca salen palabras que he estado pensando pero que no debería decir.
— Bueno... — la chica toma mi brazo rápidamente — es hora de irnos.
Me saca del lugar donde estaba plantada sin darle tiempo a reaccionar, comienza a caminar rápidamente conmigo a cuestas, no volteo atrás, cuándo pensamos que ya no hay necesidad de huir suelta mi brazo y sonríe.
— Niña, eres muy tonta o valiente — suelta una pequeña risa — esos son los idiotas del equipo de básquet, lamento decirte esto pero eres su nueva presa.
Presiono mis labios.
— No hice nada para llamar su atención.
— No es necesario que hagas algo, con tu olor atraeras a más.
— ¿Mi olor? — No puedo evitar levantar el brazo derecho y oler.
— Perdón, quise decir tu belleza.
— ¿Mi belleza? – pregunto sin entender.
— ¡oh vamos!
— por favor — arrugo el rostro por el volumen de su voz — no hables tan fuerte.
— Oh — sus hermosos ojos que se asemejan al color de la miel me observan — así que ya comenzó.
Susurra y aún así logro escucharla, estoy a punto de pregunta a qué se refiere cuando dice que ya comenzó, pero me interrumpe.
— Lo siento por ser tan ruidosa, y volviendo al tema, no me digas que eres de esas chicas guapas que no son concientes de su aspecto.
Frunzo el ceño, fijando la vista en sus anteojos para no tener que mirar sus ojos. Se que soy bonita, pero no para tanto.
Salimos a un amplio espacio libre, cubiertas por árboles, seguimos el camino y ya puedo divisar la cafetería.
— Soy algo común — me encojo de hombros.
— No eres para nada común – niega enérgicamente. Se detiene — Eso te lo puedo asegurar, eres pequeña, pero hermosa, tus ojos son verdes con motas marrones, tu cabello negro te da un toque misterioso y tienes la nariz tan pequeñita.
Se que está jugando conmigo.
— Pero tienes algo especial que aún no logro identificar — Suelta poco a poco, demasiado sería — eres hermosa — mueve sus manos en círculos en mi dirección — y pronto te darás cuenta.
Me sonrojo, retoma la marcha y me hace señas para que camine con ella, escucho el bullicio de la cafetería, estamos cada vez más cerca y ya estoy nerviosa.
— Creo que estás exagerando — lo digo muy bajo pero me escucha.
—Yo sé de qué te hablo — me mira— digamos que se de esas cosas – guiña un ojo.
La miro y ahora me doy cuenta que la chica es hermosa, su piel crema, cabello marron , cara en forma de corazón, labios llenos y no podían faltar unos deslumbrantes ojos azules. Sonríe al darse cuenta que la estoy analizando.
— Ellos me odian sabes, nunca lograron nada conmigo.
Doblamos una esquina y nos encontraremos frente al comedor, paramos un instante.