BARBIE
La soledad no es una decisión. Es un castigo, por un pecado innombrable. Es un vacío al que te acostumbras, y que puede ser llenado fugazmente por las sombras de seres que pasan lo suficientemente cerca como para hacerse presentes, pero nunca para quedarse.
Los seres que nunca han sentido el calor del fuego de la empatía y el amor, no son capaces de diferenciar la calidez de una fogata,de estar cubiertos en llamas.
Porque el ardor genera la misma sensación. Se siente como algo nuevo, bueno. Incluso cuando te miran con disgusto, con una expectativa de que en algún momento les hagas el favor de desaparecer, aun así, la presencia de esos ojos sobre ti es capaz de remover una penosa felicidad: la de ser visto, la de volver a la vida.
No conozco el camino. Ni siquiera puedo intuirlo. Si alguien no me toma de la mano para guiarme, sea al cielo o al infierno, no es diferente a estar muerta si nada tiene sentido.
¿Es extraño que me pregunte dónde están todos cuando apenas despierto? Si hay una espada en mi cuello o una guillotina sobre mi cabeza, eso no importará si puedo ver los ojos de aquellos a los que guardo en el fondo de mi corazón.
Pero ahora, ni siquiera los fantasmas habituales son capaces de asomar su rostro.
Si no hay nadie, no es por una razón novedosa ni especialmente afectuosa. No hay confianza depositada en mí, ni siquiera proveniente de mi ser. No soy la persona indicada para esto. Para nada, en realidad.
En la actual situacion, es inevitable perder la cabeza, pero intento sostenerme con la única cosa que permanece un poco en mí, y la mantengo sobre mi cuello aún.
Tal vez soy demasiado estúpida para tomar la responsabilidad por este destino, y por eso se alejó antes de que todo empeorara.Pero no es algo que puedas ocultar poniéndole una sábana encima. Y aún más porque empiezo a sentir que algo no encaja del todo... no la cosa de siempre, que soy yo, sino algo más.
Puede ser que me he vuelto paranoica, que creo que mi propia sombra podría estar tratando de atraparme.
Pero algo está sucediendo. Es casi como si pudiera escuchar los engranajes de un sistema puesto en marcha.
Recientemente han desaparecido objetos aleatorios de mi cuarto. Tal vez porque cierta persona se la pasa yendo y viniendo de allí sin que yo pueda descubrir su identidad. Eso me pone los nervios de punta.
Por esa razón, he estado durmiendo con el libro debajo de mi suéter, lo suficientemente cerca de mí como para darme cuenta si alguien intenta llevárselo.
El señor K se encuentra muy sonriente, charlando sin cuidado junto a Teresa. Él luce distinto, un poco menos opaco... pero no es tonto, porque su mirada evade automáticamente la mía.
O tal vez yo evado la suya, porque tengo miedo de ver mi reflejo en ella.
¿Y si yo soy el motivo de su desgracia?
¿Por qué inevitablemente todo el mundo parece florecer cuando se aleja de mí?
Como si mis raíces envenenadas esterilizaran todo lo que me rodea.
Mi mano se cansa de buscar sin la ayuda de mi cerebro, y entonces me percato de la falta del botón que estaba a punto de coser, el cual reposaba hace unos segundos junto a mi brazo.
Ya no puede ser una coincidencia.
Los lápices, mis libretas, incluso las cosas que siempre permanecen en mi mochila...
Todas, se han ido.
Llego al cuarto, el cual no piso desde ayer en la mañana. Pongo mi disfraz perfectamente doblado sobre la mesa de noche. Teresa es muy habilidosa, y lo confeccionó en muy poco tiempo. Transformamos algunas de las prendas que ya teníamos para que se parezcan más al vestuario original.
Yo solo cosí botones y piedritas, pero no fui capaz de dedicarle la sonrisa que su trabajo merece.
Ni siquiera fui capaz de dar una excusa apropiada para salir de ese lugar que prometía asfixiarme hasta la muerte.
La frescura de la alfombra me recibe por completo. Por alguna razón siento que la cama le quita seriedad al asunto. Extraños presagios.Doy un vistazo a la habitación por última vez antes de sacar el libro que permaneció en mi mochila incluso en la noche. Abro las páginas y la habitación vuelve a sumirse en un mar de estrellas.
Siento mi cuerpo liviano y me pregunto si esta es mi alma... o una cosa así.
Las enredaderas se encuentran aún más acentuadas en las grietas de los pilares, que se han ampliado más desde la última vez.
El libro permanece pasando sus hojas mientras camino hacia él.
—¿Hola?
—¿Qué desea consultar?
Aun la voz espectral me hace rigidizar los musculos.
¿Qué se supone que diga ahora?
—Emm... me gustaría saber el motivo por el que las cosas parecen estar perdidas ultimamente —pregunto.
El libro dorado se queda en silencio mientras mi mirada permanece cautiva en el aleteo de sus paginas.
—Balance —cuestiona.
Mi nueva palabra menos favorita.
—¿Qué sucede con el balance?
—Han surgido alteraciones —responde—. Se ha perdido el balance.
—¿Qué tipo de alteraciones? He tenido el libro todo el tiempo —expongo, pensando en qué pudo haber pasado. Pudo haber sido la noche en la que no lo tuve, pero no tendría sentido porque el balance permanecía igual. ¿Por qué está empeorando todo? ¿Qué cambió desde entonces?
El libro parece no responder preguntas que le parecen estúpidas porque permanece estatico.
—¿Y por qué ha pasado eso? —cuestiono nuevamente.
Vuelve a decir balance y lo voy a quemar.
—Alteraciones en el destino.
¿Como...?
—¿De quién? ¿Cómo? Si yo he estado todo el tiempo...
—Conceptos principales —interrumpe.
Evalúo la posibilidad de que aquel objeto que aún no entiendo del todo, que se posa frente a mí, pueda estar mintiendo.Porque lo he protegido como mi vida misma, desde la noche en la que lo abri por primera vez, no he tenido el valor de abrirlo nuevamente, hasta hoy que todo parece estar cambiando de repente. Pero nadie ha podido usarlo en mi guardia, nisiquiera la persona extraña que parece estar jugando conmigo trayendolo y llevandolo cada noche.