Destino Comprometido

CAPITULO 8

Después de que él se burlara de mí por lo picoso, estábamos sentados nada más mirando a las personas pasar, comienza a hacer un poco de frío, este me pone su capa, ya tenía la mía, pero no entendía por qué hacía tanto frío. Me toma de la mano para movernos del agua, tal vez eso era el causante, al incorporarnos en las personas comienza a darme más calor, todos se reían y hablaban, estaba acostumbrada a las grandes agrupaciones, pero lo que era extraño que se rieran realmente y no a la risa forzada que era común dar.

—Hay que apurarnos, la obra de teatro ya va a empezar — Me dice tomándome de la mano, llegamos a la entrada donde le cobran 3 monedas por cada uno. Tomamos los asientos continuos, a lado de una madre con sus 2 hijas.

La obra comienza mientras él compra maní, como algunos mientras le pongo atención, la historia era de una mujer demasiado bella, pero demasiado pobre, ella fue al lago a lavar su larga melena, pero en su cabello queda enredado piedras preciosas, al no ser de ella, estas las vuelve a aventar al lago, los dioses quedan maravillados por tal acción, así que la bendicen y al día siguiente esta tiene una hermosa casa, y la ropa más fina, esta piensa que se había equivocado de casa, por lo que sale a buscar a su casa, y allí los dioses se dan cuenta de algo, la mujer no necesitaba la riqueza para ser feliz, solo necesitaba que su esposo regresara, así que los mismos dioses hablan con el dios de los muertos, donde su amado estaba, pero era pecado el revivir a los muertos, así que el trato era de que una vez al año él vendría a verla, pero ella solo podría sentirlo…

La obra se acabó y las personas aplauden, me limpio unas lágrimas con las manos, Alessandro me da su pañuelo, a lo que sonrió.

—¿Tanto te emociono la obra? — Me pregunta ayudándome a poner de pie —. Has llorado bastante, incluso las niñas que estaban a tu lado lloraron menos.

Las niñas comienzan a reírse.

—Debes tener más compasión por tu hermana — Le dice la mujer a Sebastián, tanto parecíamos hermanos, sonrió como agradecimiento y caminamos de regreso a casa. Había pasado gran parte de la noche afuera, estaba bastante cansada, me escondo en el callejón para cambiarme, me pongo la ropa de antes, y camino hacia casa, íbamos callados, estaba a punto de llegar cuando me toma de la mano.

—Sofía, no podré verte en un tiempo… — Me dice sin mostrarme su cara, su voz sonaba triste —. Compre esto en la feria.

De su bolsillo saca una pulsera de piedras preciosas que se miraban tan bellas.

—Está hecho de botellas de vidrio recicladas y fueron puestas en esta pulsera, no son piedras preciosas, pero luce bien… — Extiendo mi mano y este me la pone —. Te lo regalo… Y esto te lo presto.

En la misma mano me deja un camafeo, se llama camafeo a todo relieve obtenido en piedra preciosa, generalmente, de variado color y con delicadas figuras, lo miro de nuevo porque se miraba que era algo realmente valioso para él, no quería aceptarlo, pero él me lo pone el cuello.

—Me lo tienes que devolver cuando estés lista… — Me susurra a mi oído.

—¿Lista para qué? — Le pregunto lo que él solo desata mi cabello, acomodándolo tras la oreja.

—Lo sabrás cuando sea el momento — Sin darme cuenta me había dejado en la puerta de la cocina, entro mientras no hay nadie y subo al estudio de mi padre donde este estaba dormido, este solo estaba allí, había estado leyendo unos viejos libros, lo muevo y este se despierta, se miraba algo viejo.

—Padre, padre — Le hablo varias veces hasta que él reacciona —. Ya llegué.

—¿Cómo te fue? — Me pregunta incorporándose.

—Fue magnífico… Era mágico… — Le digo a mi padre sonriendo, este ordena a las mucamas que me bañen para ir a la cama, y después dormir hasta tarde, hoy no iría al palacio, pues habían mandado una carta donde las clases se cancelaban.

Al despertar escucho el movimiento de las cosas, y como mi madre grita y llora me pongo la bata y corro al estudio sin querer escucho a mi madre gritar.

—¿Cómo te puedes ir a la guerra? Lo mismo hiciste con Sofía, no me hagas esto otra vez, por favor — Abro la puerta haciéndome notar mi madre lloraba incontrolable.

—Sofía tienes que hacerte cargo del ducado y del banco en lo que vuelvo — Me entrega el cilindro donde tenía las escrituras y el anillo de la familia, me acerco, pero mi madre me aleja.

—Tu hija tiene que estudiar para emperatriz y todavía le dejas el ducado ¿Por qué no te quedas aquí? Sofía pídele al príncipe heredero que tu padre se quede — Me implora mi mano de rodillas.

—¡Basta! — Grita mi padre, haciendo que comience a llorar, yo tampoco quería que mi padre se fuera, pero él me había contado ayer en la noche porque debía de hacerlo, mientras tanto debía de apoyar la decisión de mi padre.

—Lo haré — Abrazo a mi padre, mientras mi madre limpia sus lágrimas con coraje y sale de la habitación, estaba furiosa quiero ir tras ella, pero mi padre me detiene, esa misma tarde la noticia de que estamos en guerra se corrió por todo el mundo haciendo que varios nobles salieran del estado, y sacaran el dinero del banco, pero mi padre se negaba a dejarlos ir tan rápido, estábamos en el banco, solo 2 veces en toda mi vida había estado aquí, cuando se inauguró y cuando mi padre olvido un contrato sumamente importante, la mayoría de trabajadores eran varones.




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