Ya no era lugar para mí, así que decido irme al atardecer, mi madre debería de estar preocupada por mí, había dejado mi dinero y algunas otras cosas a los soldados para que se esforzaran en buscar a mi padre, aun no perdería la esperanza de encontrarlo, pongo varias cartas de los soldados para sus familias en las bolsas.
—Duquesa — Me habla Sebastián dándome el listón, se lo había dado hace años, que ahora estaba manchado y lleno de tierra —. Perdón por lo que paso esa noche, use las palabras incorrectas.
—Esa noche, quedo en el olvido — Le digo mientras Alexander se acerca —. Para mí, usted solo es el alumno de mi padre, y jamás debí de pensar en que usted pensaría algo serio en mí, pues siempre seré una niña para sus ojos alteza.
—Sofía... — Trata de hablarme, pero ambos debíamos de partir —. Si gano la guerra, me permitiría tener una conversación formal con usted.
—Eso queda en consideración de mi padre — Alexander me ayuda a subirme al carruaje y el me da el de nuevo el listón —. Puede tirarlo.
Me doy la vuelta mientras cabalgo rápido, siento las pisadas de Alexander quien me sigue el paso.
—Pareció como si no lo amaras... — Me dice el mirando como me había hecho un desastre, pero había encontrado otra manera de como enorgullecer a mi familia, hacer lo que esa noche planeamos, tendría que convencer a Ethan sobre perdonarle la vida.
—Bien, eso quería — Nos topamos con un carruaje que viene para la capital, este accede a llevarnos a casa, con la condición de darle uno de los caballos, me quedo dormida mientras Alexander me cuida de cualquier cosa.
Al despertar ya habíamos llegado al imperio, ambos vamos en el mismo carruaje directos al palacio imperial, la emperatriz estaba ansiosa, y el verme llegar fue algo refrescante y aterrador para ella, estaba cubierta de lodo, y sin darme cuenta ya había llegado un informante a decirle todo.
—Sofía, ¡Que imprudencia la tuya! — Me regaña, pero me acerco más para entregarle la carta del príncipe.
—Me he topado con el segundo príncipe, en esta carta le tiene las noticias más actualizadas su majestad, ruego que perdone mi imprudencia pero necesitaba asegurarme que el cadáver que decían ser de mi padre es falso, mi padre sigue con vida — Al decir esto todo el salón se llena de ruido, mientras que las personas aplauden y la emperatriz trata de que se callen, el archiduque se levanta del lugar de la emperatriz para acercarse a mí, estaba asustada y aún más cuando este no dudo en darme una cachetada enfrente de todos.
Alexander sin pensarlo desenvaina su espada para amenazar al archiduque provocando gritos y la emperatriz estaba fúrica.
—Debiste de quedarte en tu casa, y mandar a alguien a buscar el cadáver de tu padre — Mi padre estaba vivo, pero él se miraba demasiado alterado con la noticia de que fuera allá, según tenía entendido que este se encargaría de mandar dinero para mejorar las condiciones. El emperador regente era un traidor —. Dame la carta del segundo príncipe.
—No... — Mi madre entra corriendo al palacio real para ver la escena —. La misión que me fue encomendada por el propio heredero de la corona es para su alteza la emperatriz, no para el emperador de títere.
La emperatriz calla todo el ruido, y manda al archiduque a su propio cuarto, lo había mandado a encerrar, mi cara dolía pues me había dado una cachetada demasiado fuerte, en cambio Alexander como lo dicta la ley fue castigado con golpes en las palmas de la mano, maldita imprudencia al amenazar al emperador regente, a mí me llevaron al cuarto de la emperatriz donde ella abrió la carta, me quedo en silencio, mientras ella cambia sus gestos como camaleón.
—Siempre has sido una chica con excelentes modales, prudente e incluso muy madura para tu edad, ¿Por qué reaccionaste de esa manera? — Me pregunta la emperatriz mientras quema la carta.
—Majestad, yo mire lo precaria de la situación de los enfermos. Si me permite decirle creo que el archiduque está conspirando con el enemigo. Es por eso por lo que se han perdido cartas, en el banco los ingresos han bajado e incluso varios nobles han retirado el dinero, tengo la teoría que algo grande se está armando a nuestras espaldas — Digo mientras ella me sirve él te mientras camina de un lado a otro.
—Pensé que no estabas enterada de las cosas que pasan en el banco de tu padre — Me dice mientras me cuestiona.
—Créame, estos años no han sido fáciles, el seguir las ordenes de usted con mis estudios de princesa heredera, el callar lo que pienso y satisfacer a mis padres — Le digo mientras me pongo la taza caliente en el cachete.
—Al segundo príncipe. Por favor tráeme a Sebastián — Me dice en un susurro —. Nadie más que tú y el muchacho con el que te fuiste deberá de saber que vienes con él.
Al decir eso se escuchan ruidos afuera, el enemigo había entrado, al palacio, maldita sea.
—Emperatriz — Le digo mientras ella me sonríe, ella ya sabía que iban a tomar la ciudad, ella sabía todo, ella sabía que habíamos descuidado mucho el imperio —. Cuide a mi madre por favor.
—Es lo mínimo que puedo hacer por ti — Beso su mano y salgo corriendo, había un estruendo, Alexander está en uno de los calabozos. Escucho como estos salen para atender al ruido y me cuelo mientras el olor a suciedad hace que sienta mareos, allí estaba él vendándose la mano.