Destino Casualidad

CAPITULO IV: ¿Y si hablamos?

          Bueno la tierra me escucho y en ese momento desaparecí, China era maravillosa con toda su cultura y costumbres, me encanto estar ahí… ¿Eso querían leer cierto?, o bueno eso era lo que yo quería, pero les seguiré contando que paso ese día, pues nada quedo ahí, esa vez…

            Al reaccionar, lo mire y sonreí, como si nada hubiese pasado respondí: “Aquí estoy, ¡hola, que sorpresa verte!”, en ese momento la mamá de Bella nos interrumpió, me tomo por el brazo y me alejo de él, cosa que yo no quería.

            Bella al parecer se encontraba muy nerviosa, necesitaba que la calmaran. Cuando entre al auto donde ella aguardaba, sentí como todo su cuerpo me cayó encima al abrazarme, “¿Que sucede?”, le logre preguntar, pero recuerdo que no recibí respuesta alguna. No entendía el porqué de su nerviosismo, si todo estaba perfectamente preparado. Cuando dejó de ahogarme con su abrazo logro decir: “Hay alguien en la fiesta que con solo mirarlo me estremezco de la pena”, yo sorprendida le pregunte: “¿Lo conozco?”, enseguida me contesto “Si”, en ese momento estaba poniéndome nerviosa, el hecho es que por mi mente paso que ese chico era Alán, pero con valentía la seguí interrogando hasta que respire con tranquilidad, les cuento que termino siendo Erick, mi amigo desde preescolar, quien esa vez era todo un adolecente súper desarrollado y como no, uno de los populares. Pertenecer al club de futbol lo hacía atractivo a las chicas y mi amiga era una de ellas, el detalle estaba en que ella no se atrevía a conversar con él, ni siquiera un hola, aunque ahora que recuerdo ella le entrego con sus propias manos la invitación para la fiesta, y eso era un adelanto. Le di ánimos a salir, y le dije: “deja que las estrellas y la luna escriban la noche, solo el destino sabrá el camino”.

            Ya de nuevo en el salón, mis manos se colocaron frías y mi corazón latía a gran velocidad como si me quisiera decir que algo va a pasar, tome una bocanada de aire y continúe caminando. Cuando me acerco a las chicas apagan las luces, anunciando que Bella llego a la fiesta, en ese momento la noche empezó. Estábamos todos los del colegio en la mesa y la única persona diferente al grupo era Alán, pasó 15 minutos y ya todas las chicas andaban con sus parejas bailando y divirtiéndose, pero yo no era igual que ellas, es decir si bailaba pero ningún chico del colegio se fijaba en mi por lo nerd que era, y no me invitaban a la pista.

            En una de esas siento como si alguien me observara, al levantar la mirada en busca de la otra, choco con la de Alán, y el frio de nuevo se apodero de mí, pero esta vez había algo diferente, no me congele, simplemente lo vi y le dije: “¡todos salieron a bailar y solo quedamos tu y yo!”, el con un gesto en su rostro me acertó lo que decía. Estábamos de extremo a extremo de la mesa cuando me doy cuenta que él se levanta y se acerca al extremo donde estoy yo, diciendo: “¿Y si hablamos?”, con una sonrisa nerviosa le conteste que sí.

La noche se volvió perfecta y por primera vez en una fiesta no me sentía fuera del lugar, realmente conversar con Alán fue lo mejor que me pudo suceder, nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común y nos reíamos por eso, de pronto mi yo interno escucha que suena mi canción favorita y sin pensarlo dos veces, aunque no lo crean esta chica que era tímida le dijo: “¿Bailamos?, es mi canción favorita”, lo mire con nerviosismo pues no sabía si su respuesta iba a ser afirmativa, esperando su reacción me toma de la mano y me hala a la pista de baile, ese gesto me sorprendió y es lo más marcado de ese recuerdo, el hecho del contacto de su mano con la mía fue algo que hizo mi piel arder y darme cuenta de que algo pasaba en mí. Al bailar me sentía tan genial y es que él era excelente haciéndolo, cada movimiento, cada paso que yo realizaba él lo seguía y lo hacía con su propio estilo cosa que me encantaba en ese momento, la canción termino, quería bailar más, sin embargo no lo conocía bien ni le tenía la suma confianza para decirle: “¡Ey, y si seguimos bailando!” jamás podría hacer eso moriría de pena, así que me dispuse a caminar a la mesa donde estábamos cuando siento que su mano toma mi brazo, deteniéndome en seco y dice: “Ahora tenemos que bailar mi canción favorita”, no me di cuenta cuando ya estábamos sincronizados de nuevo.

Esas no fueron las únicas canciones que bailamos esa noche, pues le agarramos gusto al momento y seguimos hasta agotarnos, cuando eso sucedió nos sentamos, nos mirábamos y cada vez más la risa se apoderaba de nosotros, y realmente no supe por qué sucedía, solo recuerdo que me prometí no olvidar eso nunca jamás.




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