Destino, Brick Lane #6174 (ae 1)

II.

El cielo se encontraba despejado con un sol brillante, que parecía, un día perfecto. A través de esa enorme ventana, observaba el paisaje, en sus ojos grises se reflejaba como observaba con atención el gran pueblo que lo rodeaba, sintiendo intriga por lo que pasaba a las afueras de su palacio. El toque de la puerta llamó su atención, sacándolo de su abrumador pensamiento.

-Adelante –ordenó con voz gélida, sin apartar su mirada de la ventana.

Enseguida entró un hombre alto, de cuerpo voluminoso, aspecto joven, de cara delgada con frente fina, de ojos grandes de orbes azul que lo adornaban pestañas cortas, cejas rectas, de nariz puntiaguda, piel tostada, cabello rizado castaño, corto, y de labios finos; de su ancha espalda sobresalían dos enormes alas blancas. En cuanto el hombre estuvo dentro la espaciosa habitación, este se inclinó haciendo una venia en signo de respeto al hombre que le daba la espalda.

-Señor –saludo, para enseguida poner una postura rígida.

-Asher, ¿noticias? -pregunto sin rodeos.

-No tan buenas –respondió con voz neutra –han herido a diez de nuestros hombres, y dos de ellos han muerto –aquel hombre hizo puños sus manos y frunció su ceño al escuchar las últimas palabras.

- ¿Qué hay de ellos? –preguntó con voz ronca, refiriéndose a sus enemigos.

-Hemos logrado esta batalla, al parecer sus recursos se terminan y su ejército se ha debilitado.

-Hay que seguir con el plan –se giró lentamente con una sonrisa cínica en sus gruesos labios.

-Entendido, Señor Corban -bajo su cabeza levemente.

-¿Alguna información de la tierra? -alzó una de sus cejas pobladas.

-No, señor -susurro.

-Vete -apretó sus dientes. Asher asintió y se encaminó a la salida.

. . .

- ¡Rápido! Hay que llevarlos con Agar –grito desesperado, un hombre alto, delgado, de piel pálida, a sus guerreros.

Los guerreros llevaron a sus compañeros heridos a un gran salón oscuro de paredes altas, donde sus pequeñas ventanas estaban cerca del techo, y había pequeños mesones en todo ello, donde recostaron a los guerreros heridos.

-Agar, ¿Cómo ves la situación? –él soltó un suspiro mientras dejaba de lado al guerrero herido, para prestarle atención al hombre pálido.

-Nos estamos quedando sin recursos –se volvió al guerrero –es necesario informarle a Nerón.

. . .

-Señorita Cokban, ¿es lo mejor que consiguió? –preguntó Noelia bajándose los lentes, mientras miraba a Anzu con desaprobación. Ella tragó saliva nerviosa.

-Bueno… -dijo no muy segura de la respuesta que iba a dar.

-Maestra Noelia –habló una voz femenina desde la puerta, la cual interrumpió a Anzu - ¿Acaso llegó en un mal momento? -alzó una de sus cejas al sentir el incómodo ambiente.

-Querida –sonrió Noelia al ver a la chica parada en el marco de la puerta –para nada, pasa.

La chica entró sin darle importancia a Anzu, ella pasó un reporte que traía en su mano a Noelia, colocándose junto a ella. Noelia lo recibió y sonrió.

-Es una casualidad que estés aquí, querida. Anzu, ella es Nía, una de mis mejores estudiantes, y también de las mejores estudiantes en medicina de la universidad –hablo orgullosa de Nía, la cual sonrió por el halago.

Anzu se giró con una media sonrisa hacia Nía –soy Anzu Cokban, estudiante de bacteriología –se presentó.

-No de las mejores –reprocho Noelia, ella hizo una mueca enseguida –le he pedido que haga un ensayo, pero al parecer le faltó información, Nía, ¿podrías ayudarle hacer su ensayo a la señorita Cokban?

Anzu frunció su ceño disgustada por las palabras de Noelia. Nía miró a Anzu con reprobación para luego volver su mirada a su maestra.

-Con gusto –respondió con voz dulce.

-Gracias, sé que estará en buenas manos -sonrió - pueden retirarse.

Nía salió enseguida, y Anzu, quien aún estaba disgustada por las palabras de su maestra, soltó un suspiro pesado y fue tras ella. Nía paró de golpe cuando estuvieron lo suficiente lejos del aula y se giró hacia ella, con una mirada fría, quien parecía no intimidarse por ello, a cambio, solo le regresó una mirada dudosa.

-No necesitas mi ayuda –hablo Nía con voz gélida, para enseguida meter su mano a su bolso sacando una tarjeta plateada –encontrarás lo que necesitas aquí –le paso la tarjeta a Anzu.

- ¿No accederás a la petición de la maestra Noelia? –preguntó confundida.

-No es necesario mi ayuda, sabes hacer muy bien tu trabajo sola –Anzu frunció su ceño por las palabras seguras de la chica, era la primera vez que había tratado con Nía, ¿Por qué sabría de ella? –Me imagino -agregó cuando miro su cara de confusión.

-Gracias –hablo no muy convencida tomando la tarjeta.

Nía se dio media vuelta siguiendo su camino, dejando a Anzu atrás, quien la observaba con una mirada cargada de duda, hasta que desapareció, luego tomó la dirección contraria y se sentó en una de las bancas cerca del jardín para observar la tarjeta.



#5611 en Fantasía
#12848 en Novela romántica
#2388 en Chick lit

En el texto hay: angeles, angel caido, angeles y demonios

Editado: 30.12.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.