Destino (familia O-R)

Sospechas

Somos el fruto de nuestras palabras, la consecuencia de nuestros actos. 

-¿Tú has visto la casa, que no? (Viéndolo asentir Fabio sigue) - ¿Con Karla? 

Su nombre hace que en mismo tiempo Eduardo reacciona y se paraliza - ¿Qué insinúas? 

-No insinuó nada, Eduardo. (demasiado sorprendido por su reacción) - Solo pruebo entender ¿qué pasa y por qué no quieres ir? 

-No pasa nada y no hay ninguna razón. Fui, vi y se acabó (le dice en la cara y se va). 

-¿Luciana, sabes tú qué pasa? 

-No. Pero que esconde algo, esconde. Siempre se escondía y lo guardaba para sí lo que lo atormentaba. 

-¿Pero qué, Luciana? De verdad no sé me ocurre nada. 

 

 

En la cola de una cafetería. 

-Karla. (al oír su nombre Karla se da la vuelta) - Hola.

-Hola, Octavio. (lo saluda amigablemente) - ¿Cómo estás? 

-Bien, a ti no necesito ni preguntarte te ves estupenda, como siempre. ¿Te invito? (Dice apuntando al menú sobre el muro) 

-Gracias, entonces yo voy a buscarnos un lugar para sentarnos (así se aleja al decirle su pedido).

 

Al regresar a casa Karla se encuentra con su madre. 

-¿Karla?, no sabía que saliste. 

-Hoy me siento bien por lo que no vi razón para quedarme. 

-¿Entonces paso el malestar? 

-Sí, debe ser la comida.

-Si tú lo dices. Significa lo has sacado (para no dejar de ser una dama mueve la mano para bajo dándole a entender al que camino piensa). 

-No, estaba vomitando. Me pasé todo el día de ayer tomando puros tés, creo que a las pobres les dará asco el té por un tiempo cuántos bebí. 

-¿Karla por qué no te sientas? (Le dice madre al verla palidecer) 

Antes de poder hacer y un paso Karla se comienza a tambalear agarrándose del sofá. En su ayuda corre Malú - ¡Karla! (agarrándola por otra mano para ayudarla a quedar en pie, le ayuda a sentarse) - ¿Estás bien, amor? 

-Mm (todavía con ojos cerrados y recostada sobre el sofá, asiente). - Solo me mareé. 

Unos minutos después en el cuarto de Karla, Malú revisa su escritorio. 

-¿Qué haces? (Pregunta Karla saliendo del baño) 

-Nada (contesta Malú, volteándose de la mesa hacia la cama donde se sienta Karla). 

-¿Nada? (Dudando repite Karla) - Si te vi tocando cosas. 

-Estaba un poco desarreglado y lo arregle. (por sentirse débil, Karla no toca el tema y se cubre con las sábanas) - ¿Cómo te sientes? 

-Mejor. ¿No sé dé dónde salió esto? 

-¿Es primera vez que te pasa? 

-¿Qué, el mareo? 

-Sí.

-Sí. ¿Sabes que?, puede ser porque no comí, como ayer me pasé vomitando hoy tuve medio poner algo en la boca y terminar haciendo lo de nuevo. 

-¿No has comido nada desde el pasado ayer? (Pregunta Malú levantando una ceja) 

-No, (riendo sé) - si comí. Únicamente un poco, va a ser que más bebí, que comí y no me cayó bien.

-Debes comer, mi vida. Le voy a pedir que te traigan una bandeja llena (dice, levantando sé).

Al hacer el pedido, pérdida en sus pensamientos Malú se sienta en el sofá. Nervios se hacen presentes y comienza a morderse el dedo. Tan perdida no sé da cuenta de que su esposo se sentó a su lado. 

-Deja de hacer eso (llevando le el dedo de los labios).

-Um. (Volteando la cabeza vuelve al presente) - ¿Cuándo has venido, que no te escuché? 

-Ase poco. ¿Qué pasa, que te tiene así de preocupada? 

-Espero que no es lo que me imagino. (Antes de que Marin logra preguntar, Malú le responde) - Karla se sintió mal de nuevo. 

-¿Qué le pasa, está bien? (Volviéndose hacia las escaleras con la mirada en la dirección a su habitación) 

-Si, la dejé descansar y para que coma. Puedes creer que la loca por haber vomitado ayer hoy apenas comió. 

-Ay, Karla. (moviendo la cabeza)

 

 

-¿Qué, estoy oyendo que nos dejas? (Dice Octavio llegando hacia Valeria) 

-A, sí. ¿Y de quién si no es el secreto? (Contesta con la pregunta Valeria) 

-De tu hermana. Tomamos un café y te puedo decir que todavía no pudo decidir cuál es la más hermosa. (le dice coqueto)

-Tú solo decídete por mi hermana (le contesta palmándole la mano) que yo por el momento estoy ocupada con mi proyecto. 

-¿De qué se trata o es un secreto? 

-No es un secreto, sin embargo, me tiene todavía muy insegura.

-¿Por qué, si eres supertalentosa? 

-Puede ser (dice encogiendo sé dé hombros). - Mejor háblame de ese café que tomaste (cambiando de tema y humor).

 

 

Tocando y abriendo la puerta de la habitación, Luciana pregunta - ¿Puedo? 

En respuesta Eduardo quien está sentado sobre la cama asienta con la cabeza. 

-¿Quieres hablar? (De nuevo la misma respuesta: niega con la cabeza) - Sé que no soy tu persona para platicar, no obstante si necesitas una en mí puedes encontrar una confidente. 

-¿Cómo papá? No, gracias. No quiero parecerme a él. 

-Nadie dijo eso. Mi niño, tu comportamiento preocupa mucho a tu hermano. Yo te conozco y sé que estás así cuando algo te sucede y lo escondes. Así también me recuerdo cómo fue difícil a tus padres sacarte esas preocupaciones. 

-Escucha Luciana, no quiero decirlo ni a un sacerdote menos alguien otro. Lo que quiero es olvidarlo y no comentarlo a Fabio o buscar tu consejo, ¿claro? (Sintiendo se ha asfixiado por su propio silencio y estos 2 busca respuestas Eduardo abandona el cuarto para salir de la casa y montarse en su coche que sale de la propiedad con toda la velocidad posible)




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