Destino Cruzado // Teller #5

Capítulo #6

Pov Luna Flores

 

No pude decirle la verdad al niñato de Jacob quien se negó a salir de mi auto y tuve que traerlo conmigo para buscar a Nórdico, mi perrito, mi compañero.

Parecía que el destino había conspirado contra mí para que no le contara la verdad, no me gustaba mentir a las personas. Solo un día más y hablare con Sol para que se sincere, yo no puedo seguir con este juego de niños.

—Luna, ¿todo bien?

Levanto la cabeza encontrándome con la mirada preocupada de Graciela, mi vecina quien me ayuda a cuidar a Nórdico cuando voy al trabajo y hoy me llamo asusta diciendo que se le había perdido cuando lo saco al parque.

—Si todo bien.

—Lo siento mucho, juro que lo estaba…

—Descuida, sé que no es tu culpa —digo tomando sus manos entre las mías para que sienta que no la juzgue. Soy consciente cuanto ama Graciela a mi peludo y nunca haría nada por lastimarlo.

¡Sigamos buscándolo…!

Diciendo aquello suelto su mano y le sonrió. Camino hacia el lado opuesto del parque en busca de mi perro y agradezco internamente que el niño tonto se haya marchado, al menos eso espero porque ya no lo veo hace un buen rato.

Camino por 15 minutos llamando el nombre de mi bebé peludo, pero no hay rastros de Nórdico y ya comienzo a preocuparme. Mi celular comienza a sonar y me obligo a sacarlo del bolsillo, me debato en si debo o no contestar a este pesado.

Respiro profundo y doy a contestar, estoy a punto de gritarle que no estoy para sus juegos y el ladrido de mi hijo peludo me saca una sonrisa. —¿Dónde están? —pregunto con el corazón latiéndome fuerte.

—Estamos en la plaza.

No lo escucho más y corro hacia la plaza. Visualizo a mi peludo a lo lejos y como mi bebé corre a mi encuentro, lo abrazo fuertemente y dejo que sus lengüetazos acaricien mi rostro al punto de tumbarme al piso.

¡Nórdico…!

Se quita de mi encima y corre esta vez hacia Graciela. Me siento avergonzada al darme cuenta de mi comportamiento y la mirada de Jacob me hace avergonzar mucho más, me tiene la mano la cual tomo para ayudarme a ponerme de pie.

¡Gracias…!

—Por fin me dices algo amable.

—Hiciste un acto amable… —digo con seguridad.

¿Es tu novio?

—No…

—Si…

¿Sí o no?

Dice Graciela esta vez alternando la mirada entre los dos y sin previo aviso Jacob me abraza dejándome completamente fría y sin habla.

—Es mi prometida… —dice poniendo esa sonrisa de tonto.

¡Felicidades…!

Estoy a punto de decirle que no, pero Jacob me presiona con más fuerza de los brazos y yo solo puedo regalarle una mirada de odio. Graciela le entrega la correa del perro y se marcha depositando un beso en la mejilla de cada uno.

Le meto un codazo en el estómago obligándolo a soltarme y le quito la correa de mi bebé que por alguna razón no le ladra a este extraño, al contrario, parece agradarlo.

—Eres muy ruda y pegas duro —se queja cual niño pequeño.

—Sí, así que mantente a kilómetros de distancia.

Advirtiendo aquello, tomo la correa de mi pequeño y nos dirigimos a la casa deseando en mi interior que ese pesado se marche. Como se atreve a desear quedarse en mi casa, en su sueño nomás pasaría algo así.

Camino a paso rápido hacia el edificio y me meto al ascensor que me llevara a mi piso, trato de cerrar la puerta del ascensor de inmediato, pero es demasiado tarde porque metió la mano impidiendo que las puertas se cerraran.

¡Tengo sed…!

¿Y?

—Tienes que invitarme agua, después de todo esta noche me tienes que dar asilo en tu casa.

¿Asilo?

—Si.

«Respira Luna, contrólate y no asesines a este niño»

—No te puedes quedar en mi casa, nadie puede quedarse.

—Si puedo, sino iré a malograrle la noche a tu amiga… —¿tú decides? —dice encogiéndose de hombros.

«Sol, en que me metiste», en ese momento lamento la decisión de aceptar la locura de mi chica diabólica.

Llego a mi piso.

Permito que ingrese a mi pequeño departamento, quito la correa de Nórdico y camino hacia la cocina para lavarme las manos y llevarle el agua para que beba. Aprovecho en enviarle un mensaje a Sol diciendo que no puedo seguir con esa mentira, soy consciente que no lo leerá ahora, pero es una forma de desahogarme.

—Tu agua —digo mientras le extiendo la mano para alcanzarle el vaso. —Tomas y te vas… —advierto.

—Me niego —replica cual niño pequeño y se pone de pie haciendo que suelte el vaso con agua que cae por todo su cuerpo.

—Lo-lo… -siento… —me apresuro en disculparme mientras corro hacia el baño en busca de una toalla para secarle el agua.

—¿Q-que… haces? —pregunto al regresar y encontrarle con el dorso descubierto, no puedo evitar recorrer su cuerpo con mi mirada e inconsciente mi mirada baja a su entrepierna…

«Demonios Luna, que haces pensando en esas cosas. La falta de sexo me está afectando, no puedo seguir así»

 —¿Te gusta lo que ves? —pregunta y siento mi cuerpo ser rodeado por sus brazos paralizándome por completo. Hace muchísimo tiempo que ningún hombre se me había acercado de esa manera, haciendo que mi cuerpo temblara.

Sacudo la cabeza y lo empujo de mi lado.

«Soy una mujer casada, no puedo permitir que otro hombre me toque» me digo mentalmente.

—Nunca más te atrevas a tocarme—pronuncio con dureza.

—Está bien, lo siento —dice levantando las manos y cogiendo la toalla de entre mis manos.

Me giro en mis propios pies y camino hacia mi habitación buscando calmar mi acelerado corazón. Me regaño mentalmente por dejarme llevar por mis alocadas hormonas, posiblemente es momento de ir a visitar a mi esposo.

Busco entre sus cosas un polo de Leo para entregárselo, temiendo que vaya a resfriarse. —No puedo dejar que se enferme.




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