Destino Comprometido

ESCENA ELIMINADA FINAL

6 años después…

Lo que me traía de vuelta a la ciudad era que mi hermano estaba por cumplir 10 años y mi padre haría una fiesta para celebrarlo, digo mi padre pues él había dado la orden que volviera. Bajo del carruaje mientras jóvenes se posan con fragmentos de mis cuentos en sus manos, sonrió solo para entrar a casa.

—Madre, padre he vuelto — Digo mientras Asher baja las escaleras para abrazarme, este crecía demasiado rápido —. ¡Asher! Dios santo.

—Hermana, cada vez que la miro estas más bella — Me dice sin duda y como predecíamos tenía una aura demasiado fuerte digna para los negocios, mi madre quien ya era mayor baja corriendo.

—Te he dicho que no corras — Dice ella mientras miro a mi madre, esta se acerca y me acaricia la cara, la relación mejoro mucho desde que me fui. Mi padre baja y sus ojos ya no miraban a una niña, ya era una mujer tenía 26 años, no había conocido a nadie que me moviera el piso, ya había superado la muerte de Ethan.

—Debes estar cansada… Sube a tu cuarto cariño y abre la ventana — Subo a mi cuarto hacia un lustro que no entraba, todo olía a limpio y seguía igual, y como indicación de mi padre abro las ventanas desde mi lugar veo algo en las plantas, no puede ser. Aprovecho que mis padres están al frente para bajar y salir por la cocina, los chefs me miran con alegría, estaba anocheciendo, y mis ojos habían mirado bien, aunque los de él dudaba que me vieran a pesar de tenerme a unos metros.

 Me acerco más, el chal no me cubría por completo del frío, pienso un poco más en mi aspecto, usaba una camisa blanca hasta el cuello de manga larga, una falda larga café con botas negras de tacón, camino hacía el.

—Doncella, perdone ¿Ya llego Sofía? — Pregunta, no tenía lentes para verme y diferenciarme.

—He llegado por la tarde, excelencia — Este sonríe, apenado —. ¿Quién diría que el emperador del imperio entra a una casa por un túnel secreto?

—Lo descubriste — Me dice riéndose.

—De gracias, que mi padre aún no — Me acerco y lo saludo, tenía el cabello canoso.

—¿Qué miras tanto? — Me dice agitándose el cabello.

—Nada mal para tener 31 años — Le digo invitándolo a entrar dentro del jardín, aquí habíamos hablado de la emperatriz, aquí solo estábamos 2/5 del grupo.

—Tengo la edad que el tendrá para siempre…

—Justo estaba pensando en él… — Digo mientras sonrío —. Parece que fue ayer…

—Para mí, han sido como miles de años — Me dice tomándome la mano —. Alexander me dijo una vez que si te perdía seria el peor error de mi vida, yo era alguien soberbio, y me enoje por esa contestación, pero ahora lo entiendo.

Mi corazón latió, era un maldito traicionero, que se obligaba a no importarle lo que este me confesaba.

—El palacio es frío sin nadie para acompañarme, de que sirve ser el emperador si no puedo despertar al lado de la persona que amo — Me confiesa, que debía de hacer… Sus ojos volvían a tener ese brillo —. Permíteme enamorarte Sofía…

—Sebastián… — Lo quería, pero no podía tenerlo, me aparto un poco pues mis manos estaban sudando —. Tengo una vida… Soy escritora, y tú eres un emperador. Estuve a punto de casarme con tu hermano…

—¿Te enamoraste de él?... — Me pregunta.

—No, no pude por más que lo intentaba, pero lo quería y si estoy contigo es traicionar su memoria — Le digo tantos años soñaba con este momento.

—Lo entiendo… Ese es mi castigo por ser un necio — Me da la mano para sentarme a su lado, estaba haciendo algo de frío, ambos miramos la luna —. ¿Qué vas a hacer después de la fiesta?

—No lo sé… — No había pensado en el después, no podía volver a lo que llamaba casa, porque me iba a dar cuenta de lo solitaria que era mi vida, este me da su chaleco.

—No tengo a nadie como secretaría — Me dice mientras me acomodo —. No confió en nadie, siento que si me descuido alguien le pondrá veneno a mi comida, por eso creo que el palacio es frío…

—¿Y tu padre? — Pregunto por él, pero la cara de él se hace sombría.

—Todas las noches, el recuerdo de la emperatriz, de mi hermano… Lo atormentan lo mantienen sedado es cuestión de tiempo que el muera — Sentía la ansiedad de entrar a casa, pero recordaba que era una adulta, ya no ocupaba que me cuidaran, Sebastián se acerca a mí, cierro mis ojos, no quería un beso, pero lo que hace es soltarme el cabello, había tenido mucho tiempo ese moño que me sentaba demasiado bien el traerlo suelto, agita mi cabello mientras lo acaricia.

—¿Todo bien?... — Le digo en un susurro pues estábamos a centímetros.

—Si, solo te ves demasiado vieja con ese peinado — Me comienzo a reír.

—Ya soy vieja, tengo 26 años por favor hace 8 años deje de ser una niña — Él siempre me miro como una niña, así que era normal que se extrañara.

—Ese fue mi error pensar que seguías siendo una niña — Ambos nos levantamos, siempre me habia dicho eso, que su error fue, cada quien, por su lado, lo abrazo antes de irnos, mi corazón estaba en paz con mi decisión, habían pasado años miles de cosas, y con eso sabía que él era el amor de mi vida, pero no de esta vida.




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