Después de lo que podría considerar como el escape de Raquel y de toda mi posible interacción social, el recorrido fue silencioso e incluso un poco aburrido. Ken era una persona amable, silenciosa y al parecer, no muy buena con las palabras. Sentí que nos llevariamos bien, si tan solo uno de nosotros tomara la iniciativa para decir una palabra.
—Entonces... ¿Ryan y tú son muy buenos amigos?—tome la iniciativa.
—Yo no diría eso, nos conocemos desde que éramos pequeños, siento que se todo de su vida y el de la mía, incluso si quisiera, no podría alejarme de él tan fácil.
—Pero no es como si quisieras hacerlo ¿cierto?— dije titubeante.
—No estoy seguro, Ryan es genial y todos lo aman, siempre sabe qué decir y qué hacer, sale con las chicas más encantadoras y yo solo existo, estar junto a él es agradable, pero me hace sentir...pequeño.
Pude notar en su cara inmediatamente que se arrepentía de haber dicho eso, apenas nos conocíamos y tal vez había revelado algo vulnerable de sí mismo, a alguien en quien aún no sabía si podía confiar. Sentí que éramos realmente parecidos, ambos sentíamos cosas que necesitábamos soltar, pero no queríamos contar a alguien, a menos de que fuera un total desconocido que no podría juzgarnos, me agrado, entonces me mostré vulnerable también.
—Yo realmente no quería venir aquí, mis padres me obligaron— confesé con resignación.
— Eso explica tu cara en todo el recorrido— mencionó.
—¿He tenido mala cara todo este tiempo?— pregunté sorprendida.
—Desde que te vi mientras se me derretía los pulmones— se rio.
—Lo siento, pero realmente tienes mala suerte para tener que mostrarme las partes más aburridas de este lugar, si tuviera la habilidad de dormir de pie, ya lo estaría haciendo desde hace rato
—¿Así que alguien ya te mostró lo divertido de este lugar?—dijo sorprendido.
—Hasta el último rincón— dije burlonamente.
—No lo creo, estoy seguro que aún no has visto la capilla
—¿Hay una?—pregunta expectante.
— No como tal, es un nombre secreto, ya lo verás—mencionó con orgullo.
Caminamos hasta los jardines, nos alejamos de los invernaderos y establos para sumergirnos en un mar de pequeñas flores blancas, a medida que avanzábamos por el campo, había menos personas y ninguna de ellas se acercaba a las pequeñas flores, era como si huyeran de ellas instintivamente. El campo tenía un pequeño camino, angosto, parecía haber sido frecuentado hace mucho tiempo y ahora solo quedaba un pequeño rastro de él, sentí escalofríos.
—¿Estas son venenosas? –dude.
—Se llaman perlas, la gente piensa que son de mala suerte, no se atreven a tocarlas— murmuró Ken.
—Eso es un alivio— dije irónicamente.
— No lo son, este lugar era usado anteriormente para ceremonias religiosas, pero en algún momento empezaron a crecer flores a su alrededor, la directora dijo que el lugar estaba maldito, nunca volvieron a usarlo.
Llegamos a un pequeño lago, el cual parecía ser el límite de las instalaciones del instituto, se sentía como una barrera, mágico e irreal, la brisa era fuerte y fría, revolviendo las flores como en una danza. Al borde había un templete, que antiguamente parecía haber sido de color blanco, con grandes columnas de piedra, aun se sentía como un lugar sagrado. La vista dejaba ver las nubes reflejadas en el agua, donde también yacían pétalos de flores, para mi sorpresa el lugar estaba intacto en su interior, muy limpio, con un piso reluciente, a pesar de los pétalos de las flores que caían.
—La capilla—indicó extendiendo sus manos hacia el templete.
—¿Vienes aquí muy seguido?
—Una o dos veces...
Lo miré con incredulidad
—Al día...—agregó cerrando los ojos.
—No esperaba menos, parece que cuidas muy bien del lugar ¿qué te gusta hacer aquí?
—Vengo cuando quiero estar en calma, la vista es definidamente hermosa, nadie pasa por aquí, excepto los conejos, hay muchísimos— dijo con una sonrisa.
—Es un lugar muy agradable, gracias por traerme—comente.
—Puedes venir cuando quieras, vengo con Teresa en las tardes a pintar, es un paisaje muy retratable—agregó con la mirada perdida.
—Creo que la conozco ¿Son buenos amigos?
—Esta vez puedo decir que si, no nos conocemos hace tanto tiempo pero creo que conectamos muy bien, ambos disfrutamos de pintar, leer y tomar café, es divertido pasar tiempo juntos.
Me alegré al escucharlo, sentí que de alguna manera Ken se parecía a mí. Me hizo sentir que tenía esperanza de conectar con alguien como él. Antes de que pudiera decir algo, la campana sonó, era la segunda vez que la escuchaba, era definitivamente insoportable, me hacía doler los dientes.
Ken mostro una mirada de confusion ante el eco de las campanas, senti ganas de preguntar la razon del sonido pero senti que era demasiado tonto.
—Creo que aquí termina tu recorrido, debemos volver a clase, te acompañare hasta la oficina de la directora, para que te entregue tu horario—comentó Ken.
—No es necesario, sé cómo llegar, no quiero que llegues tarde a tu clase— agregue.
—¿Estás segura? siento que debo hacerlo—dijo con preocupación.
—¿Por ser mi guía? Claro que no, agradezco tu ayuda, ahora debo conocer la escuela por mí misma— dije mientras salía del templete.
—No es por eso... o bueno, no se— dudo con una actitud extraña.