Casa comunal

BARBIE.

Es inevitable que el sentimiento de culpa me genere un agujero en el estómago. Desde el momento en que la respiración agitada de Ken atraviesa esa puerta, sé que lo he expuesto a algo para lo que no estaba listo.

Pero su descubrimiento esclarece nuestra situación, aunque piense que fue en vano.

Ryan también lo sabe, al igual que Raquelle. Y todo sería más sencillo si yo supiera, de una vez, todo lo que ellos saben. Sin embargo, parece que están en un pacto secreto de no hablarlo con nadie.

Su manera de actuar es exactamente como lo hacen los fanáticos: de manera irracional e incluso en contra de su voluntad. Tal vez sobreestimé su inteligencia o, tal vez, esa historia profetizada está más encarnada en ellos de lo que puedo imaginar.

Después de todo, esto es lo único que conocen.

Todas las señales apuntan a la cabeza de esta institución, quien no parece tener supervisión alguna más que los tipos con togas que no dicen palabra. No sé por qué eligió a Ken y a mí como el núcleo de su leyenda urbana. Preferiría preguntárselo directamente. O investigarlo de otra manera.

Para eso necesito ayuda, de alguien más que no sea Ken, a quien le he estado arruinando la vida estos días.

Y para obtener ayuda, necesito dejar de estar encerrada como una rata en la biblioteca.

El sol empieza a asomarse tímidamente entre las copas de los árboles. Ryan ha dejado la puerta principal entreabierta. Supongo que es a propósito, para nuestro beneficio, pero sigue siendo muy peligroso.Espero tener la oportunidad de agradecerle su ayuda, aunque sepa que no soy su mayor motivacion.

Ken y yo dividimos caminos al llegar al castillo. Las puertas ya están abiertas y los estudiantes corren en una estampida brutal. Camino en dirección opuesta mientras Ken se aproxima al salón blanco.

Subo los escalones con rapidez, contrario a los deseos de Ken, y me aproximo a mi cuarto. No puedo creer que sienta esto, pero lo extrañé mucho. Sin embargo, los cajones fuera de su lugar y el desorden del escritorio indican que alguien estuvo aquí antes, y eso me causa escalofríos. Aunque debo admitir que los pantalones de Ken son cómodos, ya es tiempo de devolvérselos, después de que Ryan me mirara de manera extraña al notarlos.

✭✭✭

Esperaba que volver a mi segunda piel después de un baño me diera más coraje. Pero incluso ahora, frente al largo pasillo del castillo, lo dudo un poco. ¿Seguir huyendo o enfrentar el castigo? Mientras aún escucho los murmullos del salón blanco, cuatro figuras rectas se insinúan en el largo pasillo. Son los escoltas de la directora, todos en impecables trajes. Caminan como robots; parece ser su única característica reconocible. Al menos dos de ellos siempre cuidan la espalda de la directora, pero esta vez, sin ella, caminan en cuadrilla. Uno de ellos sostiene un paraguas oscuro que deja un rastro de agua. Paso junto a ellos tratando de cubrirme la cara con el cabello, pero ni siquiera se giran a mirarme. Siguen y abren con amplitud la puerta del salón para abrirse paso y por un momento las voces dentro del salon se callan.

El camino de agua es fino y se extiende más de lo que puedo divisar.

¿Qué podría estar haciendo la directora sin sus escoltas?

El rastro empieza a hacerse más abundante conforme me acerco al ala contraria del castillo, al área de ingreso, a la recepción con la lámpara de cristal. Aquel lugar al que había olvidado el camino por haberlo recorrido solo una vez, está exactamente igual, a excepción de los escoltas que se encontraban el primer día. Ahora no parece haber un alma más que la mía.

Antes de que pueda salir a la escalinata, noto la figura de abrigo negro parada frente al gran portón metálico. Retrocedo en mis pasos y me escondo tras uno de los pilares. La mujer parece estar mirando hacia el horizonte, al otro lado de los barrotes. Se mantiene rígida frente al portón. A la distancia no logro divisar sus acciones con claridad. Solo está ahí, admirando algo que no entiendo.

En la mitad de la nada, en medio de la tierra mojada, rodeada por la espesa niebla,no puedo evitar compararla con un roble: demasiado tensa para ser una flor. Se queda ahí más tiempo del que deseo estar escondida. El portón es alto e imponente,dando la ilusion de que llega mas arriba que las nubles, sin los suficientes apoyos para escalarlo sin fracturarse las piernas en una caída, y vigilado cada minuto del día.

Pero no esta vez. Esta podría ser mi oportunidad. Está sola, completamente sola. Tal vez no podría ganarle en una pelea cuerpo a cuerpo a una mujer de 1,90 metros. Tampoco tengo algo con qué defenderme de ella. Pero quizá esta oportunidad no se presente de nuevo. Sin embargo, tampoco tengo la habilidad para noquearla, robarle las llaves y huir con un pie en media curación.

Pero esta oportunidad es unica.

Me paro junto al pilar, recojo las mangas de mi sueter y, cuando estoy a punto de bajar la escalinata, un sonido metálico hace temblar mis dientes. Me detengo tras el pilar contiguo y diviso cómo sus manos golpean con furia los perfiles metálicos, creando un eco estruendoso.

El ruido me hace apretar la mandíbula mientras el sonido viaja distorsionado. Casi puedo escuchar la insinuación de su voz desesperada.

Cuando incluso los pájaros se han alertado,veo como cabeza arqueada se apoya en el porton, pero rapidamente su cuerpo vuelve a ponerse como una regla y lo anterior solo parece ser mi imaginacion, La veo girar hacia la escalinata. Permanezco escondida. Su figura esbelta se aleja con paso rápido, como si todo lo anterior hubiera sido una alucinación febril.

La salida acorazada parece llamarme a la distancia, y no puedo resistirme. Camino con cuidado por los escalones resbaladizos y, por fin, me encuentro frente al enorme portón. Sujeto los barrotes, más robustos de lo que imaginé, impregnados de un olor a lluvia y desgaste. Alerta de que los guardias podrían regresar en cualquier momento, intento impulsarme rápidamente. Sin mucho éxito, no logro apoyarme sin resbalar.