Destino de luna

Un acercamiento sensual

Krow e Ilian habían logrado escapar gracias a un hechizo que está realizó con el que al momento se trasladaron lejos del cementerio y el valle donde sus enemigos los perseguían.

Lograron escapar gracias a esto aunque había ayudado también que el demonio los entretuvo en el valle.

Se habían transportado a las afueras de la ciudad donde se encontraba la base principal de los nueve clanes, ahí donde vivía Krow New. Estaban ya muy cerca pero no lo suficiente para sentirse seguros. Tenían que caminar para entrar en la ciudad pero ambos estaban incapacitados.

Ilian estaba muy cansada pues el hechizo requirió gran parte de su energía. Al llegar a ese sitio, se cayó producto de un mareo que tuvo inmediatamente sus pies tocaron tierra. Por otro lado Krater estaba muy herido y sin energías debido a la batalla que tuvo que librar momentos antes.

Krater ayudó a sostener a la bruja mientras ésta intentaba recuperarse. El quedó hincado en el piso mientras que ella hacia todo lo posible por incorporarse.

-Deja de pelar, descansa un poco. -Dijo él con un tono suave y ligero.

-No es momento de descansar, necesitamos llegar lo antes posible a la ciudad. -Incluso su voz mostraba debilidad. -Ese demonio es un mal augurio, necesitamos darnos prisa.

-Entonces te sugiero que te apresures a recuperarte pues ni yo puedo usar mi velocidad ni tú tu magia. -Le hablaba sin soltar su cabeza. La mantenía segura como si de un guardián se tratara. -Vamos a tener que caminar hasta ahí, pero yo necesito recuperar un poco de fuerza y sanar mis heridas.

-Yo me puedo recuperar y lanzar un hechizo de sanación. -Dijo ella intentando ser positiva pero se desmoralizó al ver qué su amuleto ya no brillaba y tenía una grieta en el centro. -¡Oh no! Me tomará más tiempo de lo que creía.

-¿Qué le sucedió? Creí que esos amuletos eran indestructibles.

-Nada en este mundo es indestructible. -Se sentía mejor y se quedó sentada en el suelo mientras seguía recargando su cabeza en las protectoras manos de New. -Este amuleto está vinculado conmigo, eso quiere decir que si yo me afecto el lo hará y como ahora me quedé sin energía con la teletransportación, el amuleto sufrió una fractura.

-Entonces ya no sirve, tiralo ya. -Trataba de evadir con su mirada al amuleto. -Debiste deshacerte de ese artefacto maldito desde antes.

-Este amuleto no está roto, solo está fracturado. -Su positividad continuaba. -Cuando yo me recupere el también lo hará y seguirá funcionando como siempre.

-Objeto maldito tenía que ser. -Se sintió decepcionado por la respuesta, él no se sentía nada agusto con un objeto así cerca de él. -Entonces si tú mueres, ¿El objeto se destruye?

-No, simplemente quedará débil y será pasado a otra bruja para que ahora vincule su energía con el. -Lo tocó suavemente mientras seguía refiriéndose a el. -Este amuleto a estado de está forma en nuestra familia por muchos años, yo no soy la primera en vincularse con el.

-Eres la segunda bruja a la que se lo veo así de cerca. -Dijo él tomando mucho aire cada vez que hablaba, se estaba esforzando por ocultar el dolor que sentía y la urgencia por recuperarse.

-¿Por qué le tienes tanto miedo a este amuleto? -Preguntó ella un poco más tranquila y con ánimos de llevar una conversación placentera mientras esperaban.

-Recuerdo que hace mucho tiempo, cuando recientemente me convertí en un hombre lobo. -Su memoria comenzó a divagar en los recursos, algo interesante estaba a punto de ocurrir. -El clan de mi padre fue atacado por una brujas que portaban los cuatro amuletos. Mi padre no quiso pelear, simplemente pidió a todos que corrieran. Ahí entendí que la fuerza de los hombres lobo no era suficiente para afrontar la magia. Esa ocasión fue la última vez que vi a mi padre.

-Que triste escuchar eso. -Sus palabras eran sinceras. -Sabía que en el pasado se usaron con maldad y deseos de conquista pero no alcanzo a imaginar cuánto dolor ocasionaron ni el poder que desataron.

-Y ¿Por qué lo tienes entonces? -La miró por primera vez en ese lapso de descanso, esa pregunta en verdad le generó mucho interés. -¿Quién te eligió?

-Mi familia ha sido la portadora durante muchas generaciones, este amuleto me tocaba recibirlo.

Ilian tocó el amuleto subiéndolo a su boca. En ese momento Krow pudo observar su cuello descubierto y al bajar la mirada comprobó que su blusa se había abierto. No pudo deducir desde cuándo pero imaginó que fue por el esfuerzo anterior. Su mirada quedó muy fija en esa parte del cuerpo de Ilian, fue inevitable para él no quedar sumergido en el encanto.

Tal vez el cansancio o la conversación le hicieron volverse lento y no se dió cuenta que Ilian lo veía, sus palabras ya habían desaparecido totalmente y en su lugar quedó un silencio más que incómodo, extraño.

-¿Te encuentras bien? -Decidió preguntar ella para hacerle notar que lo estaba viendo y funcionó, Krow giró su mirada para verla a los ojos donde el encanto fue superior aún. Se topó con unos hermosos ojos azules que en ese momento brillaban intensamente. Lo hacían con la intención de recuperar fuerzas. Con ese brillo y con esa acción crecieron un poco más de lo común haciéndolos ver cómo auténticas joyas.

Como todo amante de lo hermoso, Krow se quedó mirando fijamente admirándolos.

-Si, todo bien. Estoy logrando recuperar mis fuerzas, dentro de poco tiempo podremos irnos. -Intentó desviar la atención de manera verbal para que se olvidara de lo que ocurrió antes. -Aunque estemos cerca, no estamos fuera de peligro completamente.

-Quisiera por un momento que esta calma fuera para todos nuestros días. -Comenzó a sentirse melancólica al haberse halagado con las miradas del lobo. -Pero no es así, después de este descanso iremos a la ciudad y la calma que estamos sintiendo será sustituida por un largo infierno que durará mucho.

-¿Te refieres a las profecías? -Por más que Krow quisiera cambiar el tema y desviar su atención, no podía dejar de mirar con ojos seducidos a Ilian quien seguía sentada y no tenía forma de cubrirse lo desgarrado de su vestimenta. A cada instante que miraba, encontraba un espacio más para mirar sus piel debajo de la tela, los cortes habían quedado en espacios que eran muy sensuales.




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