Destino de oro en sangre

Capítulo 03

Las brujas de Inwelz fueron acusadas de jugar con magia no aprobada por los Santos. Fueron perseguidas y llevadas a la horca hasta que no quedó ninguna de ella. Aun así, en Inwelz se siguen buscando pistas sobre la bruja del futuro: la peor de todas, condenando al reino a caer en desgracia. Todo aquello que salga de su boca, será cumplido. Y nosotros, los inlezianos, no podremos hacer nada para evitarlo. 

 

Me dolía el estómago por el hambre, solo quería llegar al castillo de Terlebeya para comer un poco. El desayuno había sido liviano y las horas de viaje bastantes.

A mi lado, Priel tenía una expresión enojada. 

Había visto tantas veces sus ojos brillando en aquella tormenta, desorbitados de la ira, similar a la locura, que me había olvidado de que podía tener expresiones tan humanas. De hecho, por eso habíamos acabado siendo amigos hace años. 

Cuando lo encontré llorando debajo de un sauce dudé en acercarme, recordando las advertencias sobre la gente de Anglesia, su carácter y su gusto por la muerte. Pero él no era más que un niño de mi edad refugiándose de miradas que lo juzgaban, lo sabía porque en ese momento me sentía igual. Él era el futuro tirano que iba a tratar de quebrar nuestra paz, eso se decía; y yo, que no había desarrollado algún poder, era cuestionada por mi madre y las preguntas que ya no podría contestar. El único que no lo hacía era mi padre y abuela, el problema es que había sido una decepción. 

Quizás si no le hubiese dicho hace años lo mucho que me disgustaba, ahora todo sería más fácil. Seguiríamos siendo amigos y habría una confianza que era inexistente hoy en día. 

Pero no me podía culpar, no cuando mi vida estaba hecha un caos. Después de ser la hija invisible, deseando tener algo digno de reconocimiento; tuve que enterarme que lo único mágico en mí era una maldición heredada de la cual nadie debía enterarse. 

No éramos brujas, solo mujeres nacidas de otras con la misma mala suerte. 

Había dicho cosas crueles aquel día que debía haber callado, pero la sorpresa y el terror estaban tan frescos que no pude controlarme. 

La pesadilla podría haber sido solo eso, pero fue comiendo cada noche que tenía. Desarrollé un insomnio solo para no ver a mis hermanos muertos, asesinados por él. 

Mi abuela materna lo notó y supo que había llegado el momento de contarme la terrible vida a la que mi género me dirigió. «Una gran tragedia que nadie puede evitar», dijo y lloró conmigo por la corta vida que Nelin y Eros tendrían. Aunque no eran sus nietos, eran una pérdida para el reino. 

En aquel sueño, no sabía si quien miraba era yo u otros ojos; pero definitivamente Priel iba tras esa persona después de mi hermano. 

Cuando le dije a mi abuela que quería cambiar las cosas, que no iba a dejar que mataran a Nelin y a Eros, me miró con compasión. A veces intentar cambiar el destino solo lo hace más fuerte. 

Pero si de mí dependía, intentaría todo. Incluso si daba mi propia vida por la de ellos. 

Evité tocarme la frente, la sangre de Priel me seguía incomodando. A él parecía darle igual. Se supone que debemos lavarnos la marca una vez la noche de bodas se haya realizado, pero sabiendo que un heredero lo dejaría expuesto, no ocurriría. 

Pensé en Kive, su pasado junto a Olife y los rumores de que podría haber sido la nueva Alta Terina. No parecía peligrosa a simple vista, pero era una Suant, me hubiese cuidado de ella incluso si no se hubiese presentado con aquel color. 

Quizá habría más de una chica usando rojo para faltarme el respeto y podría haberlo controlado estando sola, pero no hoy. El problema era que Eros se quedaría toda la velada y, a pesar de su aura tranquila durante la mayoría del tiempo, era más vengativo de lo que parecía. Kive escucharía de Inwelz los próximos días, él no iba a dejarlo pasar, aunque ahora se quedase callado.

—Estamos por llegar, puedes pasar de la fiesta. 

Lo miré de reojo. Quizás nunca solucionaríamos las heridas, pero debía esmerarme.

—Priel, ya te dije que haré todo como en Anglesia. No me provoca disgusto y deseo integrarme. Ahora que estamos casados oficialmente, soy tu esposa y compañera. Estaré a la altura de lo que el puesto requiere. 

No le estaba pidiendo que me amara, se lo había hecho saber con lo de Kive, tampoco tenía que ser su mejor amiga. Soportarnos era suficiente para hacer todo en paz, al menos por ahora. 

Necesitaba darle razones suficientes para no matar a mis hermanos, no iniciar alguna revuelta o ceder ante la venganza. Sino conseguía eso…, no me quedaría nada más en este mundo. Mi vida perdería sentido y ya no la necesitaría. 

Se quedó mirándome, no me entendía. Ya lo había dicho. 

Aquel día lo había herido con palabras crueles, lo quería lejos de mi vida y la de mis hermanos; pero ahora se había casado conmigo. Seguro le habían llegado rumores sobre mí, de cómo mi padre cambio de opinión sobre Nelin y me envió en su lugar. 

Había estudiado día y noche hasta que me sangrara la nariz: el idioma, las costumbres, su gente. En especial a ellos: gustos, pasado, personalidad, familia. Me había servido con Verye, sabía que sería útil con el resto. 

Los secretos no habían sido algo fácil de conseguir, todos tenían un precio y sin tanto poder, solo había obtenido unos cuantos. 




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