Destino encantado

Pizoton

Me levanté temprano en la mañana con el sonido de las campanas. No sé en qué momento me quedé dormida, pero mi estómago me recordó que era hora del desayuno. No soy muy buena para comer en la cena; prefiero el desayuno, por alguna razón. Siento que siempre puede ser una sorpresa entre lo salado y lo dulce, lo que le da el puesto a la mejor comida del día. Salí de la casa comunal y me dirigí al salón blanco, que hoy no tiene el largo comedor de la noche anterior; en su lugar, se presentan pequeñas mesas dispersas en el lugar.

Todas las mesas tienen, por lo menos, a una o dos personas, lo que hace imposible que pueda sentarme en alguna de ellas sin incomodar a otros. Mi peor pesadilla, considero como mejor opción comer en el suelo de un rincón del salón o tal vez pedir una silla vacía prestada y llevarla lo suficientemente lejos como para que esas personas no noten que, en realidad, voy a comer sola en un rincón, pero no en el suelo.

Tomó una nota mental muy importante: llegar temprano al desayuno y tarde a la cena.

Me empieza a doler el estómago y no tengo muy clara la razón. Me preparo para pasar la peor vergüenza de mi vida... en esta escuela. Cuando estoy a punto de dar la vuelta para volver a mi cuarto y desayunarme las uñas, siento una mano en mi hombro que me hace brincar al tacto.

— ¡Jesús! —exclamé sorprendida.

—María y José, ¿cómo estás, Barbie Bu?— bromeó Ryan con un pedazo de pan en la mano.

—Creí que no comías aquí —mencioné.

— No lo hago, aunque debo admitir que las tostadas les quedan riquísimas. Solo vengo a saludar.

— ¿A mí?

—Claro... ¿A quién más, Barbie Bu? — dijo en un tono no muy convencido.

Independientemente de sus razones para estar aquí, me había salvado el desayuno; le sonreí de alivio. Mientras tomaba el desayuno de la barra, no pude evitar notar, porque era casi imposible, las personas que se acercaban a Ryan como abejas a la miel. En ese momento, él ya estaba instalado en una mesa, literalmente sentado encima de la mesa, hablando con las chicas que se amontonaban a su alrededor con risillas nerviosas; también varios chicos con chaquetas de fútbol se acercaban a él con admiración. Era toda una estrella.

Cuando pasé por su lado, se apartó de la multitud y me alcanzó, tomó la bandeja de mi desayuno y la llevó hasta una mesa en la cual estaba sentado un chico con lentes gruesos; las demás partes de su rostro me resultaron difíciles de identificar, no sabría cómo explicarlo, como si hubieran pasado un borrador por su rostro, algo difícil de recordar.

Nos sentamos en dos de los tres puestos vacíos; el chico nos miró con asombro, primero a mí y luego a Ryan.

—Josh, cuanto tiempo sin verte; ¿no estabas esperando a alguien ¿o sí?—desafió Ryan con una sonrisa.

El muchacho parecía atónito; no entendía lo que estaba pasando y yo tampoco. Por fin, pronunció.

—Ryan, no sabía que venías aquí también; vi el alboroto allá atrás pero no me imaginé que fueras tú, hombre, traes a todas las chicas babeando por ti; algunos chicos también —mencionó emocionado.

Esta última frase me hizo soltar una risita a la que Josh no pareció molestarle; de inmediato, fijó la vista en mí en tono de pregunta.

—Yo soy Barbie —me presenté.

—Mucho gusto; debes ser nueva, nunca te había visto por aquí, todo un gusto —comentó Josh en un tono sugerente.

Vi la mirada divertida en Ryan al ver el tono pretendiente del muchacho. Se precipitó a decir

—Barbie Bu, ¿vendrás a mi fiesta mañana, verdad? No podría disfrutarla si no está mi musa presente. —exclamó mirando a Josh por el rabillo del ojo y sonrió. —Tú también estás invitado.

Susojossevolvieron mas grandes de lo que parecia humanamente posible, el brillo en susojos se intensifico al scuchar la invitacion de Ryan, me miro de forma extraña.

— ¡Por supuesto que iré!; especialmente si está ahí Barbie Bu... —canto Josh en éxtasis.

Noté la risita divertida de Ryan en el otro extremo de la mesa.

—No me la pierdo por nada —contesté reprimiendo mi propia risa.

Josh se pasó el rato alabando fervientemente los dotes de Ryan en todos los aspectos; la admiración y una pizca de celos se destacaban en su tono. En varios momentos se volteaba a mirarme y lanzaba halagos coquetos que yo recibía con gracia, sin mucho interés; su actitud me resultaba divertida y algo irritante, pero nada podía arruinar mi desayuno.

Mientras tanto, Ryan parecía completamente tranquilo; era un pez en el agua en esta conversación, sabía cuándo asentir y sonreír y cuándo lanzar palabras que solo emocionaban más a Josh e incrementaban su admiración por él. Aunque su tono mostraba un poco de desdén que tal vez solo yo notaba.

En un momento, las personas empezaron a dejar el comedor para dirigirse a sus clases; cuando voltee a mirar la puerta, noté la presencia de Ken que recién llegaba, agité mi mano para llamarlo a sentarse con nosotros, él sonrió y se dirigió hasta nuestra mesa; cuando estuvo lo suficientemente cerca para ver a los demás de nuestra mesa, volteó los ojos al tiempo que Ryan le sonreía y alzaba la mano para saludar, no le quedó más remedio que sentarse con nosotros; lo lamenté por él.

Percibí por un momento un destello en los ojos de Ryan, tal vez por efecto de la luz en el salón.

—Hola chicos, Barbie, ¿cómo van? —murmuró en tono poco entusiasta mientras tomaba asiento junto a Josh.

—De maravilla, le estaba contando a Barbie sobre lo maravillosa que va a ser la fiesta de mañana y cómo no puede faltar, tú tampoco; todos estarán ahí —comentó Ryan con alegría mientras tomaba una tostada de pan del plato de Ken.

Este se mostró molesto, pero no hizo mayor cosa; Ryan lo admiró con una sonrisa.

— Tú eres el chico de la clase de lectura, ¿verdad? Kenneth Carson... ¡Tus poemas son fascinantes! A la señora Roxell le encantan, a mí también. —comentó Josh con entusiasmo.



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En el texto hay: romance, boyslove, girlslove

Editado: 18.11.2024

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