BARBIE.
La sola idea de poder volver a casa hace que todos los momentos dificiles tengan un significado.He obtenido experiencias valicosas aqui, pero al final solo fue un capricho de mis padres,es momento de volver a casa, con mi familia. E intentar descubrir que pasa con la administracion de este lugar. En especial despues de recojer el papel color crema cuidadosamente doblado que cayo del bolsillo de Raquelle.
El mismo color de todos los papeles del escritorio de la directora, donde, escritos a mano se encuentran 5 nombres.Los mismos con los que la directora parece tener una extraña obsesion, yo incluida.Raquelle parece ser su mensajera encargada, como alguna vez lo ha sido Ken tambien.No se que clase de mensaje espera que de en mi carta, pero no eonctrara gran cosa, ni mucho menos mis planes, al final, esa carta no llegará a su destinatario; ella la leerá y desechará, o, aún peor, guardará con obsesión.
Sin embargo, debo comunicar a mis hermanas que vuelvo, pero eso no será por medio de la carta; tendrá que ser por medio del teléfono de Raquelle. Es el único medio en el que puedo confiar. No sé cómo abordarlo; no hemos tenido la mejor comunicación en estos días y todo se siente raro. Después de lo que pasó la otra noche, ya no sé qué decir o hacer cuando nos vemos.Ahora ante sus ojos estoy maravillosamnte enamorada del chico que podria ser mi clon facilmente. Tal vez esta confundida con lo que sucedio, pero no ha dado el paso para hablarlo y yo tampoco me siento capaz de darlo.Me siento en una encrucijada entre gustarme y sentirme molesta con ella. ¿Cómo puede gustarme alguien a quien no entiendo? Siento que es posible, pero tal vez para mí no.
La noche es calurosa; incluso después de tomar un baño, me siento entusiasmada. La competencia está a la vuelta de la esquina. Me siento confiada; no me importa ganar, no estaré aquí para ver el resultado. Espero que Ken gane, no solo porque sea mi amigo, sino porque tiene mucho talento. Aunque imagino que no se siente muy bien ahora; hoy seguia perdido en sus pensamientos y no sé cómo encontrarlo.
Me acuesto aún con el cabello húmedo, esperando no despertar con migraña al día siguiente.Las pesadillas me persiguen a la media noche.Denuevo soy atravesada por una daga, pero esta vez no alcanzo a notar mas que el dolor en mi pecho al despertarme.
Mientras desayuno, llega la directora a pedir que dejemos nuestro maravilloso sándwich para dirigirnos al salón principal para un anuncio importante. Los estudiantes la siguen inmediatamente y yo aprovecho para meter el sándwich en una servilleta y guardarlo en mi bolsillo.
En el salón se centran los tres hombres con togas vinotinto, disfrazados de la muerte. La directora le da un golpe a su micrófono para asegurarse de que funcione correctamente y empieza con el anuncio.
—Queridos alumnos, espero se encuentren muy bien el día de hoy y discúlpenme por la interrupción, pero tengo un anuncio muy importante que darles —carraspea y lanza una sonrisa falsa—. Mañana, en el auditorio principal, tendrá lugar la ronda final para obtener una carta de recomendación especial. Los cinco finalistas competirán por las dos cartas disponibles en una presentación a ciegas. Esto significa que las votaciones serán completamente anónimas, lo que garantizará la transparencia del proceso. Se valorará el talento de cada participante. Agradezco su atención y espero verlos mañana en el auditorio.
Esto último genera un alivio en mí; si bien no tengo pánico escénico, se siente mejor hacerlo sin tantos ojos fijos en mí. También me alegra por Teresa, ya que le resultará menos abrumador.
Ken se acerca a mí y pego un brinco cuando pone sus manos en mis hombros por la espalda. Teresa trae varios paquetes de papas y pasteles en las manos; supongo que ganó el trato más beneficioso de todos. Nos dirigimos a la cafetería, que parece desierta después de que se cancelaron las clases para la preparación de los finalistas (nosotros), los cuales estamos haciendo todo menos preparándonos.
Tal vez sí lo hacemos. Teresa habla de algunos de los deberes que ha tenido desde que se convirtió en representante estudiantil y de cómo su maestro de química, después de tres años, aún no sabe pronunciar su apellido. Hablamos de cosas tontas, de esas que, a pesar de no tener ningún nutriente para nuestras mentes, sí lo tienen para el alma, o donde sea que se encuentre ese pequeño sentimiento que llamamos confianza.
Ken saca una caja de galletas de su mochila, a la que parece que le pasó un camión por encima.
—Raquelle me las dio... con todo y ya sabes, se me olvidó. Aún están buenas; ayer lo estaban —menciona deslizando la caja frente a mí.
Agradezco el gesto; esto puede ser una herramienta para acercarme a Raquelle. Prometemos vernos más tarde en el taller de la señora Roxell para perfeccionar las técnicas de Teresa y Ken.
Aún debo asistir a mi clase de Física, a la que he faltado ya muchas veces sin excusa aparente. Es irónico que el único día que tenga excusas asista. Llego al salón, donde solo queda un puesto libre, junto a Midge, quien agita su bolígrafo sin cuidado. Me sitúo junto a ella y solo arquea la ceja en saludo para mantenernos en silencio después de eso. No me habla demasiado; no somos amigas, pero estamos planeando una fuga juntas. Esperaba por lo menos un "Hola, ¿cómo estás?", pero me conformo con la ayuda.
El maestro se nota más aburrido de lo normal; pregunta a alguien sobre el tema de la clase pasada y yo solo tengo dos notas, y una de esas es la fecha. Dibuja una esfera en el pizarrón.
—Como hablamos anteriormente, una molécula cargada correctamente de energía puede saltar a un nivel superior sin pasar por niveles intermedios —escribe en letra casi perfecta—. Esto se conoce como salto cuántico.
—Este salto se da a nivel subatómico, por lo que las moléculas encuentran un atajo para transportarse a otros niveles; solo debe tener una relación cuántica inmediata, como puede ser un punto en la ramificación del espacio.