Destino

Capítulo 7: Acuerdos

Nos habíamos juntado con las chicas a merendar. Ninguna se había podido levantar temprano, y todas habíamos llegado en diferentes horarios. Eso que siempre entrenábamos, pero los nervios, la ansiedad y la adrenalina que llevábamos a flor de piel nos estaban pasando factura.

Con Bea estábamos esperando a nuestro grupo, que aún no llegaba, en el café de siempre. El lugar era sofisticado: la decoración en tonos cálidos, los manteles en colores pastel. Las flores decoraban las mesas; en la nuestra había margaritas de colores, una combinación perfecta. Las exquisiteces que vendían, como las infusiones de té —algunas muy exóticas— y los cafés de exportación de Colombia, impregnaban el salón con su aroma. La variedad de masas finas, facturas, bizcochos dulces y salados hacía que fuese un sitio muy concurrido. Como mamá era amiga de la dueña, no necesitábamos hacer reservaciones.

Eran las seis de la tarde, y faltaba solo una de las chicas, que nos había dicho que estaba indispuesta y no podía moverse de su casa.

Una vez que el grupo llegó, estuvimos charlando sobre las contrincantes que nos tocarían según la profe. Nuestro próximo rival era Catamarca. Jimena nos contó las debilidades y fortalezas de este nuevo equipo. La profesora Sara realmente observaba de antemano las tácticas de cada integrante con quienes competíamos. Me hacía acordar al famoso estratega Napoleón, conocido en su época por estudiar al enemigo de manera exhaustiva y por su obsesión con cada detalle a la hora de la batalla.

Jimena empezó a explicarnos cómo debíamos jugar en el próximo encuentro para dar lo mejor de nosotras.

—Debemos tener cuidado con la dos, la tres y la arquera. Son rápidas. La profesora estuvo en uno de los encuentros, y dicen que Catamarca se perfila como una de las favoritas para ganar el torneo.
—¿Y qué tipo de juego hacen? —dijo Selena.
—Según Sara, la dos es quien arma el juego. Su posición es la central, y suele hacer amagues, pero no entrega la pelota. Eso le da milésimas de segundo para confundir a las oponentes, lo que le permite abrir la defensa rápidamente. Cuando lo hace, ella mete el gol o la tres, que es quien realiza las marcas dentro del semicírculo y desacomoda al grupo.
—¿Y la arquera? ¿Por qué es tan buena? —preguntó Victoria.
—Porque es muy buena atajando; entran muy pocas pelotas. Dice la profe que debemos tirar a los ángulos inferiores. Arriba y al medio tapa todo. Al ser alta, le cuesta llegar rápido a la parte baja.
—Ok —dijo Victoria—. Trataremos de guiarnos por esto, pero tengan en cuenta que todo puede cambiar en un instante. Debemos unirnos. Por más que nos lleven la delantera, eso no significa que hayan ganado. Se rinde quien no es valiente. Luchamos mucho por esto.
—Chicas, tenemos que ser conscientes de que no falta nada para terminar. Si nos gana Catamarca, chau nuestras posibilidades de lograr el premio mayor.
—Sí —dijeron todas.
—Acordemos desde ya que no nos vamos a dejar ganar. Lucharemos hasta el final. Hace mucho que venimos tratando de entrar en este campeonato y, por fin, este año se nos dio. Será un legado para las que nos sigan. Qué mejor que llevarnos el premio mayor, ya que una parte del equipo egresará este año y seguiremos caminos diferentes. La profesora espera que demos lo mejor. Nos llevó cinco años concretar cada uno de los entrenamientos que hicimos en las clases de educación física.

Después de la reflexión de Jimena, me quedé pensando en todo el tiempo que nos había llevado llegar a este evento. Años de preparación, y ahora no podíamos dejar pasar la oportunidad de ganar.

Ya que el primer premio, sería capacitaciones con los mejores jugadores de la liga nacional y una beca para cada jugadora durante un año.

Luego de la charla, Macarena, la arquera, hizo un gesto con las manos para que el mesero tomara nuestras órdenes. Seguimos delineando nuestras estrategias para el próximo juego.

—¿Qué piensas? —Me dijo Bea.
—En lo que decía Jimena, que es nuestra última oportunidad para lograr el título de campeonas.
—Sí, esta es nuestra oportunidad de brillar —dijo Bea, esperando que continuara con el tema. Pero no fue así porque fuimos interrumpidas por nuestra profesora.

—Chicas, buenas tardes.

Todas la saludamos con un abrazo. Nos dijo que quería compartir ese momento con nosotras. Contó que estaba emocionada por nuestro rendimiento deportivo y por la buena predisposición que teníamos para ganar y lo que nos llevaría a otro nivel de competencia.

Siendo las nueve de la noche, decidimos volver a casa con Bea. Realmente estábamos cansadas y necesitábamos recuperar fuerzas para el anteúltimo partido, que se llevaría a cabo el próximo martes. Si lográbamos pasar, la última instancia sería el viernes, donde sabríamos quiénes serían los ganadores del torneo. La paciencia era crucial en estos momentos, al igual que manejar la presión de semejante evento.

Durante el recorrido a casa, mi amiga me dijo que debía mantener el autocontrol porque estaba segura de que Xavier Kourt estaría en el lugar como parte de los organizadores o arbitrando, por ser una de las figuras del certamen. También me relató que el canal de la comunidad transmitiría en vivo. Su hermano, que trabajaba allí, le había comentado que tenían pensado hacer un reportaje al equipo ganador y a las figuras destacadas en los juegos de handball y atletismo, así como a los docentes encargados de la preparación física de los estudiantes.




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