Autor anónimo

BARBIE.

—¿Y si es una bomba?

—¿Qué va a ser una bomba?¿Por qué alguien plantaría una bomba en mi cuarto? —pregunto.

—Escuché que le robaron el cepillo de dientes a tu vecino de piso cuando venía para acá.

Son dos cosas muy diferentes.

—No creo que sea una bomba. Parece demasiado sofisticado para explotar en pedazos.

—Entonces, ¿por qué me llamaste?

Porque estoy segura de que nadie vino a mi habitación a leer. Alguien lo dejó intencionalmente.

—El nombre me suena de algo. ¿Y si es un libro de terror de esos que saltan? O no sé, me dio miedo abrirlo sola —confieso, sintiéndome apenada de haber llamado a Ken tan temprano en la mañana.

—Esta bien, lo abriré yo primero entonces —dice mientras lo toma en sus manos. El libro parece cambiar levemente de color, tornándose de un dorado azulado.

—Espera, vuélvelo a tomar —pide Ken. Tomo el libro de nuevo, y en efecto, el tono varía levemente. Ken lo toma otra vez y concluye—. Cambia de número.

Notamos cosas distintas.

Me acerco para verlo desde su ángulo, y en efecto, el número en la parte inferior cambia. Varía al pasar entre nuestras manos, alternando entre el 1 y el 2.

Ken lo coloca sobre la mesa y se aleja por un momento.

—¿Qué dice ahora?

Me acerco al escritorio. Todavía muestra el número dos y mantiene un tono azulado. Cuando lo toco, el número cambia y el libro recupera un tono dorado amarillento. Ambos nos miramos maravillados.

—¿Será algún tipo de libro que reacciona al pH?

—¿Todo tiene que ser tan lógico? —protesto.

—¿Tienes otra idea? —responde Ken, levantando una ceja.

—Tal vez es un libro mágico de pociones... o maldiciones —deduzco. Después de todo, en este lugar cualquier cosa es posible. No me sorprendería que fuera una biblia satánica o algo así. Parece más probable eso que una nueva tecnología.

—Para averiguar qué es, primero debemos entender qué significa su título. Creo que está en latín.

—¿Sabes latín? —pregunto.

—Conozco a alguien que sí. Es una herramienta mágica muy antigua llamada diccionario. Ahí puedes encontrar todos los significados —bromea.

A veces olvido que este lugar es como vivir en la maldita Edad Media.

★★★

Mientras caminamos hacia la biblioteca, las personas parecen escasas. Los clubes de fin de semana han sido restablecidos, pero todos están demasiado ocupados recuperando el sueño perdido. Yo debería estar haciendo lo mismo, si no fuera por ese objeto inquietante en mi cuarto.

La gran puerta de madera está cerrada como siempre. Raras veces alguien viene aquí. Al acercarnos, notamos las cadenas oscuras que envuelven las manijas, con un gran broche metalico proporcional al tamaño de mi mano. No es sorprendente que esté cerrada. Probablemente esa sea la razón por la que nadie viene. El cartel de "mantenimiento" está pegado a una altura mayor al promedio, con una letra fina y dedicada que ha empezado a desgastare con el tiempo.

Nos dirigimos hacia las canchas para buscar otra forma de entrar. Sin embargo, incluso la ventanilla está cerrada.

A la hora del almuerzo, la cafetería empieza a llenarse con rostros cansados pero charlatanes,El ambiente parece estar a punto de explotar en otra fiesta. Por el bien de mi sueño, espero que no sea en la casa otra vez.

—¿En qué otro lugar podríamos encontrar un libro sobre este tema? —medito en voz alta. La respuesta lleg a mi con rapidez y rectifico al notar la reacción de Ken.

No es un misterio para nadie la gran colección de libros que tienen los Lee.

—Iré yo, con alguna excusa. O simplemente diré la verdad. Será rápido.

¿Cómo podría pedirle a Ken que me acompañe cuando ya he causado tantas situaciones difíciles para él?

—No. Yo te acompañaré. Sé dónde está la biblioteca y cómo está organizada. Será rápido —dice, convenciéndose a sí mismo.

No quiero hacer nada que lo ponga en una situación incómoda otra vez.

Después de merodear por la escuela como almas en pena, el sol empieza a ocultarse en el bosque dejando un color gris que insinúa una tormenta. A pesar de buscar alguna otra opción en los salones de literatura, todos estaban cerrados.

La idea de entrar a la casa de los Lee con una nueva mentira empezaba a dar vueltas en mi cabeza, hasta que llegamos al comedor, donde el comedor infinito se encuentra completamente vacía, ni siquiera la espalda recta de la directora se encuentra presente y eso solo puede significar una cosa.

Los faroles exteriores de la casa delinean las siluetas de los jóvenes alegres que salen de la casa, entre risas y murmullos, caminan hacia las grandes luces provenientes de la lujosa casa al borde del bosque.

Incluso si Raquelle estuvo aquí ayer, parece que estas fiestas significan más para ella de lo que imaginaba.

★★★

Ken está fuera de mi puerta tan pronto como termina de arreglarse, cambiando las pilas de su pequeña linterna. La casa está vacía gracias al evento. Noto a Ken nervioso mientras que caminamos por el largo prado camino a la fiesta, desde que limpiaba frenéticamente su linterna. Tiene hábitos peculiares cuando algo lo preocupa.

El ambiente al llegar es bueno. Siento que nunca había visto tantas personas aquí; parece físicamente imposible. Incluso se ha trasladado la fiesta al antejardín y al patio trasero. Al entrar, las cosas no se sienten muy diferentes de todas las veces anteriores. Esta vez Teresa no quiso acompañarnos. Prefirió reponer sueño en su cuarto, por lo que no hay buenos oponentes en los mismos juegos del comedor. Al pasar por la cocina, lo más notable es el increíble silencio que se escabulle entre las risas de los presentes. Raquelle no está dando su show como es costumbre; tal vez la última vez fue demasiado para ella.

A pesar de recorrer la primera planta con cuidado, no hay señales de ella, pero tampoco la estoy buscando intencionalmente. La presencia de Ryan pasa desapercibida esta noche, pero eso no cambia al público numeroso a su alrededor que escucha cada una de sus palabras. Evitamos pasar por ahí repetidas veces.