BARBIE
Por más que lo piense, no entiendo cómo llegamos a esto. ¿Quién es Raquelle para mí? ¿Por qué hace algunos meses no la conocía y ahora no soy capaz de alejarme de ella? Me ha estado mintiendo y manipulando a su antojo, confié tanto en ella que no se me pasó por la cabeza que no estuviera de mi lado.
¿Entonces soy estúpida por buscarla cuando necesito ayuda?
Sigo insistiendo aunque sé la respuesta. Puede venir en forma de mentiras, incluso de un beso; sé que al final nunca va a ser honesta conmigo.
Creo que hubiera preferido una bofetada.
La alfombra es áspera y parece estar adherida a mi cuerpo. Tampoco tengo alguna intención de levantarme. Si lo hiciera, no hay lugar al cual ir. Mi hogar está tan lejos de aquí que ni siquiera puedo recordar el camino, tal vez porque la mitad del tiempo me la pasé llorando mientras venía. Tal vez desde el principio estuve condenada a no salir de aquí.
Destinada a permanecer aquí, por alguna razón que no entiendo. Si escalo el portón hasta desgarrarme la piel de las palmas, ¿lo conseguiría? Si cavo un agujero en la tierra hasta el otro lado, ¿es posible? Seguro Ken sabría dónde conseguir una pala. Seguro cavaría un par de veces y luego se cansaría. Seguro yo también sé que las palas están en el cobertizo del invernadero, pero sería mejor si alguien estuviera conmigo. Pero todos parecen querer alejarse de mí como si fuera una plaga.
Si Ken estuviera en mi lugar, ¿qué haría? Seguro encontraría la respuesta más lógica. Él sería definitivamente un mejor concepto principal, lo que eso signifique. Él por lo menos tiene a alguien que le acompaña.
¿Se suponía que fuera mi príncipe azul? Parece que consiguió su propio príncipe.
La camisa empieza a picarme a niveles atroces; me la quito con desesperación, pero no tengo ánimo para buscar una nueva ni para ducharme. Siento que me derrito, como si ya una parte de mi alma se hubiera evaporado.
Me fijo en la mesa de noche. La lámpara está sucia, las motas de polvo se han colado en rincones donde no alcanzas a limpiar, pero al encenderla parece que no la has limpiado nunca en tu vida. En mi cuarto tenía una igual.
Junto a la foto de mi cumpleaños 16. Fui a visitar a Skipp a la casa de mis padres ese día. Aunque se molestó conmigo por eso, después de pedírselo repetidas veces accedió a tomarse una foto conmigo para el recuerdo. Después de prometer que haría todo lo que me pidiera después de eso, al final aceptó a regañadientes. Por ese motivo tiene una expresión algo irritada. No combina mucho con mi sonrisa de 32 dientes.
Pero ha sido mi tesoro más preciado desde que la enmarqué. Miré tantas veces esa foto que si tuviera el don, podría dibujarla de memoria. Pero ahora solo puedo cerrar los ojos para imaginarla. Olvidé lo más importante en casa.
Cuánto extraño estar allí. Si tengo que quedarme atrapada en un lugar, ¿no podría ser en esa foto?
¿Acaso esta fuerza que me retiene aquí no sabe lo que estoy pensando? ¿Tiene un ojo sobre mí todo el tiempo?
¡Si decidí levantarme ahora, ¿lo decidí eso o lo decidí yo?! ¿Estaba escrito antes o realmente lo elegí? Si ese destino debe cumplirse de una manera u otra, ¿las acciones que me lleven a cometerlo son mías o manipuladas por ese libro? Si puedo romper las cosas, ¿no significa que también puedo repararlas?
Pareciera que solo soy destrucción. la necesidad de alejar el pensamiento causa que deba darme varios golpes con los nudillos en la frente. Pero poco funciona y termina cuasando un dolor agudo en la piel.
El sonido de la puerta me hace pegar un salto en la oscuridad del cuarto. No quiero adivinar quién es, ni abrir la puerta ni hablar con nadie que no sea un miembro preciado de mi familia en este momento.
Mi hermana, mi madre, incluso mi padre... quien sea.
—Barbie, ¿estás bien? —pregunta Teresa desde el otro lado—. Saliste muy temprano de la fiesta, te traje un sándwich.
Es algo cercano a familia. Teresa siempre se siente así. Como un familiar lejano que te trata como una hermana.
¿Quién en este mundo puede merecer a Tesa? Me pregunto cómo puede ser tan amable y bondadosa cuando en esta escuela la han molestado tanto.
Logro ponerme alguna cosa encima y giro el pomo.
—¿Estabas dormida?
Hago un gesto de negación frotándome los ojos, aunque preferiría que crea que estaba dormida a que estaba llorando.
—Disculpa el desorden —advierto cuando casi se tropieza con una de mis camisas.
Noto la corona dorada que cuelga de su muñeca como brazalete; no es difícil adivinar quién fue la reina esta noche.
—Felicitaciones —digo sin poder producir la emoción que me gustaría.
—Yo la creé y regresó a mí —se burla.
Quiero seguir su risa.
—¿Estás bien, Barb? —dice con los ojos brillantes.
—Creo... estoy algo cansada —trato de explicar, pero tampoco quiero que piense que quiero que se vaya—. Pero agradezco que estés aquí.
Aunque las palabras salieran de mi boca, aunque deseara contar cómo me siento, ¿me creería? Más aún, ¿no le haría daño saber la verdad sobre mi familia, que también involucra a la suya? No estoy para lidiar con dos corazones rotos. Pero de alguna manera quiero hablar de esto. Me gustaría poder hacerlo con alguien a quien no tenga que mentir. Pero Teresa me ofrece consuelo ahora, y yo solo quiero permanecer encapsulada en el brillo de sus ojos cuando se preocupa por los demás.
¿Tengo permitido ser egoísta ahora?
—Tessa... ¿extrañas a tu familia? —me atrevo a preguntar.
Su expresión podría ser lo más opuesto a la mía. Entrelaza sus piernas y muestra una amplia sonrisa.
—Claro que sí, cada día, pero también estoy feliz de poder estar aquí —afirma.
—¿Cómo son ellos? —cuestiono, desafiando su memoria.
—Mi madre se llama Margarita, como la flor, y al igual que ella es muy dulce. La mejor cocinera que ha tenido este mundo, pero es de armas tomar —expresa frunciendo el ceño—. Y tengo dos hermanas. Son menores que yo, pero muy inteligentes y talentosas.