Después de haber hablado con mamá al día siguiente, aclaramos todo. Lloramos también, pero fue liberador para ambas saber que estábamos a cuentas.
También tuve una larga charla con Bea. Logré entender su punto de vista sobre por qué me había ocultado lo de Xavier.
La semana se fue volando. Decidí estar tranquila antes de llamarlo a Xavier. Necesitaba terminar de solucionar este entrevero que arrastraba desde hacía cuatro años.
Di vueltas en mi habitación antes de llamarlo. Pensé en muchas cosas; pero al final me armé de valor y marqué su número. Una cálida voz me respondió del otro lado.
—Hola, Cloe.
—Hola, Xavier… llamaba para saber si hoy podemos hablar. —Un breve silencio se escuchó.
—Sí, te has tardado mucho. ¿Podemos vernos mañana a la tarde a las siete de la tarde el lugar de siempre? ¿Te parece?
—Sí, allí estaré por la tarde.
—Te estaré esperando. —Escuchar su voz hacía que me vibrara todo el cuerpo.
—Nos vemos.
—Nos vemos, Cloe. —Parecía que su ánimo había cambiado al saber que quería verlo.
Al día siguiente, me preparé desde temprano para no andar corriendo de último momento buscando qué ponerme. Aunque tenía mucha ropa en el closet, encontrar la combinación perfecta me tomó más de dos horas. Los nervios me estaban jugando una mala pasada y no tenían intención de abandonarme.
Para liberar tensiones, empecé a hacer los quehaceres de la casa. Sin embargo, cuando llegó la siesta, traté de descansar un poco, pero fue en vano.
Finalmente, me senté frente al espejo después de bañarme, peiné mi cabellera me hice una media cola y me maquillé con tonos suaves para resaltar mis mejores facciones. Me vestí y esperé el momento del encuentro.
Desde temprano, mamá trabajaba en su oficina de abajo. Cada vez que bajaba a tomar agua o simplemente a caminar, me observaba en silencio. Aunque no decía nada, su presencia me calmaba. De algún modo, esas caminatas me ayudaban; porque estaba al borde del colapso.
Mi mente era un torbellino de pensamientos: buenos, malos, confusos. Un cóctel explosivo. En uno de mis paseos, mamá me preguntó si estaba bien. Le dije que sí, pero ella respondió que no lo parecía, así que le confesé que tenía una cita con Xavier.
Por la tarde, salí de casa y caminé hasta nuestro lugar de encuentro. Consideré tomar un coche, pero preferí usar mis piernas para relajarme un poco.
Cuando llegué, lo vi sentado en el banco donde tantas veces habíamos pasado tiempo juntos. Al verme, se levantó para saludarme.
—Hola, Cloe. —Tenía una hermosa sonrisa que me hechizaba.
—Hola, Xavier. —Se acercó y me abrazó.
—Te he extrañado. —Correspondí a su abrazo sin decir nada. Me invitó a sentarnos y accedí. No me quitaba la mirada de encima.
—Ha sido una larga espera, Cloe.
—Lo sé, pero necesitaba acomodar mis pensamientos.
—Te entiendo, pero ahora que estamos aquí, quiero saber a qué decisión llegaste. —Fue muy directo, así que no tuve más remedio que responderle de la misma manera.
—Quiero estar contigo. —Se lo dije sin rodeos. Él me miró sorprendido, porque la Cloe del pasado jamás hubiera dicho algo así.
—No sabes cuánto bien me hace escuchar esas palabras. Entonces, formalmente te voy a hacer la pregunta. —Mientras hablaba, me preguntaba a qué se refería.
—¿Cuál sería esa pregunta? —le dije.
—Cloe Di Martino, ¿aceptas ser mi novia? —Un rubor se posó en mis mejillas.
—Sí, acepto. —Ya no había vuelta atrás. Mi amor por él se había mantenido intacto desde el momento en que reconocí que estaba enamorada de Xavier. No quería pasar ni un día más sin compartir mi vida con él.
Se acercó a mí, y sellamos nuestro amor con un beso. A partir de ese momento, en todos mis planes, Xavier Kourt estaría incluido.
FIN