Efecto mariposa

BARBIE

La información se rueda por mis dedos como granos de arena, tan fina y escurridiza que me es imposible contenerla aunque ponga toda mi fuerza. Sin embargo, como después de un día de playa, parece estar adherida a todas partes. La directora parece tener demasiada de esa arena acumulada en las comisuras de su piel, en los bolsillos de su saco, en las cicatrices de sus heridas, tan encarnada que parece no generarle la mínima picazón, como si en cualquier momento ella pudiera convertirse en polvo también.

Como lo pense anteriormente, la directora lo sabe todo, mucho más que cualquiera, excepto aquella persona que se supone es la primera veladora, lo que significa que estuvo antes que la directora, pero no parece ser alguien fácil de identificar. Tampoco sé si quiere lo mismo que yo.

Aunque aún no estoy segura de lo que quiero, si la directora está en lo correcto, hay algo que deseo, y eso es todo lo que me pertenecía en un principio. La medalla baila como un péndulo frente a mí. La traje conmigo sin darme cuenta, pero por alguna razón me niego a soltarla ahora, como si mi conexión con ella no me permitiera negar su existencia.

Mi mente no es capaz de imaginar a alguien aún más envuelto en los asuntos diabólicos del destino que la directora y Raquelle. No puede haber alguien más enredado entre los hilos que construyen este camino que ellas. Pero aun así, hay una persona que, de hecho, lo entiende más que ellas dos, más que cualquiera.

Y no puedo adivinar quién es. Nadie siquiera ha mostrado un comportamiento tan descabellado como ellas, que siempre actúan como esporas a mi alrededor, al acecho de cualquiera de mis decisiones. Los demás aquí no me prestan mucha atención, siempre en sus asuntos, sin dirigirme demasiado la palabra y, por supuesto, sin mencionar la existencia de aquel libro.

Desde el inicio no estaba planeado que yo lo descubriera, fue un desliz.

Ese pensamiento me hace sacudir la cabeza para sacar la palabra de mis pensamientos. Es un error, del tipo que perjudica a todos. Entonces, al final, aquella persona que está por encima de todos, que se hace llamar la primera veladora, no es más que alguien sumamente ingenioso, con la capacidad de ser casi invisible ante mis curiosos ojos.

Eso por un momento me hace sentir admiración, pero no pasa mucho tiempo hasta que entro en la desesperación de que su cautela me impida conocerla y resolverlo todo.

Descarto la lejanía de una alianza con esa persona, no parece tener interés en mí, nunca se acerca. Por el contrario, el último concepto, la persona que menciona el libro, el responsable de que aquel libro llegara a mi cuarto para iluminar un poco mi bruma de ignorancia, pero al mismo tiempo confundirme enormemente, no solo con ese destino, sino también con sus acciones.

¿Qué quiere de mí? Si ha venido es porque confía, pero ¿quién confiaría en alguien como yo? Ni siquiera yo lo hago. No nos conocemos, parece también pasar demasiado desapercibida como para notarle también. ¿Quiere mi ayuda o solo confundirme hasta la muerte? Esa persona tiene la ventaja sobre mí esta vez también.

Y si hay dos bandos, ¿de cuál debo estar? ¿Del de la directora, que parece tener un amplio conocimiento en esta situación que nos tiene prisioneros, pero que no parece desear hacer nada para remediarlo, o del lado oculto de una persona que se las ingenia para robar un objeto mágico y que ha sido lo suficientemente descarada para cambiarlo todo tanto como para que todo desaparezca?

No estoy en posición de determinar con una balanza qué lado es más favorable, porque, al igual que el ángel de la justicia, la venda en mis ojos no me permite entender lo que sucede a mi alrededor. Por más que busco, descubro más cosas que ignoro. Sigo sintiendo que hay algo que sigue oculto frente a mis ojos. Percibo su sombra moviéndose frente a mí, pero no puedo determinar qué es, ni qué tiene que ver conmigo o por qué hasta este momento todos parecen querer ocultarlo.

Nada tiene sentido.

Entre más lo pienso, menos sentido tiene. Si mi destino es estar enamorada de Ken, ¿cómo puedo remediarlo? ¿Cómo me enamoro de él? Aún peor, ¿cómo hago que él se enamore de mí? ¿Por qué estaríamos destinados a algo tan imposible como enamorarnos? ¿Anteriormente estuve realmente enamorada de él? Pensarlo me hace negar con la cabeza involuntariamente. Creo que es más probable la muerte.

Y si estoy destinada a enamorarme de Ken, ¿qué hay de Raquelle? Si todo lo que ha hecho es seguir las estúpidas reglas de ese libro, ¿significa que está destinada a... odiarme? Desearía tener a alguien dando vueltas por el cuarto, poniendo a funcionar su cerebro para descubrir esto.

Acudir a Ken no es una opción, lo he borrado incluso de la lista de no opciones y no podría explicarme el porqué ni a mí misma. Hay algo en la idea de confrontar a Ken que me pone la piel de gallina. Pero ¿y si él tiene el libro?

Tal vez solo quiere asegurarse de que no lo use para alterar el destino. Si lo confronto y resulta no ser él, tal vez opte por tirarme por la ventana. Pero si lo confronto y no resulta ser, entonces mi lista se reduce a dos personas, una de ellas demasiado terca para escucharme.

Si sigo acostada en esta cama por mas tiempo, voy a evaporarme y creo que en este momento ya no hay vergüenza que mi cara no pueda soportar.

★★★

La casa permanece en silencio, las personas deben estar durmiendo a esta hora después de lo tarde que terminó la fiesta. Subo al cuarto de Ken. No escucho el mínimo ruido, ¿debería venir en otro momento? necesito liberar repetidamente mi miedo mediante largas exhalaciones.Creo que no tendré el coraje otro dia, nunca mas talvez. Golpeo con mis nudillos suavemente.

Del otro lado se tarda y evalúo volver a tocar o salir corriendo, pero entonces la puerta se abre lentamente y una figura alta se muestra.Me preparo para levantar la vista y encontrarme con la mirada culpable de Ken.