Destino, Brick Lane #6174 (ae 1)

VI.

1914. (PRIMERA GUERRA MUNDIAL)

24 de diciembre de 1914, Tregua de navidad. 

En Ypres, una ciudad cerca de Bélgica, ocurría la mayor concentración de la guerra entre británicos y alemanes. Los Shinigamis y ángeles no eran indiferentes a ello, y se encontraban ahí realizando su trabajo. Kim Jinsil, un Shinigami de descendencia asiática, era una mujer de estatura baja, de piel blanca como la nieve y cara alargada; llevaba en sus delicadas manos, unas esferas que desaparecían cada vez que ella atrapaba una alma, mientras caminaba, arrastrando su largo vestido blanco, que encontraba ceñido a su delgado cuerpo, por el campo lleno de escombros y cuerpos muertos. Su cabello largo y ondulado lo llevaba recogido en un elegante moño, cubriendo su cabeza con un sombreado de un color crema que hacía resaltar sus ojos almendrados de orbes marrones, los cuales, los adornaban unas pequeñas pestañas. Abrió levemente sus delgados labios, pintados de un rojo carmín, cuando escuchó un trueno que resonó en el cielo, luego frunció su ceño dejando ver sus cejas rectas -Señora, al parecer una gran tormenta se acerca -dijo uno de los Shinigamis.

-Está cerca de oscurecer, llama a los acompañantes -el Shinigami presionó un pequeño botón que traía en su mano, que era en forma de reloj. De repente una gargola apareció junto a cada Shinigami.

-Espero no tiembles mientras sostienes la sombrilla -hablo Ena, una de las Shinigami. La gargola negó con rapidez al ver su fino rostro fruncir sus cejas curvas, mientras abría la sombrilla al sentir las gotas de agua caer.

La mujer asiática, de estatura promedio y piel amarillenta, rodó sus ojos rasgados, que llevaban un delineado con unas sombras oscuras, haciendo resaltar sus orbes grises. Su largo vestido negro de mangas, que estaba ceñido a su delgado cuerpo, estaba un poco mas arriba de sus tobillos y sus botas negras de taco alto, pisaban con firmesa para no caer. Su cabeza estaba cubierta por un sombrero negro que dejaba caer su cabello largo y lacio y sus labios gruesos tenían un rojo carmín.

-¡La atormenta nos acecho! -Exclamó la líder -los datos nos pronostican que nuestro trabajo terminará caída la noche, pero si todos permanecemos en la misma zona, eso no pasará, así que nos dividiremos en grupos.

Ena observó a la líder mientras formaba los grupos; finalmente ella se quedó con la líder y otro Shinigami. Ella se acercó al cuerpo de un soldado que estaba agonizando, en su mano traía una foto de una mujer, bajo de esta estaba el nombre de esa mujer, Mariela –su esposa –pensó Ena.

-Por favor –susurro el soldado, Ella lo miró indiferente –dile que la amo, y que lo siento.

-Solo muere y déjame hacer mi trabajo -susurro. La gárgola se sorprendió enseguida.

-Él ha hecho una petición, es su deber cumplirla.

-¡Callate! -exclamó enojada -¡¿Por qué siempre te asignan a mí?!

-¿Qué sucede, Ena? -La líder se acercó a ella al escucharla discutir.

Ella soltó una sonrisa burlona -¡Estoy cansada de ti, siempre estás paseando con tus vestidos elegantes mientras solo nos das órdenes, y esa estúpida gárgola que siempre me asciende, es la más torpe que he conocido! -exclamó enojada.

-Calmate, Ena -ella rodó sus ojos.

-No creas que por ser la líder eres superior a mí, Jinsil -dijo entre dientes.

Ena apretó sus manos en forma de puño, enojada, recordando lo que traía escondido bajo su largo vestido, luego soltó un suspiró y relajó sus músculos -continuaré con mi trabajo -se alejó unos pasos de Jinsil, dándole la espalda.

-Deja de comportarte como una niña -dijo de repente, sorprendiendola, con sus palabras -todos hacemos el trabajo como nos corresponde, tu arrogancia y orgullo te sega de todo, hasta de las buenas acciones de los demás, ¿No estás cansada de que todos te odien?

La espada de Damocles, era una historia que es una muy buena metáfora, que expresa los inminentes peligros y la consecuencia que lleva a la ambición de un gran poder, para la humanidad; pero para los Shinigamis, aquella historia no solo era una historia, la espada existía y la tenían resguardada en el departamento de Grim reaper (la empresa donde pertenecían los Shinigami), ya que se consideraba una amenaza segura a la muerte de los Shinigami. Ena miró a su alrededor, apretando con fuerza su mano contra su pierna izquierda, los ángeles, quienes protegían a los humanos, estaban pendiente en su trabajo, y los demás Shinigami están lejos de ellas; Ena saco el objeto que traía escondido y se giró apuntando directamente a Jinsil, quien estaba a unos metros de ella.

-La espada de Damocles, la robaste -frunció su ceño. Ella soltó una sonrisa burlona.

-No estaba tan bien protegida como todos creían -se acercó a Jinsil rozando la punta de la espada en su pecho.

-¿Qué haces? –la voz de Jinsil se quebró, una sonrisa maliciosa apareció en los labios de Ena mientras apuntaba al corazón de ella.

-La maravillosa y estupenda Shinigami que todo el mundo admira. No tardaste en pasar todos los niveles y te convertiste en líder -los ojos de Ena mostraban furia -¡cuando yo trabajé por años para conseguir lo que tú tienes ahora! ¡Incluso, me robaste el amor de mi vida!  -exclamó con un tono hostil -y por tu culpa también murió -sus ojos brotaban lágrimas y su voz se quebró con las últimas palabras.



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En el texto hay: angeles, angel caido, angeles y demonios

Editado: 30.12.2022

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