Despierto demasiado temprano, pues comienzan a arreglarme, pues hoy iría a mi primera clase al palacio, estaba algo arrepentida de esto, pues lo que menos quería era acercarme al primer príncipe, no me atreví a comentarle a Sebastián, el solo pensarlo me hace que corra al baño para vomitar solo puedo vomitar agua, así que una vez arreglada baja a comer.
Había optado por una camiseta blanca y una falda azul marino, con mis respectivos guantes, el vientre de mi madre se miraba más abultado, me sirvo un poco de papas, pues habían preparado papas con mantequilla que tanto me gustaba, pero mi madre se horroriza quitándome el plato.
—Madre, eso me lo iba a comer — Le digo mientras se lo da a mi padre.
—La princesa heredera debe de comer menos — Dice mi madre mientras le comienza a dar asco, y corre a vomitar. Respiro un poco antes de comer lo que mi madre me había quitado.
—Debes de tenerle paciencia, son meses hormonales y ella está muy emocionada por ti, tenle paciencia, hija mía — Respiro profundo antes de volver a comer, pero había perdido el apetito —. ¿Paso algo anoche cariño?
Me pregunta y el flashback de todo lo que paso golpea mi mente
—No paso nada padre ¿Por qué pregunta? — Estaba realmente apenada como para decirle lo que había pasado anoche.
—Te ves diferente — Sonrío para despedirme de beso e irme antes de que llegara mi madre, casi no salía del ducado, este se levanta para acompañarme a la entrada. Enlaza mi mano en su brazo para acompañarme —. Estoy orgulloso de que lo que tu misma construiste siempre pensé que lograrías grandes cosas… Y ahora tengo claro que el ducado no será para ti como siempre planeamos.
—¿A qué se refiere? — Pregunto alejándome.
—Estaba en una batalla moral, pues si sale hombre el ducado debería de ser para él, pero ahora que mi hija será alguien de importancia, se me ha librado una gran carga — Este besa mi frente, entonces era así… A pesar de mi preparación, un hombre siempre me quitaría mi lugar, asiento con la cabeza mientras él me despide, me topo de frente con Sebastián.
—Señorita Sofía, ¿Cómo se encuentra? — Me habla con normalidad.
—Me encuentro bastante bien ahora que lo veo su alteza — Sonrío con complicidad.
—¿Saldrá? — Aún no llegaba mi carruaje, así que era normal que dialogáramos un poco.
—Sí, tengo clases en el palacio real. Si mal no recuerdo ¿Usted tiene clases con mi padre, el duque? — Pregunto a lo que su cara cambia drásticamente.
—No, más bien vengo a una consulta — Sonríe, mientras mi carruaje llega, este me sostiene por la muñeca —. ¿Le gustaría ir conmigo a Field Stone?
—¿Disculpe? — Preguntó nuevamente a lo que mi padre aparece.
—Abra una obra de teatro esta noche y me gustaría usted fuera conmigo, sé que es algo descortés, pedirlo el mismo día, pero ayer no tuve oportunidad — Me dice nervioso.
—Príncipe, pase por aquí — Dice mi padre visiblemente molesto.
—Para mí sería un honor, su alteza — Digo mientras me subo al carruaje huyendo de mi padre, este me miraría furioso, pero solo me mira con una tristeza, no pude ocultar la sonrisa y en toda la clase estuve energética cumpliendo con cada una de las etiquetas deseadas, desde postura recta hasta el semblante tranquilo, a diferencia de mis tutores de estos no recibía ningún halago y solo pasaban a otras lecciones.
Las clases habían terminado y estaba tomando el té con la emperatriz y sus amigas.
—¡Qué bella es tu futura nuera! — Me halagan mientras agradezco por el té.
—Noria, la señorita, es joven y la juventud es un signo de la belleza — Habla otra mujer de aspecto más maduro pelo negro largo y vestido morado —. Espero que se tome el tiempo de inspeccionar a mi sobrina, me gustaría que fuera la pareja de su segundo hijo.
Menciona lo anterior que me provoca una puñalada en el corazón.
—Ethan cariño — Habla la emperatriz ignorando a la anterior, quien muestra su semblante enojado.
—Madre, señoras — Su voz provocaba que me diera un escalofrío —. Señorita Sofía.
Me volteo para ponerme de pie y saludarlo.
—Su alteza real, el príncipe heredero, ¿Cómo se encuentra? — Sonrío mirando el ramo de rosas que tiene a su espalda.
—No he podido dejar de pensarla, he por eso que ha cancelado todo mi itinerario para preguntarle si me permitiría tener la dicha de compartir la hora de la comida — Me negaría, pero este me entrega las flores dejándome en evidencia, mientras las damas murmuraban acerca de que era el mejor acto de amor, no dudaba de que estas se encargarían de que los chismes fueran esparcidos entre toda la sociedad.
—Para mí será un honor concedérselo, pero en este momento estoy en una comida con su madre — Digo excusándome.
—Ve cariño, casi no has comido — Dice la emperatriz mientras se levanta para concederme la salida. Tomo su brazo para despedirme e irme con él, era una persona demasiada alta en mi comparación, hacía que resaltáramos mucho entre las personas, como también en la edad.
—Hermano, ¿Todo bien? — Pregunta Sebastián delante de nosotros, este estaba despeinado y tenía un olor muy fuerte a sudor.