Destino de oro en sangre

Capítulo 26

El continente tiene más años de lo que sus habitantes imaginan y guarda más recuerdos de lo que la mente puede rescatar.

Cuando Priel irrumpió en la entrada del cuarto de Maivi, Eze ya estaba por irse. La única que se sobresaltó fui yo, él lucía agotado y trajo consigo un fuerte olor a agua estancada y a sangre. Fui hacia él de inmediato, pensando lo peor.

—¿Estás bien? ¿Qué pasó? —Negó, tirándose el cabello hacia atrás con un alivio familiar, frunciendo el ceño en mi dirección como siempre.

—¿Maivi está bien? —desvió el tema y le dio una mirada a Eze.

—Sí, ya está desintoxicándose del veneno. —Traté de ignorar que su capa tenía manchas de sangre, él parecía estar bien; pero me odié a mí misma por recordar aquella pesadilla.

Volteé para ver a Maivi y así darme una excusa.

—Creo que lo mejor será dejarla ir.

—¿A qué te refieres? —sonó más extrañado de lo usual.

—A que, cuando despierte, Eze le dará la oportunidad de estudiar Alquimia. —Recordaba lo maravillada que estuvo la primera vez que vio el círculo de Eze y cuando le conté del paragrama, por lo que no dudaba en que aceptaría—. Considerando que no tiene poderes, es algo que puede practicar.

—¿Y tú le preguntaste si eso era lo que quería? —Mis ojos dieron con los suyos. No se lo había preguntado, pero no iba a dejar que muriera por mi culpa y la crueldad de mi padre. El entrecejo de él se suavizó y lo que dijo pareció más una petición que una orden—. Hazlo.

—Bueno, yo ya me voy, escríbeme o tú puedes ir al cubo cuando la niña despierte. Da igual.

Con otro círculo mágico, desapareció en esporas moradas.

Más tranquila que antes, tomé asiento junto a Maivi otra vez, pero con mi atención en Priel.

—¿Quieres decirme qué sucedió? Parecías asustado al llegar y... tu capa.

Se miró la espalda, gruñendo por lo bajo.

—Iré a cambiarme y te contaré todo. Pero primero alguno de tus guardias tiene que estar aquí. ¿Cómo es posible que los dos estén afuera? Tenemos uno o más infiltrados y ninguno está haciendo su trabajo bien.

Le sonreí a medias:

—Estaba Eze y quería que Alqie le preguntara algo a Seamus a solas, no te enojes por eso. —Apoyé ambos codos en mis piernas y mi cabeza en mis manos—. ¿Quieres hablar?

Dudó un momento, repasando el lugar y el pasillo. Cerró la puerta y se quedó allí, cruzado de brazos.

—Mataron a Verye y Olife capturó al asesino, lo envió tu padre.

Cómo siempre, sin suavizar nada. Me ahorré el suspiro, no quería pensar en la muerte, pero nos perseguía. Verye… ¿Qué sería de ella si yo no hubiese usado aquel hecho para mantenerla a raya? Si mi padre lo sabía todo, seguía sin entender por qué la había asesinado. No tenía sentido, yo no le tenía cariño y no había sido más que una sirvienta que estuvo con el padre de Priel, sin descendencia.

Me froté los hombros, pero nada liberaba las tensiones.

—Olife… dijo que te cuidaría, al menos mientras le sirvieras.

Me reí, no había nada gracioso.

—Claro.

—Zissel. —Nos miramos, hablaba en serio—. No tenemos nadie que pueda cuidar el castillo como ella, acepté sabiendo que en cualquier momento nos traiciona a los dos. Pero es lo que tenemos. Mi madre ya descubrió lo de Verye y desde hoy no volverá a verme de la misma forma, si tenía su apoyo, ya no queda nada de eso.

Mis Santos, que desastre.

—¿Cómo está ella? —Se encogió de hombros.

—Sedada, Yzek la está cuidando.

De nuevo sobre mis pies, me acerqué a él. Incluso si tenía la cabeza gacha, seguía sin apartar la mirada.

—Priel…

—Si me vas a decir que estará bien, no quiero oírlo. —Se removió en su lugar, apartaron unos mechones rubios de su frente y luego continuó—. Acepté las reglas de Olife porque de momento no hay más que hacer.

—¿Qué reglas?

—Sin heredero y contarle todo.

Elevé mis cejas, un tanto incrédula. Él rezongó por lo alto y se inclinó para apretarme la mejilla, sacándome una queja débil.

—Confía en mí, no lo hubiese hecho si no sacáramos algo de todo esto.

—Te olvidas de mi padre —reclamé tomando su mano entre las mías, enfrentándolo—. De enterarse que estamos aliándonos con Olife y negándonos a un heredero es capaz de matarnos a todos.

—Es por lo que debemos estar con Olife, acabará con los espías de tu padre. Lo único que queda es el guardia que traes de Inwelz.

Negué, aún más frustrada con lo que nos rodeaba.

—Priel, no sé si…

—¿Confías en mí? —Abrí la boca, estaba demasiado cerca. De nuevo.

—Sería una tonta si volviese a cometer el mismo error —susurré, apartando la mirada con cierta vergüenza.

Sus mejillas obtuvieron un ligero rosado antes de cruzarse de brazos otra vez.

—Tú conoces Inwelz y a tu padre, yo a Olife y a Anlezia. Si queremos sobrevivir tenemos que hacer lo que peor se nos da. Si no somos uno en esto, nos van a despedazar, Zissel.




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