RAQUELLE
La tormenta persiste y vuelvo a casa empapada, me encuentro a Ryan con una sonrisa extraña en el rostro, me detalla al verme su camisa puesta.
—Mi ropa está empapada—explico mientras la alzaba en mi mano.
Asintió.
Me trajo una taza de café. Noté otra taza en la sala. ¿Alguien más había estado aquí? Intenté preguntarle con la mirada, pero él estaba sumido en sus pensamientos, bebiendo con delicadeza de esa taza fea que tanto le gustaba.
—Estuviste con Summer?se está cayendo el cielo ahí afuera. ¿Le diste un paraguas?— pregunto tomando un sorbo de mi café
—Solo vino un momento, ya no vamos a encontrarnos más— dice aún absorto en sus pensamientos.
-Terminaron!?—casi escupo mi café
—Nunca estuvimos saliendo, solo nos estábamos haciendo un favor— dice en tono frío
Mi alegría duró poco
— ¿Cuándo necesitas tus favores?— exclame.
—Vino para que le diera las respuestas del examen de matemáticas, puse algunas mal para que aun así sea la mejor nota de la clase —.dicecon serenidad.
— ¿Alguien más vino a la casa?
No tuve respuesta, pero podía imaginar por su expresión. Cuando por fin pensé que Ryan lo estaba superando.
Mis padres me enseñaron una lección compleja cuando era pequeña, una lección que llevo como un mantra conmigo misma, "Si algo te duele no te lamentes, se mas fuerte y supéralo" Era muy pequeña para tener que aceptar esa solución en mi vida, pero ahora ya no era un niña, debía ser fuerte y superar las cosas que dolían, Ryan también debía hacerlo, por nuestro bien.
—La segunda semana de exámenes empieza el miércoles, así que trata de concentrarte. — digo mientras mi corazón se hundía.
Asintió.
Ryan es mi hermano, es demasiado importante para mí y yo solo quiero que esté a salvo, soy dura y calculadora con él porque me importa. Una sensación mortal se instaló en mi estómago al pensar el patrón que estaba repitiendo con Ryan, como habían hecho nuestros padres con nosotros, en eso me había convertido. ¿Cuándo había dejado de ser mi hermanito? ¿Cuándo había dejado de contármelo todo? fue cuando decidí que no importaba qué pasara, nada podía cambiar, incluso si se sentía mal. El show debe continuar.
Al día siguiente se realizó la votación, anunciaría mi renuncia cuando ganáramos las elecciones. La espera me pone nerviosa. Soporto gracias a mi taza de café.
Llega la hora y sorprendentemente la campaña ganadora es la de Teresa. Algunas personas ovacionan y otras abuchean. Esto parecía casi imposible, Ryan era la persona más popular de la escuela, incluso si algunos estaban en su contra, aun así, la victoria era casi inminente, parte de la multitud pedía un recuento y estuve a punto de estar de acuerdo, pero Barbie parecía feliz por sus amigos y me sentí terrible al ser quien arruinara el momento, traté de contenerme.
Pero algo definitivamente estaba mal.
A Ryan parecía darle igual, estaba en un mundo donde estas elecciones no importaban en lo más mínimo, pero aplaudió la victoria de Teresa con sinceridad.
La directora no parecía contenta, pero lo disimuló lo mejor que pudo.
Barbie se acercó a mí, se veía bastante contenta, pero lo disimulo para venir a consolarme
—Lamento que no ganáramos—dice.
No parecía lamentarlo.
—Está bien, no era tan importante—respondo.
Era muy importante.
— ¿Te parece si nos vemos en un rato para que veamos lo que querías mostrarme?—pregunto con una sonrisa.
Lo había olvidado completamente, fue algo que digo sin pensar. No debería, pero asiento.
Teresa me estrechó la mano y la felicito porque es una buena chica. Si tan solo las cosas pudieran ser diferentes.
Pasó por la sala de música donde Ryan practicaba silenciosamente, casi parecía religioso, le traje té, lo bebió. Algo estaba mal entonces.
Rara vez sabía lo que Ryan estaba pensando; últimamente, cerraba su corazón para mí y no me confiaba sus sentimientos. No lo culpo; entendía la razón mejor que nadie. Incluso a veces sentía que era mejor así; tal vez la culpa no me carcomerá tanto entonces. Pero tenía un truco para vislumbrar aunque sea un poco su sentir: la prueba del té. Incluso si Ryan no me contaba cómo se sentía, darle una taza de té era la única muestra que necesitaba. Porque odiaba el té; me lo rechazaría si estaba de buen humor. De lo contrario, ni siquiera se tomaría la molestia de comentarlo y lo bebería sin renegar.
Siento ganas de pedirle disculpas, por ser una mala hermana, por no dejarlo ser feliz, por presionarlo por cosas estúpidas y por darle el horrible te que tanto odiaba. En su lugar pregunto.
— ¿Puedes darle clases de música a Barbie?
— ¿Por qué? eres buena, puedes dárselas tú—dice con curiosidad.
—Yo... no voy a poder, ya he hecho bastante—explico. — Haz que sea mejor que cualquiera.
Esto pareció confundir a Ryan pero asintió.
Me reúno con Barbie en la tarde, me pregunte si debía inventar una excusa para distraerla, no era lo correcto, no ahora, me estaba adelantando a los hechos. Pero tenía un sentimiento de culpa permanente viviendo dentro de mí, siento que se lo debo, después de todo, no le advertí que su carta no tendría respuesta, incluso si lo sabía, no pude decírselo. Debía compensarlo.
Nos dirigimos a la biblioteca, al último rincón, me acomode en uno de los sillones, mire hacia ambos lados, solo por precaución, como si no estuviéramos completamente solas aquí. Y lo saqué de mi bolsillo.
Barbie quedó asombrada.