Destino (familia O-R)

De tal palo, tal astilla

A veces no hay próxima vez, a veces no hay segundas oportunidades, a veces es ahora o nunca.

Bob Marley

Paso un mes desde la última vez que la vi.

 

-¿Estás cómoda, mi amor? (Mientras ajusta a sus espaldas la almohada, pregunta a Karla amor de su vida) 

-Sí, está bien (contesta sin ánimos Karla). 

-¿Quieres algo más? (Cuando ella niega, él le propone) - Sé, ¿Quieres que te traiga poco de brócoli espolvoreado con sésamo al aceite de lino con aguacate a lado? (Moviendo los dedos en modo de poner la sal) 

Regalándole una media sonrisa, acostada Karla, contesta - No, gracias, no tengo ganas de nada. (Poniéndose llorar de repente) 

-Ey, amor. (Corriendo a su lado, le toma la cara entre las manos) - No llores, todo estará bien.

-Me siento como una estúpida (pasando la mano por la mejilla). 

-Es normal que tengas estos arranques, lo sabes. (Mientras asiente, comienza llorar más fuerte) - ¡Aaa! No. No te me pongas difícil, te pido.

-No puedo parar, disculpa.

Abrazándola - Ven. 

-Mira, mira. Qué tenemos aquí (entrando, dice Malú, haciendo que se separan y la miran). - Vinimos y a eso (apuntando a Karla, Malú pregunta al hombre que se puso de pie). 

-Por lo menos, llora menos que tú. (Informa Marin) 

-¿A esas vinimos? Ahora nos y comparas (cruzándose de brazos, reprocha Malú). 

-Solo comparto mi opinión (dice levantando las manos en rendición). 

-Soy más difícil que ella, ¿eso sabes que no? (Sentándose a la cama para limpiar las lágrimas de su hija) 

-Menos no te heredó completa. 

Riendo por el teatro que le hacen, Karla dice - Gracias, papá. Eres el mejor y mamá la única afortunada, lamento que seas él único sobre la tierra y que no seré capaz de encontrar mi modelo.

-Te lo presto, amor cuando necesitas (alejándole el pelo del rostro). 

-Perdón, pero a mí no me interesa el trabajo de futuro papá. Ya lo viví suficiente, prueba convencerla de que coma, le ofrecí el brócoli que tú amaste comer mientes, la esperábamos y no quiso. Yo regreso al trabajo del que vivimos (ajustándose la corbata, informa antes de salir). 

Sonriendo, mirándolo irse, vuelve a mirar a su hija con el dedo apuntando a la salida - Tu padre. 

-Mi padre (sonriendo dulcemente con palabras y asentimiento de cabeza). 

-Y tiene razón, debes comer.

-Me siento pésimo. Me duele la espalda, no aguanto estar en pie, me siento sola a pesar de tener un bebé a lo más cerca. 

Con tristeza y cabeza al vientre - Mi compañía durante ambos embarazos, no exclusivamente contigo fue miedo. 

-¿Y no papá? 

-Fue cuanto pudo, también trabajaba. No obstante, no me pude quitar el miedo de que algo te suceda.

-Lo siento mamá, no quise que... 

-No te preocupes, es la vida. Y tenemos que soportarla (sacando lo que puede de su alegría). 

 

 

 

 

-Un brandy. (Dicen 2 voces de otras direcciones al barman; una masculina y otra femenina) 

Volteando la cabeza en la dirección de la cual vino la otra voz, Valeria y Fabio se encuentran esta vez de cerca y su contacto es imposible de evitar.

-Uf, tú (dice de mala gana Valeria, volteando la cabeza y pasándose la mano por el pelo). 

-Lo mismo digo. (Fabio no desvía la mirada y la sigue viendo buscando cambios, para a fin añadir con una sonrisa de malo) - Me ha faltado ese tuyo exclamó en contra mía. (Valeria voltea a mirarlo sin decir nada, a pesar de que su rostro dice harta) 

Mientras esperan que el barman les deja la bebida a la barra, atendiendo otros pedidos. 

-¿Tan solito de nuevo? (Pregunta Valeria, haciendo un puchero) 

-Sí, estoy solo. Mejor y eso que mal acompañado. (Acercándose le con el codo en la barra igual que ella) 

-Mejor ser extravagante e interesante, que típico y aburrido. (Le contesta Valeria, irritada por su insinuación) 

-Yo típico, vas a ver quien es aburrido (amenaza Fabio, antes de poner una mano en su cadera y la otra detrás de su cabeza para acercarla y estamparle un largo beso, en el que ambos se consumen). 

 

Habitación; paredes y techo de estilo barroco, respaldo de la cama negro, sábanas blancas de la cama conyugal decorados por almohadas y manta marrón. Al abrirse la puerta por ella entran, besándose Fabio y Valeria, quienes no se separan ni al caer sobre la cama. Mientras alejan sus labios para tomar aire, no hablan porque al mirarse en los ojos dicen todo. 

 

 

 

 

-¿Te ayudo? (Pregunta Eduardo a Tea en la cocina) 

-Si, sola sabía lo que hago. 

-Dime qué planeaste hacer y veremos qué podemos hacer (sacando el celular). 

-Quise hacerles ese dulce por el cual se peleaban de mama. 

-¡Aaa! No hay problema (dice, yendo hacia un punto de la cocina). - Si no me equivoco, Luciana lo tiene escrito en una libreta (comienza a hojear y agrega mirándola) -, a veces nos lo hace. (En silencio Tea solamente asiente, bajando la cabeza) - Aquí tienes (dice, trayéndole el libro). -¿Quieres que te ayude? 

Una ilusión ilumina los ojos de Tea - ¿Quieres? 

-Por mí ningún problema (arremangándose la camisa). - En camino te cuento cuál que tontería que hicimos durante años (recibiendo de ella la misma sonrisa que le dedica). 

 

 

 

 

-¿Estás bien? (Pregunta Fabio, pasándole la mano por la cintura para atraerla) 

Por primera vez desde que se separaron, Valeria vuelve a mirarlo, todavía incapaz de hablar, por lo que se lo queda mirando como él a ella. Después de un beso, Valeria tiene ideas más claras, por lo que pregunta - ¿Y ahora que? Lo nuestro no puede ser por nuestras familias, pero cuando estoy en tus brazos lo único que me importa es lo que sentíamos nosotros y no ellos. 

Mirándola, Fabio tarda en responder. Apoyado sobre un codo y rodándola con otra mano - ¿Me quieres? 




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