Destino Cruzado // Teller #5

Capítulo #11

Pov Alonso Teller

 

Por poco me creí meteoro al conducir de la forma que estaba haciendo, no lo pensé ni dos veces para ir por Luna. Quería saber que había pasado con ella para que se haya ido a un bar y tomar más de la cuenta, esa no era Luna, no era su proceder.

Al llegar la vi junto a la barra. Sonreí al verla con su ropa formal y me detengo un momento a ver su comportamiento lo cual es un poco gracioso. Mis ojos se encuentran con los del barman hasta que ella posa sus hermosos ojazos sobre los míos y me toma por sorpresa la forma como me llama.

¡Niño bonito…!

¿Niño bonito?

Sonrió como tonto, al menos soy un niño bonito. Me gusta la gente borracha y los niños, suelen decir la verdad. Así dice mamá y sé que es cierto, Luna me lo acaba de comprobar porque estoy seguro que, si estuviera sobria, primero se muerde la lengua antes de llamarme de esa forma.

¡Luna! Grito al ver que intenta bajar y esta se tambalea.

La sostengo de la cintura impidiendo que vaya a saludar el piso, el barman me observa dudoso. —¿Usted me llamo? —pregunto para que entienda quien soy la persona con quien hablo y el asiente.

Esta hipando y es graciosa, sus mejillas están rojas y sonríe mucho.

¡Niño bonito…!

Vuelve a gritar mientras me jala de las mejillas y queda a centímetros de distancia de mi rostro haciendo que me quede quieto. —¡Lindo…! —pronuncia mientras se pasa la lengua mojando sus labios.

«Mierda», digo para mis adentros al sentir unas ganas de besarla.

Pero un caballero no hace esas cosas así que haciendo uso de toda mi fuerza voluntad trato de alejarla, pero ella me atrae con más fuerza.

¡Quiero besarte…! Grita a boca llena en mi rostro paralizándome, pero los minutos siguientes maldigo dado que Luna me vomito encima.

Respiro profundo y solo agradezco al barman quien me tiende unos paños para secarme, me limpio y limpio a Luna. Cancelo la deuda de Luna y me marcho del bar antes que termine por vomitar en todo el lugar.

Cargo en brazos a Luna mientras ella se sostiene en mi cuello, sonrió como tonto. No puedo creer que este en esta condición, me acaban de vomitar y estoy feliz.

«Alonso, estás loco»

Con eso en mente me pongo en marcha y me debato en si debo llevarla a su casa o a la mía. Al final decido llevarla a mi casa porque no quisiera encontrarme con su flamante “esposo”.

¿Por qué no llamaste a tu esposo?

Me giro a ver a Luna, quien ahora está en la Luna porque se quedó dormida. Me detengo en el semáforo y aprovecho en quitar el mechón de cabello que cubre su rostro, sutilmente acaricio su rostro y me alejo al verla removerse.

Conduzco prudentemente hasta llegar a casa y cuando estoy por cargarla en brazos abre sus hermosos ojazos, me mira y me sonríe.

—Niño bonito… —dice jalándome de las mejillas.

Que afán de esta mujer de tirarme de las mejillas, cree que no duelen. Que este sobria la hare sentir culpable.

—Tengo ga…

No espero más, la ayudo a sostenerse tomándolo de la cintura con una mano y con la otra le sostengo el cabello para que vomite.

¡Ahh…!

—Juro que nunca más vuelvo a tomar.

Esa frase me recuerda a mí y mi última promesa cuando termine con resaca después de tres días de consumir licor por... —alejo mis recuerdos, no quiero pensar en Marcia después de todo no signifique nada para ella.

—Todos los borrachos decimos eso cuando estamos a punto de vomitar el hígado —digo con ironía.

¡Ahhh…!

Me quejo al sentir un codazo en el estómago.

—¿Por qué me pegas?

—Corrigiendo a este niño lindo —dice girándose y quedando frente a frente. Eres un lindo niño… —pero odio a los hombres… —suéltame.

Intenta soltarse de mi agarre, pero soy más rápido y vuelvo a sostenerla por la cintura impidiendo que se caiga. La subo a mi espalda y la llevo cargando hasta el ascensor mientras tira de mis cabellos cual niña pequeña. Escucho atentamente sus quejas y voy entiendo más o menos la razón de su borrachera.

Mientras el ascensor sube ella se quedó en silencio, llamo varias veces su nombre más no obtengo respuesta y estoy seguro otra vez se volvió a quedar dormida.

«¿Qué idiota podría traicionarla?» me pregunto mientras abro la puerta de mi departamento.

La coloco sobre el mueble mientras voy en busca de una toalla para limpiarla, pero es muy tarde cuando regreso. Esta vez a vomitado en la sala.

¡Dios Luna…!

Me apresuro a llegar a ella y sostenerla al ver que va en picada, lo único que se me ocurre hacer es meterla al baño… —un buen baño a puede calmar y quitarle la borrachera.

La idea era meterla bajo la ducha, no meternos bajo la ducha. Luna me arrastro bajo la ducha y ambos terminamos completamente empapados y juro que mi resistencia a no tocarla estaba comenzando a tambalearse al sentir sus pechos tocar contra mi espalda ya que Luna me abraza desde atrás para impedir que salga de la ducha, mentalmente me digo que nunca más vuelvo a discutir con una mujer ebria. Si por si las mujeres ganan las peleas estando sobrias, ebrias son peores.

Respiro profundo, me giro hacia ella y le tomo de la cintura, la cargo a mis hombros y le saco de la ducha. Puedo sentir sus golpes en mi espalda que ni cosquilla me causa.

Le acomodo sobre la cama diciéndole que se quede quieta, lo cual parece hacer efecto ya que deja de moverse. Me acerco a su rostro y la muy traviesa nuevamente cayo en los brazos de Morfeo. Respiro profundo y poco a poco le voy quitando la ropa dejándola solo con su ropa interior.

«Eres un puto pervertido, Alonso» me recrimina mi yo interior al sentir que mi amigo de entre las piernas reacciona al ver su cuerpo expuesto ante mí.

—No soy un pervertido —me digo a mí mismo y cubro el cuerpo de Luna con la sabana.




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