Destino Cruzado // Teller #5

Capítulo #13

Pov Luna Flores

 

Me sentí avergonzada con Alonso, primero por el golpe que le di y segundo por la penosa escena que hice al discutir con Leonardo.

Definitivamente me llevaba el premio a la más tonta y estúpida que existe en la faz de la tierra. Si había sido paciente y tolerante con Leonardo es porque me salvo la vida, pero eso ya no más. No le daría ni un solo centavo más.

Me froto la sien tratando de relajar mientras el taxi me lleva de vuelta a casa, no podía con la vergüenza y permitir que Alonso me trajera a casa. Me duché rápidamente porque comencé a sentir un fastidio en la zona de mis riñones, me excedí bebiendo y debo revisar que todo está bien. No tengo a nadie que se preocupe por mi así que debo cuidare doblemente.

Aprovecho la tarde en ir al hospital y hacerme unos chequeos preventivos los cuales son favorables, pero de igual manera recibo una reprimenda del doctor que debo cuidarme doblemente.

Escucho el celular y me doy cuenta que es Alonso, pero prefiero no responder así que decido ignorarlo y volver a casa para salir con Nórdico, solo él me puede mejorar el ánimo.

Decido ir a visitar a las hermanas del orfanato y de paso llevar los donativos para los niños, me refrescara y ayudara a meditar las cosas. Subo las cosas y todo lo necesario para pasar el fin de semana en el orfanato ayudando a las hermanas.

Cargo las cosas para llevarlo hacia mi auto con una mano mientras que con la otra sostengo la correa de Nórdico, pero ese niño tira con fuerza que no me deja de otra que soltarlo e ir tras suyo.

¡Nórdico…!

¿Alonso?

Digo sorprendido al verlo en casa y lo más sorprende ver a mi bebé peludo dándole unos lengüetazos a Alonso como si fuera su amigo, lo cual me da mucho gusto ya que Nórdico es muy protector conmigo y suele ladrar a los extraños.

¿Qué haces aquí?

—Vine a ver a mi amiga… —¿adónde vas?

—Voy de visita.

—¿Puedo ir contigo? —pregunta mientras toma las cosas de mis manos y me pone esa cara de niño bueno. Y la culpa me invade al ver como se le puso morada la piel por la zona de su nariz. Al menos le deje claro que me puedo defender.

—Lo siento, pero no creo…

—Si en verdad lo sientes deje que te acompañe y no acepto un no por respuesta.

Solo me encojo de hombros y dejo que haga lo que quiera, al menos estar con él y escuchar sus sonseras me hace reír y olvidar de mis problemas. Significo tan poco en la vida de Leonardo que ni insistió en siquiera llamarme para discutir las cosas, solo dijo que si en verdad lo amaba debía confiar ciegamente en él y si, fui tan ciega que no me di cuenta de lo estúpida que fui.

¿Luna?

¿Si?

—Literal, estas en la Luna.

¿Me decías algo?

—¿Qué adonde te llevo? —pregunta mientras sonríe, su sonrisa es tan tierna que podría perderme…

«¡Mierda, que estoy diciendo…»

Bueno voy al lugar donde crecí y pretendo quedarme allí el fin de semana. —¿Estarás bien con eso? —pregunto esta vez soy yo quien la mira fijamente, internamente pido que diga que tiene cosas que hacer.

Ese sueño dura poca ya que el indica que estará libre todo este mes porque el siguiente viajará para una competencia internacional.

 —Es más puedo acompañarte todos los fines de semana, no tengo planes —dice sonriente y yo solo niego con la cabeza.

En el trayecto vamos hablando de todo un poco y conociendo un poco de su familia, me sorprende saber que tiene una sobrina llamada Luna que según sus propias palabras me la presentará en una próxima ocasión. Envidio la familia tan grande y unida que tiene Alonso, yo había deseado tener muchos hermanos y si la tengo, pero no puedo llamarla como tal libremente.

Respiro profundo y alejo ese pensamiento.

Se me forma una sonrisa gigantesca al ver el letrero “Orfanato Hermanas Carmelitas”.

¡Mi hogar!

Alonso se estaciona, me apresuro en bajar al ver a los niños mientras Alonso saca las cosas del auto. Los niños se apresuran a apachurrar a Nórdico y el peludo como toda una estrella deja que lo consientas e idolatren.

—¡Hermana Anita…! —saludo abrazándome a la madre del orfanato, después de todo fue mi madre desde que tengo uso de razón.  

¡Buenas tardes!

¡Ohhh…!

—Disculpa que no le avise madre, este es mi amigo Alonso quien se ofreció traerme y no pude negarme. Hago las presentaciones correspondientes y las otras hermanas ayudan con las cosas mientras ingresamos.

Esa noche decidimos hacer una fogata mientras compartimos con los pequeños, Alonso es un niño más en medio de ellos. Al parecer es un hijito de papis, su forma de ser es de un hombre que no tiene malicia, la vida ha sido muy buena con él.

¿Qué piensas hija?

—Nada madre —digo abrazándome a ella sintiéndome como una niña pequeña, no una mujer que esta próxima a cumplir 30 años.

—¿Qué es de Leonardo? —pregunta la madre dejándome en completo silencio y no me atrevo a contarle lo que estamos pasando. —Estudiando… —digo a la ligera.

¿Todo bien?

—Sí, todo bien.

—Sabes que puedes contar conmigo.

Asiento y deposito un beso en la mejilla de la madre Anita, me excuso y me uno a escuchar la narración de Alonso que tiene capturada toda la atención de los pequeños.

Fue un fin de semana espectacular y Alonso se comprometió en volver cada fin de semana.

—¿Estás seguro que podrás visitarlo cada fin de semana? —pregunto mientras el conduce con retorno a la ciudad.

—Por supuesto. Prometo conseguir más donativos, iré a hablar con mis padres, tíos y amigos que pueden donar. Quisiera, si tú me orientas o si es factible que se pueda otorgar becas a los chicos que están próximos a dejar el orfanato, para que puedan continuar con sus estudios.

¿Harías eso por ellos?

¡Si…!

¡Eres el mejor amigo…! Grité entusiasmada y por impulso lo abrazo.




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