El enemigo había puesto atención en la ciudad de los nueve clanes, estaban afilados muy cerca de ellos. A una distancia considerable para no ser descubierto. Aunque no podían ver muy bien tampoco había peligro que los vieran.
Estos lobos espías no solo usaban sus dones de lobo para infiltrarse, también estaban usando algunos hechizos mágicos para ocultar su presencia. Hechizos sencillos pero útiles, de los cuales solo se darían cuenta auténticos amos y maestros de la magia.
La intención de los exploradores era plantarse ahí y reportar cualquier movimiento de sus enemigos. Gracias a la astucia de las brujas, no se habían percatado de su presencia en la ciudad. Esta podría ser la mayor ventaja para el grupo de Ilian y Krow quienes esperaban ansiosos el ataque para poner a prueba su resistencia.
Los espías lobos notificaban todo con un sistema carrera lineal. Se pasaban la información en cada puesto avanzado y así iban retrocediendo hasta llegar a la base donde Krater y su maestro esperaban los movimientos.
Los demonios no se veían cerca y es que aunque los lograron controlar no había forma de obligarlos a trabajar como milicia, así que les permitieron ir a algunas ciudades humanas para que estos se pudieran alimentar de ellos.
El caos estaba siendo demasiado en los lugares cercanos, nadie sabía el por qué pero las ciudades estaban cayendo una tras otra por aparentes problemas de la naturaleza, temblores, huracanes e incendios. Todos ocasionados por esos tres demonios que ya caminaban en el planeta como seres físicos.
El grupo de Krater pretendía traer al mundo a los 4 demonios que faltaban, se rumoraba que en cuántos los siete estuvieran en el plano físico, este sería destituido y un nuevo gobernante sería proclamado. Aunque Krater no tenía dicha mentalidad para convertirse en ese soberano, su maestro si y eso le hacía convertirse en el ser más peligroso de todos. No sabía con qué clase de poder estaba jugando y mucho menos el ser capaz de controlarlo.
De momento nadie se imaginaba cómo era posible que los demonios estuvieran siendo controlados por él. Una cosa era el hacer un pacto con ellos y ambos recibir un beneficio a qué estos seres le hicieran caso.
Krater se mostraba muy complaciente los deseos de su maestro sin importar que sus planes se vieran frustrados por él y sus acciones.
El hermano New estaba dispuesto a sacrificar incluso a sus seguidores con tal de lograr los propósitos de su maestro. Se hablaba más de un subordinado que de un socio, algo que con el orgullo que Krater tenía sonaba muy raro.
Lo más increíble de todo es que sus lobos se mantenían fieles a él, ignorado incluso lo que había hecho ofreciendo a varios a los demonios. Para ganar su lealtad a este nivel se decía que el ofrecimiento era muy bueno por su parte. No solo les había ofrecido la magia y el uso de esta, sino un beneficio mayor cuando lograran destronar a los nueve clanes. Ser ellos los lobos líderes y así conseguir una nueva etapa para los hombres lobo.
Ese ejército también esperaba el momento adecuado para atacar, aunque muchos se preguntaban el por qué esperar si ya tenían las fuerzas reunidas y a los demonios de su lado no aprovechaban a dar el golpe. Pero esa era una respuesta que solo el brujo sabía.
La noche estaba apunto de terminar, la organización habia sido un éxito. Las brujas estaban descansado siguiendo sus maravillas rutinas como era debido.
Los lobos por su parte no pudieron dormir pues estuvieron inquietos toda la noche. Además de la presencia de las que eran sus aliadas, algo en el ambiente no les dejaba estar tranquilos.
Los líderes de los nueve clanes se habían reunido en el centro de la lujosa ciudad, con los sietes miembros del consejo de los brujos.
Estuvieron discutiendo las estrategias, consejos para pelear, posibles combinaciones entre la pelea, métodos de defensa.
—Ahora solo resta que conozcan la ciudad. —Teo Rema, líder del primer clan estaba dando las indicaciones correspondientes para acelerar el proceso. —Me gustaría que se identificaran con los espacios donde daremos la batalla.
—¿Están concientes que la ciudad puede quedar en ruinas? —Preguntó uno de los cuatro brujos barones del aquelarre. Ellos siempre estaban juntos, en línea y sus nombres representaban un número. (Punto, línea, triángulo y cuadrado) Siendo este último el de mayor jerarquía y el que más responsabilidad tenía con ellos. Sus capuchas eran tan largas que no permitían que sus rostros se vieran. Debajo solo podía sobresalir una larga barba de color blanco la cual era el único dato de sus rostros. —Tampoco hay garantías que este lugar resista el nivel de la batalla.
—Debe resistir. —Krow se unió a la conversación haciendo una entrada épica y silenciosa. —Las grandes puertas del salón se abrieron rápidamente y simultáneamente a su llegada. Entró con un grupo de lobos que le estaban haciendo guardia. Esta vez portaba un traje de color dorado el cual combinaba con la luna llena y su hermoso brillo al salir. —Por eso debemos ser rápidos y no esperar a que ellos tomen la ciudad. ¿Qué hay del veneno?
—A ese punto estábamos por llegar mi líder lobo. —Respondió girando la cabeza aunque no era claro si este lo miraba pues la capucha seguía ocultando sus ojos. —Necesitamos experimentar, tenemos los utensilios pero nunca lo practicamos así que no podemos garantizar que alguien no salga herido.
—Someternos a eso es muy arriesgado aunque por lo que parece es nuestra única opción. —Teo, tan amable como siempre dió un paso adelante. —Me propongo para que realicen sus experimentos, saquen el veneno y lo pongan en un objeto para matar demonios.
—¿Estás loco? —Dijo Gazir muy molesto por aquel comentario. —No puedes exponerte a un suicidio así.
—Tranquilo que si todo sale bien, seré el héroe ¿No?
Trató de contagiar su entusiasmos y positividad pero Gazir no era el único que desaprobaba su idea, todos los ahí reunidos lo hacían también.
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Editado: 27.03.2025