Destino, Brick Lane #6174 (ae 1)

XXVIII.

Zaid estaba camino por la suave arena del desierto, dejando unas visibles huellas en el camino. Su cabeza estaba cubierta por la capucha de un buzo holgado que traía, sus alas eran invisibles a la vista de cualquiera, al igual como lo era en la tierra, gracias al brazalete que era obsequiado por Corbán, el rey de Kepler, pero cada vez que volvían a Blamon tenía que devolver, así que tomo prestado el brazalete de Siwon, el cual debería estar oculto por unos días en el apartamento de los Shinigami Shin o en su defecto en el de Anzu, y así no tener inconvenientes.

En cuanto notó que la arena empezaba a convertirse en verde pasto, alzó su mirada, encontrándose con el inicio de un espeso bosque a unos cuantos pasos. Él, sin dudarlo, se adentro al bosque siguiendo el camino, pero a unos pasos adelante se detuvo, noto que había una división de dos caminos, y uno de ellos no muy marcado; el camino más visible sería el que cualquier ser seguiría y los llevaría a Osiris. El otro camino estaba lleno de un alto pasto y parecía no tener salida, así que prefirió seguir el camino más visible, pero antes de que diera un paso, del camino perdido empezaron a nacer margaritas, floreciendo enseguida marcando un camino.

Zaid, asombrado, pensó enseguida que era un truco de las soberanas, así que, dudoso, tomó el camino de las margaritas, pasando por los altos pinos hasta llegar a un gigante roca semicircular, que estaba cubierta por una espesa cortina de musgo. Soltó un suspiro al no ver una salida, se acercó a la roca y apartó el pesado musgo hasta encontrar un túnel en medio de la roca, y a dos metros, se podía ver una salida.

Él se adentro por el lugar hasta llegar al otro lado, y en cuanto llegó se sorprendió, era la parte interna de un castillo, era bañado en dorado, con algunas flores colgando alrededor, pudo observar unas escaleras amplias, que en el centro se dividían en dos caminos, unos cuantos cuadros de pinturas de las antiguas y nuevas guerras en Blamon, había dos pasillos alrededor de las escaleras, que a lo lejos pudo ver algunas puertas, y un gran hueco había en la parte superior, que parecía estar cubierto por una capa cristalina de agua.

-Gracias por aceptar mi invitación -escucho una voz femenina que provenía de los escalones, haciendo que Zaid pasará su mirada a la mujer que se encontraba en la mitad de la división de las escaleras.

Ella era una mujer joven de contextura blanca como la nieve, de cabello largo blanco y crespo, de ojos grandes de orbes azul zafiro, pestañas largas, cejas curvas, labios gruesos y nariz respingada. Vestía un vestido blanco ceñido a su cintura, del cual se desplegaba una falda voluminosa, lo que generaba un contraste de majestuosidad.

-Kristen -susurro.

Ella sonrió enseguida al escuchar su nombre -Bienvenido, Zaid.

Kristen guió a Zaid hasta una habitación repleta de libros, ella se sentó en un escritorio de madera, en el cual aún se veían las hojas y algunas flores frescas, y aun así era muy elegante.

-Siéntate -apuntó la silla de madera de enfrente.

Zaid con cierta desconfianza y mirando a su alrededor en espera de que de algún estante salieran los enemigos a atacar, accedió a su petición.

-Tranquilo -hablo ella al ver sus expresiones, mientras bajaba la taza de té de sus labios -no pretendo hacerte daño.

-¿Cuál es el motivo de tu llamada? -preguntó con un tono hostil.

Ella hizo una mueca y soltó un suspiro -hay muchos motivos por cuales llamarte, pero hay uno en especifico que nos une -Zaid alzo una de sus cejas, incrédulo -la guerra en Blamon a sido constante durante siglos, y el pueblo a pagado con creces sin tener nada a cambio. Muy pronto, Blamon entrará en una gran guerra, provocada por los Arcángeles, ustedes quieren el poder y el control de este mundo.

-No todos tenemos el mismo objetivo -dijo entre dientes.

-Lo sé, por eso estamos hoy aquí -sonrió con amabilidad, refiriéndose a los dos presentes.

. . .

-¿Cómo es posible que dejaras a Alice con Abraham? -dijo entre dientes.

-Intente detenerlo -se excuso Bastian -pero los dos son algo testarudos.

Mateus soltó un suspiro y se tumbó en su mueble.

-No puedo alejarme de Alice, tampoco tienes que hacerlo, eres el único que no te provoca su alma -hablo con tristeza, mientras Bastian asentía -¿como esta ella?

-Me imagino que devastada, no sale de su habitación -Mateus mordió su labio inferior con preocupación -esta mañana fue a visitarla Anzu, parece que su visita ha calmado un poco las cosas.

-¿Crees que ella le haya confesado algo? -dijo con un tono de preocupación.

-Es lo más seguro -hizo una mueca -ella confía mucho en Anzu. Tampoco puede hacer mucho, es una humana, cuando mucho debió pedirle que se aleje de ti y que en lo más pronto asista a un templo religioso.

-Tienes razón -susurró -es una suerte que Alice no le dijera nada a sus padres.

Bastian asintió pensativo, por unos minutos el silencio los invadió, y por momentos él miraba de reojo a Mateus, indeciso en confesar lo que le atormentaba.

-Mateus -dijo algo temeroso, mientras él alzaba su mirada en espera de que prosiguiera -no se lo que realmente planea Abraham, pero de una forma indirecta se relaciona contigo, por eso hizo lo que hizo.



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En el texto hay: angeles, angel caido, angeles y demonios

Editado: 30.12.2022

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