— Bueno, amiga. —Abby miró alrededor de la mesa. —¿Va a decirme alguien qué ocurre? ¿O voy a tener que adivinarlo?
— Amiga, hacía mucho que no nos veíamos. —contestó Andra tras un incómodo silencio.
— No —admitió Abby. — Bueno, esta es la primera vez que viajo, sabes cómo son mis padres de sobre protectores.
—dijo, seca. — Ni siguiera tengo novio.
— La verdad con tanto solo 24 años.
— Bueno, no hablemos de mí y ahora di como es eso que vas a alquilar tu vientre.
— Bueno, yo soy muy diferentes, y si es algo que salió después de tener el bebé se lo doy al padre.
— Eres cruel amiga, como vas a atrever a ser eso.
— Es una buena plata que voy a recibir.
— Igual no tienes corazón.
— Bueno, vamos a dejar el tema y comamos.
— Viste cambias el tema cuando no te gustan las cosas.
Las dos compartieron una bella cena, y una buena conversación. Cuando salieron del restaurante, Andra le dice a Abby.
— Acompáñame mañana a la clínica.
— ¿Cuál clínica…?
— A dónde voy a hacer inseminada.
— Está bien, no te diré nada y es tu decisión.
Los dos pasaron la tarde, platicando de los que iba a hacer su amiga. Andra quería ser madre desde hace mucho tiempo, pero no quería, que otra relación la hiciera sufrir y decidió tener un hijo sola. Así que al día siguiente se embarcaron a la clínica de fertilidad, para realizar la consulta.
— Buenas tardes, señorita, podría ser tan amable de darme la información sobre el doctor Christopher Nilssen.
— El doctor la atenderán en un momento, mientras tanto esperé allí.
Andra se mordió el labio para no decir una sola palabra, cuando la mujer la miro y fue a buscar al doctor. Cuando el doctor hizo acto de presencia. Hablo con Andra.
— ¿Usted es? —preguntó Christopher.
— Soy Andra, hice una cita con usted hoy, recuerda. —mostró su identificación, y este ingreso al sistema sus datos.
— Pase al área del consultorio, mientras espera allí.
Abby la esperaba en el pasillo, en ese momento sale su amiga y le dice.
— Amiga tendrás paciencia, vamos a tener que esperar más de la cuenta.
— Está bien, aquí, estaré esperándote, montarse mucho.
— Lo necesario, amiga.
Después que su amiga desapareció por el pasillo, al consultorio. Abby se quedó sola por unas horas más. Ese día había amanecido cansada y el viaje largo está con un jeslaing. En ese momento se levantó y empezó a girar todo a su alrededor. Una enfermera que está allí correa a su lado.
— Señorita, ¿se encuentra usted bien?
Mientras que Abby era auxiliada por otra enfermera, pero no pudo enfocar su vista, todo se volvió negro…
Abby despertó mareada y con el cuerpo un poco entumecido, se preguntaba qué había sucedido, tenía puesta la bata de la clínica y la habitación era por demás lujosa, se reprendió por su debilidad, no había desayunado esa mañana, el viaje, el poco sueño y después ir a la clínica con su amiga la llevo al colapso. ¿Cómo había llegado aquella habitación?
— Veo que ha recuperado la conciencia, eso es bueno, podrá irse a casa dentro de media hora, recuerde alimentarse y comer sano.
— ¿Qué es lo que está diciendo?
— Otra cosa necesito que venga el próximo mes para revisar que todo marche en orden, ¿de acuerdo? —asintió el médico al lado de Abby.
Ella no entendía nada, ¿por qué tendría que volver? Recordó que estaba allí por su amiga. Así que se levantó.
— Yo… yo no tengo más nada que haces aquí. —se mordió el labio y bajo el rostro apenado por su desnudez.
— No te preocupes, puedes irte, te veré el próximo mes —el enfermero o médico salió para dejarla sola.
Mientras se vestía meditaba lo que el médico le decía, ¿estaba bromeando? Cómo iba a venir después de un mes, si ella tenía que hacer cosas en Italia y después volver a su casa.
Su corazón comenzó a latir fuerte, así que se apuró y salió de allí.
— Se supone que venías a acompañarme amiga, no a que te atendieran a ti.
— Porque dices eso, Andra que ha pasado.
— Qué me sacaron del consultorio, para decirme que te habías desmayado y me preocupe, me suspendieron la cita.